—Amelia... ―una chica de cabello negro toco su hombro―. ¿Como estas?
—Viva... ―contestó cortante―. No es algo de lo que me guste hablar, han pasado muchas cosas en estas semanas y la verdad...
―Lo sé, pero todos están preocupados ―cortó Fátima, tomó un mechón de cabello y comenzó a jugar con el.
―Gracias por preocuparte, es lindo de tu parte ―Amelia trató de esbozar una sonrisa, pero solo pudo torcer sus labios―. Con respecto a Braulio ―Amelia tomó las manos de la chica―, no tienen por qué preocuparse todo esta bajo control. Solo actúen como si nada hubiera pasado ―Fátima asintió y salió de la bodega. Amelia tomó algunas bolsas de café en las manos, salió de la bodega y caminó por el pasillo hasta la barra. Dejó las bolsas cerca de la cafetera, tomó su libreta junto con una pluma y caminó hasta una mesa―. Les puedo recomendar otras cafeterías, tiene comida igual de buena que la de aquí ―les dejo los menús sobre la mesa y los dos sonrieron.
―Mira yo encantado de comer en otro lugar ―comentó Leo sonriente―, pero a mi amigo le encanta el servicio aquí.
―La comida es muy buena, no puedo quejarme ―se defendió Javier.
―Claro que sí, cariño ―ella pasó una mano por su cabello sonriendo―. Llámenme cuando sepan que ordenar ―con una gran sonrisa Amelia se retiró dejándolos solos.
―Y ¿qué pasó con el chico? ―preguntó Leo con un poco de vergüenza.
―Por lo que sé ya no trabaja aquí, Amelia me dijo que incluso se había ido.
―Vaya.
―Pero eso no es lo que más le preocupa ―echó una vista rápida a Amelia que se acomodaba su cabello dentro de la maya.
―¿Entonces?
―La estuvieron siguiendo hace una semana, aun no sabe por qué o para que. Pero ella piensa y asegura que fue su padre quien hizo que la siguieran.
―¿Como esta tan segura de que la siguieron?
―Siempre que llegaba al trabajo había una camioneta estacionada al frente, cuando salía era lo mismo.
―¿Entonces qué pasará con tus clases? ―preguntó Leo al ver que Amelia se acercaba a ellos.
―¿Están listos para ordenar? ―preguntó mientras sacaba de su mandil la libreta y la pluma, lista para comenzar a apuntar.
Martín Davalos subió los pies al escritorio, como de costumbre, tenía la mirada clavada al techo de la oficina.
―Señor Davalos ―habló la secretaria por el interfon―, el señor Rogelio a llegado ―Martín Davalos apretó un botón y habló.
―Hazlo pasar ―comentó sin ganas. No hubo respuesta por su parte, se escucharon unos pasos por el pasillo seguido por la puerta abriéndose. Alexis entró por delante y detrás de ella, Rogelio.
―Señor Davalos ―habló Rogelio escondiendo su nerviosismo.
―Rogelio ―le hizo un ademán para que se sentara―, es un placer verte ―él se sentó y Alexis salió de la oficina―. ¿Que nuevas me traes?
―Me costó mucho trabajo encontrarla ¿tienes algo para mi? ―Martín Davalos abrió un cajón del escritorio y sacó un sobre color amarillo.
―Lo que faltaba ―lanzó el sobre, Rogelio lo tomó y lo abrió mirando los billetes―, ahora comienza a hablar ―le ordenó.
ESTÁS LEYENDO
Si supieras...
FanfictionQuerida Amelia: Han pasado algunos meses desde que no sé nada de tí, me siento solo, aun asi estando rodeado de amigos. ¿Estas bien? Para serte sincero estoy preocupado por ti, desearía que cada amanecer estuvieras aquí a mi lado. ...