Capítulo XXVI: Brujería, brujería (tan dentro del alma mía) Parte I.

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Los meses habían pasado, Amelia había hecho a un lado la idea de que su padre fuera por ella, Antonio y Sara habían decidido pasar la navidad y el año nuevo con ellos, cosa que a Amelia le hacía feliz, faltaban dos semanas para navidad y una semana después el año terminaría,

Era de día, la nieve comenzaba a caer en Madrid, Amelia y Javier caminaban de la mano por el centro y, de vez en cuando, uno que otro fan los detenía para hacerse una foto con él.

―Vaya, eres todo un boom ―Amelia se quitó el gorro de la cabeza y se despeinó el cabello, Javier sonrió al verla y terminó de revolver su corto cabello.

―Sigo siendo yo, eso jamás cambiara y lo sabes ―los dos trataron de abrazarse, Javier trató de rodear a Amelia con sus brazos, pero no pudo por la gruesa chamarra―. Pareces oso...

―No, tú pareces oso ―Amelia dejó caer su cara hacia atrás y unos cuantos copos cayeron sobre su rostro―. Nunca había visto la nieve, mi padre nunca me permitió salir del país... ―suspiró, un blanco vapor salió de su boca, sus labios enrojecieron igual que su nariz y sus mejillas. «Joder, que hermosa se ve» pensó Javier.

―Si que lo disfrutas ―Javier acarició su rostro, pasó una mano por su cabello y la nieve se deshizo―. Te amo ―Amelia abrió los ojos sorprendida, no había escuchado a Javier decir esas palabras desde que había despertado del coma, ella sonrió dejando ver sus dientes, corrió hasta él y le plantó un beso en los labios.

―Yo también te amo ―se sentía tan diferente, jamás había pronunciado esas palabras, pero se sentía buen haberlas dicho, en ese lugar y a esa persona.

―Vaya, par de tortolitos ―Amelia miró detrás de ella, Txus venía caminando hacia ellos, a lado de él venía Carlitos y Patricia.

―Cállate, que si se ven tan hermosos juntos ―Patricia le dio una palmada en la barriga y Txus rió.

―Hola chicos ―sonrió Amelia, los saludó con un beso en la mejilla.

―¿Qué hacen aquí con este frío? ―preguntó Carlitos.

―Quería caminar bajo la nieve, me encanta el frío ―jadeó Amelia.

―Pues yo lo odio, prefiero el calor ―Patri tiritó y sonrió.

―¿Ustedes qué hacen aquí? ―los cinco comenzaron a caminar sin dirección precisa.

―Solo salimos a dar la vuelta, estos días son lindos ―respondió Carlitos.

―¿Qué planean hacer en estas fiestas? ―preguntó Txus mientras sacaba sus manos de los bolsillos para encender un cigarrillo, les ofreció a los chicos y ellos aceptaron, excepto Amelia.

―Estar con la familia y tal vez salir por allí... ―rió Patri

―Beber ―soltó una carcajada Txus.

―Estar con mi familia ¿y vosotros? ―Carlitos miró a Javier y a Amelia

―Estar con mi familia... ―Amelia sintió una punzada en el corazón, recordó la última navidad con su madre, ellos no solían celebrar mucho esas fechas, a decir verdad, ellos ni siquiera celebraban. Recordó los bailes que solía hacer su padre.

―¿Amelia? ―la llamó Patri, los cuatro los miraron con curiosidad―. ¿Estás bien, por que lloras?

―¿Que? ―inconscientemente se pasó las manos por las mejillas, era verdad, estaba llorando―. Estoy... ―buscó una buena respuesta― Bien, creo...

―¿Que pasa? ―Javier se acercó a ella preocupado―. ¿Te duele algo? ―Amelia negó con la cabeza, trató de sonreír.

―Es solo que... ―volvió a negar y prefirió no decirlo― No es nada, estoy bien... ―pronto recuperó el aliento, tomó la mano de Javier y sonrió.

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