Esta oscuridad aterraría a cualquier persona normal, inclusive a los hombres más valientes del mundo. Pero yo no era una persona normal, ni tampoco un hombre, de hecho, no sentía nada, solo el sabor amargo de la derrota.
Llegué al claro del bosque y paré en seco. Cruzándolo estaría llegando al lago, en donde vería a mis hijos y ellos correrían a mí...
Caminé a paso seguro y a medida que me acercaba podía escuchar el llanto de Amy y una voz que le gritaba que se callara.
Cuando salí de entre los árboles y destapé mi cara, todos me miraron como si fuera su presa.
-¡Hasta que por fin te dignas a aparecer!- exclamó el de ojos verdes, Liam.
-¡Mamá!- gritaron los niños e hicieron el intento de acercarse a mí pero ambos cayeron al suelo gritando y retorciéndose.
-¡No!- grite aterrada.- ¡Déjalos, solo son niños!- me acerqué a ellos.
-Ya basta, Liam.- habló Louis y automáticamente dejaron de retorcerse mientras temblaban aterrados.
Me arrodillé junto a ellos y ambos me abrazaron.
-Lo siento tanto.- les susurré con lágrimas en mis ojos.
-Mami, queremos volver a casa.- me pidió Tyler.
-Ya lo sé, cariño. Volverán sanos y salvos.- los ayudé a levantarse y ambos temblaban de miedo.- ¡Bien! ¡Ya estoy aquí! ¡Déjalos ir!- le grité, reuniendo el poco coraje que me quedaba en el cuerpo.
-¿Viniste sola?- preguntó Louis.
-Si.- mascullé.
-Si mientes no dudaré en estrujarles el corazón a tus pequeños.-
El chico pelirrojo, que estaba al lado de Louis, chasqueó los dedos y aparecieron dos mujeres.
-Llévenlos a la finca Bouvier, por el camino cinco.- les ordenó y ambas mujeres caminaron hacia a mí con la mirada fija en el horizonte, sus pupilas eran de color verde brillante y sus movimientos parecían estar controlados como si fueran robots, como si estuvieran...
-Hipnotizadas.- susurré, mientras arrancaban a los niños de mi lado.
-¡No! ¡Suéltame!- gritó Tyler.
-¡No! ¡Mamá, creí que iríamos a casa!- gritó Amy a punto de llorar.
-¡Mamá, has algo! ¡No! ¡Basta!- gritaban los mellizos mientras desaparecían entre los árboles.
-¡Se lo prometiste a papá!- gritó Tyler y fue lo último que logré escuchar.
-Los amo.- susurré mientras una lágrima atravesaba mi mejilla para caer por mi barbilla.
Volteé y me preparé para afrontar lo peor.
-Es tan conmovedor.- dijo Liam mientras hacia el gesto de estarse limpiado lagrimas falsas.
-¿Lo oyeron?- preguntó una pelirroja en tono burlón.- ¡Se lo prometiste a papá!- gritó imitando a Tyler, mientras todos rompían a reír.
-¿Cómo sabré que ellos llegaran bien?- pregunté y Liam se acercó a mí. Coloco ambas manos en mi frente y cerró sus ojos. Inmediatamente los ví siendo abrazados por Sue y David cuando ingresaban a la mansión.
-Dime, preciosa...- comenzó a acercarse a mí el pelirrojo.- ¿Se salvó tu cuñada?-
El nudo en mi garganta comenzó a hacerse más denso.
-¿Te comió la lengua el ratón?- preguntó acercándose más de la cuenta. Traté de mover mis manos para clavarle las dagas, pero estas simplemente no respondían.- Tus manos, al igual que todo tu cuerpo, están inmovilizados. ¡Woow! Realmente eres preciosa, ahora veo por qué Dylan te deseaba tanto.- se acercó a mi oído.- Él decía que tenía sueños húmedos sobre ti. Tengo que admitir que desde que te ví en el súper, ese día, no pude sacarte de mi cabeza. Solo pensaba en matarte, pero ahora estoy reconsiderando mis futuros actos.-