Esto parecía una muy mala película de terror, ella no podía estar muerta ¡no ella!
Nessy tenía sus ojos cerrados, su cara pálida e inexpresiva y su cuerpo frío.
-¿Dónde está Gale?- le pregunté a una chica, tratando de controlar mis sollozos.
-Está en su cuarto.- me contestó ella mientras se limpiaba unas cuantas lagrimas traicioneras que se le escaparon.
-Gracias.- susurré.
Me levanté y corrí hacia el cuarto. Cuando entré, él estaba acostado sobre la cama, con su cabeza vendada, al igual que su torso y su brazo derecho, y la cara pálida.
-Mi amor.- susurré acercándome a él.
-Lleva inconsciente desde que te llamó.- dijo Hannah.
La miré a los ojos y estaban hinchados, al igual que sus mejillas.
-Ve a descansar, yo me encargo.- le dije y ella salió del cuarto mientras ahogaba sus sollozos.
Le toqué la frente a Gale y estaba ardiendo. Posé mis manos sobre su cuerpo, pero las saqué de inmediato cuando me acordé que Nessy ya no estaría ahí conmigo cuando hiciera todas estas cosas.
Las lágrimas comenzaron a comprimirse, pero cerré mis ojos con fuerza y me concentré en que nadie más iba a morir si podía evitarlo.
Comencé a cerrar las heridas, a reparar los tejidos, a drenar los coágulos que no dejaban circular la sangre. Cuando terminé con su torso y extremidades, pasé a su cabeza, la cual tenía un traumatismo de cráneo, no era muy grave, pero me costó repararlo.
Cuando abrí mis ojos caí de lleno contra el piso, sin energías y con ganas de dormir ahí nomás. Rebusque en mis bolsillos con la esperanza de encontrar ese jarabe que siempre tomaba, hasta que lo encontré. Tomé un poco y volví a reincorporarme. Miré el rostro de Gale y éste tenía un poco más de color, al menos su labios estaban rosados.
Me acerque a él y le deposité un casto beso en sus labios. Cuando me separé comencé a caminar hacia la puerta...
-Así no es el cuento.- susurró con su voz débil.
Volteé a verlo y tenía sus ojos cerrados y una leve sonrisa en sus labios.
-¿Qué cuento?- pregunté, reprimiendo las ganas de tirármele encima y llenarle la cara de besos.
-La bella durmiente.- volvió a susurrar, mientras abría sus ojos.
-¿Cómo estás?- pregunté.
-Mejor, ahora que te veo.- esbocé una pequeña sonrisa y ambos quedamos en silencio.
-Tengo que ir a ver si hay más heridos.- susurré.
-Ou... está bien.-
-En cuanto acabe regreso.-
Me acerqué a él y junté nuestros labios.
-Te amo.- susurró sobre ellos cuando nos separamos.
-Ya lo sé.- contesté alejándome.
Salí del cuarto y comencé a pasearme por la casa curando a todo aquel que lo necesitaba.
-¿Cuantas bajas?- le pregunté a Mike mientras salíamos de la casa.
-43, y contando.-
-Lo siento mucho ¿Caleb está bien?- pregunté.
-Sí, él estaba en el pueblo con su mamá cuando pasó todo esto.- hizo una mueca de dolor cuando piso mal y casi se cayó.