Capítulo XXXI: El compromiso.

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Al llegar a su departamento, Chris se ofreció a cocinar algo mientras Amelia se duchaba y descansaba un poco. Cuando ella volvió a la cocina se sentó a la mesa con él y comieron en silencio. Después salieron a comprar un poco de ropa, aunque Chris conservaba la poca ropa que ella había dejado antes de marcharse, tenían que conseguir ropa para cuando su vientre se viera más grande.

Regresaron al departamento cerca de la nueve de la noche, le ayudó a acomodar la ropa en el gran y espacioso armario que en algún momento llegaron a compartir.

—Mañana iremos con mi padre —Amelia se cruzó de brazos y miró a Chris.

—¿Estas segura? Yo preferiría...

—Chris, no se que pretexto pondremos ante mi estado actual.

—¿Cuánto tiempo llevas así?

—No lo se, tal vez dos o tres semana... No lo se.

—Entonces mañana iremos con un doctor, y después con tu padre.

—¿Te puedo pedir un favor? —él asintió—. ¿Tienes aun ese teléfono?

Chris le dio un celular y se metió al baño. Amelia marco el numero que ya había aprendido de memoria. El primer timbre sonó, no espero que le contestara, pero fue al segundo cuando una ronca voz habló:

¿Quien?

Hiciste algo que jamás creí que harías.

¿Amelia? —Javier se levantó de la cama, prendió la luz de la pequeña lampara y miro la pantalla del celular. En pequeñas letras aparecía "Numero privado".

Te dije todo sobre mi, así como te lo había prometido, nunca espere que te quedaras conmigo después de eso, pero lo que me hiciste... Nunca pensé que fueras así.

Amelia, regresa. Te lo imploro —su voz sonaba desesperada.

Espero que estés feliz.

Amelia...

Ah y una cosa mas, si de verdad aprecias tu vida, no me busques y sigue con lo tuyo. 

Cortó la llamada antes de recibir alguna respuesta.

Al día siguiente a primera hora de la mañana Chris la llevó a un hospital para que la revisaran. Cuando llegaron ella espero en la recepción mientras Chris iba por un formulario para llenar, miró la pequeña televisión, vio unas pequeñas imágenes de Javier en la pantalla acompañado por Fran, Carlitos y Patri, seguramente dando un concierto haya en España.

―Aquí tienes el formulario ―le tendió un tablilla con la hoja en ella―. ¿Son ellos? ―miró al televisor.

―¿En necesario que llene esto? ―ojeó las dos fórmulas.

―Si Amelia, se que no te gusta estar en los hospitales pero...

―Está bien ―tomó la pluma que estaba sujeta en la parte de arriba de la paleta y comenzó a escribir―. ¿Qué se supone que debemos decir? No estamos casados y ni siquiera estamos en una relación.

―Sigo teniendo el anillo así que podemos fingir estar comprometidos.

―Bien. Chris, gracias por todo lo que estás haciendo por mi.

―No tienes por que agradecer, quiero reparar todo el daño que te hice y que terminemos juntos esto.

―¿Señora Davalos? ―llamó una enfermera. Amelia y Chris se pusieron de pie y caminaron hasta donde ella se asomaba, entraron a un amplio consultorio y el doctor los recibió con un apretón de manos.

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