Amelia había estado intentar llamar de nuevo a Javier, pero era inútil, el numero había sido desconectado. Caminó al pequeño armario y guardó un poco de ropa en una mochila, tomó sus documentos y salió de la habitación, solo para toparse con Chris en el estrecho pasillo.
―¿A donde vas? ―Chris la tomó de la muñeca y la acercó a él, Amelia trató de safarse pero le fue imposible; dejó de forcejear y recargó la frente en la pared.
―Quiero volver con mi hijo ―respondió en voz baja.
―Amelia, él esta en buenas manos ―la abrazó por la espalda, recargó su barbilla en su hombro―. Tranquila.
―¿Como me pides eso? ―soltó la mochila y esta cayó al suelo, se giró y le tomó el rostro―. Ustedes pueden terminar con todo esto, no me necesitan así que...
―¿Quien dijo que no te necesitábamos? ―interrumpió Antonio, Amelia giró el rostro: vestía una playera blanca y unos jeans, sus pies estaban desnudos―. Entraremos hoy a su oficina, así que prepárense.
Chris depositó un suave beso en la frente de Amelia provocando una débil sonrisa, la soltó y camino hacia la sala, ella suspiró y lo fue detrás de él. Esta ves irían sin ningún equipo, tenía que ser una operación rápida y discreta. Los tres bajaron al estacionamiento y subieron a un auto deportivo gris. Tras una hora de viaje llegaron a la oficina de su padre, allí esperaron a que todos se fueran, cerca de las nueve treinta cerraron las puertas de cristal.
Antonio bajó del auto, seguido de Amelia, sacó una llave de su pantalón y abrió la puerta. Amelia entró corriendo, Antonio y Chris detrás de ella, llamaron al elevador y cuando este abrió sus puertas entraron.
―La caja fuerte esta debajo de su escritorio, la contraseña debe de ser esta ―le pasó una pequeña hoja rasgada con una serie de números escritos en ella―. Nosotros haremos guardia afuera, si alguien viene...
―Ya se donde esconderme ―le interrumpió de mala gana, se colocó un mechón de cabello detrás de la oreja y lo miró apenada―. Solía traerme aquí de pequeña, estoy familiarizada con el lugar.
―Bien ―las puertas se abrieron y los tres salieron, Amelia caminó con paso firme hasta la oficina de su padre, abrió la puerta y entró.
Caminó directo a su escritorio, movió la silla y dejó al descubierto la caja fuerte, comenzó a teclear la contraseña y el foco rojo cambió a verde haciendo que la pequeña puerta se abriera.
―Si... ―susurró, sacó los papeles que tenía allí dentro, se puso de pie y se sentó frente al escritorio.
―Los papeles que buscas están en el sobre café ―murmuraron. Su mirada pasó de los documentos a la pantalla de la computadora, un par de ojos negros la miraban cuidadosamente y una sonrisa tenebrosa le acompañaban―. Hola cariño ―sonrió falsamente, Amelia sintió como el alma se le iba―. ¿Te comió la lengua el ratón? Es una pena, tantas cosas que me gustarían decirte.
―¿C-Como...?
―Lo supe desde un principio ¿crees que soy idiota? Amelia hice algunas investigaciones, la verdad es que me alegro de que los hayas matado ―metió la mano a su saco, solo para sacar un puro y encender casi al instante―. Es una linda casa la que tienen aquí.
―¿Casa? ―un par de gritos se escucharon por alguna parte―. No...
―Oh si, es una linda bebé la que tuvo Antonio y con respecto al padre de Javier ―él apartó la vista de la pantalla―, pudiste conseguir a alguien mejor.
―No te atrevas a tocarlos, a ninguno de ellos.
―Si tanto te interesa; un avión privado esta esperando por ustedes, dense prisa y traigan todos esos papeles, incluyendo la USB ―estiró su brazo y volteó la cámara. Sara y Javier estaban atados de manos y pies a sus asientos, sus ojos estaban descubiertos y pudo ver la desesperación que había en sus ojos.
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Si supieras...
Fiksi PenggemarQuerida Amelia: Han pasado algunos meses desde que no sé nada de tí, me siento solo, aun asi estando rodeado de amigos. ¿Estas bien? Para serte sincero estoy preocupado por ti, desearía que cada amanecer estuvieras aquí a mi lado. ...