-Amo el olor de la salvia.- exclamó Sue mientras se acercaba unas hojas a la nariz.
-Es rico, pero prefiero el romero.- le contesté.
-¿Qué hacen?- preguntó Gale con un sonrisa mientras se acercaba a nosotras.
-Preparando el almuerzo, cariño.- le contestó su madre con una sonrisa.
-Huele muy bien. ¿Puedo probar?- preguntó.
-¡No!- exclamamos con Sue.
-Está bien.- dijo levantando sus manos en defensa.- Ya veo que no soy bienvenido aquí.- exclamó mientras nos daba falsas miradas de indignación y salía de la cocina.
-Presumido.- dije entre risas.
-Desde niño ha sido así de orgulloso.- me contestó Sue.- Esto ya va a estar, será mejor que vayas por los niños y Hannah.-
-Está bien.- me saqué el delantal y salí al patio con nada más que mi camiseta térmica.
Me abracé a mí misma al sentir la leve brisa helada que me golpeaba.
-¡Amy, Tyler, Hannah!- gritaba pero no obtenía respuesta.
Caminé unos pasos más y volví a llamarlos pero nada. Algo no andaba bien, Hannah al ser una loba y con sus sentidos agudos tendría que haberme escuchado en cuanto salí de la mansión.
Comencé a correr por los lugares que frecuentábamos pero nada. Dí media vuelta con la intención de correr a la mansión por ayuda, hasta que por el rabillo del ojo visualice a alguien tirado en la nieve. Me acerqué lentamente y estaba tirado boca abajo, por su ropa pude ver que era Hannah.
Corrí hacia ella y la giré, accidentalmente toque su abdomen y sentí algo caliente. Levanté mi mano y era sangre.
-Hannah. Hannah ¿qué te pasó?- el pánico amenazaba con tomar el control.
Ella solo me miró con sus ojos azules, esbozó una pequeña sonrisa y escupió sangre.
-Esto no puede estar pasando.- susurré.- Tranquila, te pondrás bien. Te pondrás bien.- le hablé.- No cierres tus ojos. Mírame, Hannah. ¡Mírame!-
Cerré mis ojos y visualice su interior. La habían apuñalado y la herida era muy profunda. Traté de repararla, pero necesitaba intervención de un médico equipado y una transfusión de sangre.
-Ten.- susurró ella tendiéndome un papel todo arrugado.
-Hannah, por favor, no hables solo mantén tus ojos abiertos. Trata de no esforzarte mucho.- tomé el papel y era una nota:
-Si quieres volver a verlos, ve al lago que esta por la carretera 90, del lado oeste, a medianoche. Ve sola, de lo contrario tus hijos morirán.
-Louis.
Las lágrimas comenzaron a salir mientras el pánico se apoderaba de mí. Se habían llevado a mis hijos y no pude hacer nada para evitarlo.
Agarré mi celular y llamé a Eric, mientras presionaba la herida de Hannah.
Apareció a los pocos minutos con cinco personas más, habían llevado una tabla para poder trasladar a Hannah a la mansión. En cuanto la ví sobre la tabla corrí hacia la mansión en busca de Gale, encontrándolo al fin en el armario con el diario de mi madre en sus manos.
En cuanto me vió, lanzó una mirada desaprobación.
-¿Cuándo pensabas decírmelo?- me escupió.- ¿Eh? ¡¿Cuándo?!- gritó.- ¡Alex, contesta!-
-Se llevaron a los niños.- susurré.
-¿Qué?-
-¡Louis y su grupo se los llevaron!- las lágrimas salían sin control de mis ojos, mientras él se derrumbaba de rodillas sobre la alfombra.