Capítulo I: Un nuevo inicio

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―Estoy cansada... ―respondió con un hilo de voz, tomó sus maletas y lo miró, él estaba sentado en el sofá, en su mano izquierda tenía un vaso con vodka y en la derecha, entre sus largos dedos, jugaba con el pequeño anillo.

―¿Porque? ―no había más que decir, la decisión estaba tomada. Ella sabía lo que quería y a donde iría.

―No puedo seguir contigo...

―La boda es en dos días ―por primera vez en todo el día la había mirado, sus ojos eran tristes y sin luz―, no puedes hacer esto ―dejó el vaso sobre la mesita, se puso de pie y con grandes pasos llegó a ella, tomó sus manos y volvió a poner el anillo en su lugar―. Por favor... ―suplicó a punto de llorar.

Ella bajó la mirada al anillo, lo sacó del dedo, lo tomó entre el pulgar y el índice subiéndolo a la altura de los ojos, a través del agujero, vio los ojos marrones de su prometido, cerró el puño y suspiró. Tomó la mano del hombre y lo depositó sobre la palma de su mano. Lo miró por última vez y dio pequeños pasos hacia atrás, tomó el pomo de la puerta y la abrió, pasó sus maletas primero.

―Adiós, Chris... ―cerró la puerta y caminó hasta el elevador, lo llamó y en seguida las puertas dobles se abrieron, esta entró con maletas en mano, pudo ver como la puerta del departamento se abría nuevamente y de este salía un hombre alto de cabello negro con barba y la miraba suplicante, ella miró a otro lado mientras que las puertas se cerraban.




―¿Quieres casarte conmigo? ―pregunto arrodillado frente a ella, la mujer se llevó las manos a la boca cubriéndola.

―Javier... ―susurró asustada―. No hagas esto, por favor ―el hombre bajó los brazos, la miró confundido.

―¿No es lo que querías? ―ella negó.

―Sabes perfectamente que yo no quería esto ―su voz se volvió un poco brusca, apartó la vista de él―, ponte de pie, por favor... ―se puso de pie, ella dio un paso hacia atrás―. Lo siento ―pasó su mano por su mejilla, volvió a negar con la cabeza―. Eso es un no ―tomó su bolso junto con su abrigo, se lo colocó y se marchó de la casa. Javier se quedó solo en la casa, se tiró de mala gana en el sofá y soltó la pequeña caja, miró al techo y soltó un suspiro. Su celular comenzó a sonar, lo tomó de la mesa y contestó.

¿Sí? ―contestó cansado.

¿Has terminado de hacer eso tan importante? ―preguntó un hombre al otro lado del teléfono.

Ni hables de eso ―pasó una mano por su rostro hacia su cabello―. Ha salido muy mal...

¿Te dijo que no? ―bufó aquel hombre.

¿La tierra es cuadrada? ―respondió irónico.

Vale, lamento ser imprudente, pero Txus te necesita aquí...

Vale, llego en veinte ―alejó el celular de su oído y colgó, lo guardó en su pantalón, tomó las llaves del auto y salió de la casa. Cuando salió vio un camión de mudanzas irse de la casa de alado, frente a esta habían puesto un letrero de "Se Vende". Camino al auto sin darle importancia.


―Bien ya estoy aquí ―dejo su chamarra sobre el respaldo de una silla y miró a Txus, este le tendió una hojas que por título tenía "Hechizos, pócimas y brujería", comenzó a leer la letra mientras que ellos comenzaban a arreglar los instrumentos―. Alguien se a partido el cerebro escribiendo esto.

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