-¿John?- dije haciendo que volteara a verme.
Él había ido a la cocina para tomar algo y ahora sostenía una lata de cerveza en su mano.
-¿Si?- contestó mirándome.
-Tengo que contarte algo.- dije haciendo una mueca.
-Si, dime.- dijo recargándose en la barra.
-Perdí la foto de la familia.- susurré.
-Ah... eso.- podía sentir el abatimiento en su voz.- No... no te preocupes, hay más de donde salieron esas. Obviamente no hay otra como esa, pero hay otras diferentes.-
-¿Estas molesto?- pregunté.
-Jamás me molestaría contigo, con Dann sí, pero contigo no.- dijo acercándose a mí y abrazándome.
-Gracias.- susurré.
El abrazo de un hermano debe ser lo mejor del mundo, obviamente que el de tus padres debe ser mejor, pero jamás lo sabré con certeza.
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El sonido de mi celular hizo que me despertara de un salto. Lo agarré y en cuanto ví su nombre en la pantalla casi se me resbala de las manos. Corrí hacia el estudio, cerré con seguro y contesté.
― ¿Ho-hola?- mi voz salió temblorosa.
― ¿Alex?- contestó él. En cuanto sentí su voz las lágrimas comenzaron a trazar su camino por mis mejillas.- ¿Estás bien? ¿Los niños están bien?- preguntó agitado.
― Si, están dormidos. ¿Cómo estás tú?- pregunté.
― Bien...- sentí como largaba un suspiro.-... algo arañado, pero bien.- soltó un gemido.
― ¿Necesitas que vaya?- pregunté.
Él tardo en contestar y supe que me quería ahí con él.
― No...- trago saliva.- No, debes cuidar a los niños.-
― ¿Está todo bien ahí?- pregunté y pude escucharlo sollozar.- Gale, me estas asustan...-
― Estamos bien.- me interrumpió.- En cuanto amanezca, ven.- me pidió.
― Por supuesto.-
― Te am...-
― No, dímelo en la cara en unas horas.- dije mirando el reloj de mi muñeca, solo faltaban dos horas para que amanezca.
― Está bien.- susurro él.
― Cuídate.- le pedí y corté la llamada.
Me derrumbé llorando sobre el piso. Sea lo que sea lo que pasó, no debe ser bueno.
Después de un buen momento, sequé mis lágrimas, tomé aire y me preparé para salir del estudio.
Caminé hasta la sala y no había nadie, solo los mellizos en el sofá grande y John en el pequeño, los tres durmiendo.
Subí los peldaños de las escaleras, hasta que llegué al baño, entré y me lavé la cara. Me veía horrible, más de lo usual.
Salí del baño y comencé a pasear por la casa, nuevamente.
No podía dormirme de nuevo, además no quería.
Los minutos pasaban cada vez más lento. Miré por la ventana y ya casi se podía ver los débiles rayos del sol que acariciaban el horizonte.
Subí al ático y comencé a pasear mi vista con los binoculares por todo el bosque. No había nada fuera de lo normal, todo se veía pacífico.
Saqué un tapado enorme del armario y comencé a cargarlo de dagas y cuchillos, preparé mi arco y el carcaj y esperé a que el sol alumbre un poco el bosque.