Cuando Javier entró a la habitación un olor a vainilla lo acarició, Amelia no estaba por ninguna parte, todas las ventanas estaban cerradas, al igual que las cortinas, la luz estaba apagada. Javier caminó a la cama y comenzó a despojarse de la ropa, caminó hasta un mueble y sacó una playera negra que siempre usaba para dormir, caminó a la cama y se recostó.
―¿Estás listo? ―habló Amelia desde el baño.
―Depende ―contestó entre risas.
―¿De qué? ―preguntó nerviosa.
―¿Que hace mi regalo en el baño? ―Javier esperó, pero ella no le contestó. La puerta del baño se abrió y Amelia salió cubierta con una bata color negro que le llegaba hasta las rodillas, apagó la luz y cerró la puerta. Caminó al pie de la cama y se detuvo a mirar a Javier―. No creo que esa bata me quede ―contestó casi sin aliento, sus manos le sudaban, Amelia le dedicó una sonrisa torpe, desató el nudo de la bata y esta se abrió, Amelia la bajó lentamente sin despegar los ojos de Javier. Su ropa interior había quedado al descubierto, un sostén de encaje negro que hacían juego con la parte de abajo. Esta ya era la segunda vez que la veía con poca ropa sólo que esta situación era muy diferente a la anterior―. Ta-tampoco creo que eso me quede... ―su voz le tembló, estaba demasiado nervioso. Amelia apoyó una mano sobre la cama, comenzó a avanzar con las rodillas sobre la cama y acariciando a Javier poco a poco. Cuando llegó a él separó sus piernas y se sentó sobre su abdomen
―¿Te gusta? ―susurró ella, pasó sus delgados dedos por él rostro de Javier, él solo asintió sin decir nada, ella sonrió complacida por la respuesta. Tomó su mano y la colocó en su cintura, parecía un muñeco de trapo, Javier estaba agradecido por la oscuridad en la habitación, así no podía ver lo rojo que estaba. Amelia comenzó a besarlo lentamente, Javier volvió en sí y le siguió el beso.
―Alondra ―susurró él, Amelia bajó a su cuello y comenzó a meter sus cálidos dedos debajo de su playera.
―Shh ―Amelia comenzó a descender lentamente entre un camino de besos―. Cállate ―susurró, Javier comenzó a subir sus manos a ella, se detuvo en su abdomen y lo miró a los ojos―. ¿Que tan lejos quieres que llegue? ―su voz estaba llena de deseo y lujuria. Recargó el rostro sobre su erección y eso hizo que la razón dejara de pensar por él.
―Tan lejos como tu quieras ―respondió sin pensarlo dos veces. Amelia sonrió, volvió a subir hasta él bruscamente y comenzó sacarle la playera, Javier pasó sus brazos a su espalda y le desabrochó el sostén de encaje, lo sacó desesperado y lo aventó al suelo.
Amelia lo empujó hacia atrás para que se acostara, volvió a su abdomen, pasó los dedos por su erección y la sacó de los boxers; comenzó a masajearla y después se la llevó a la boca, Javier soltó un gemido, tomó en sus puños la melena de Amelia y la hizo moverse más rápido. Amelia sacó de su boca la erección y volvió al rostro de Javier, él la rodeó con un brazo e hizo que ella se recostara, comenzó a besar su cuello y bajó muy despacio hasta sus pechos, se llevó uno a la boca y comenzó a succionar, el otro lo masajeó e hizo que Amelia comenzara a gemir. Siguió su camino y se detuvo en su vientre, pasó uno de sus dedos por su entrepierna, se sentó sobre sus rodillas y le sacó la panti, posó sus manos sobre sus rodillas y le abrió las piernas de par en par. Les comenzó a dar besos alternadamente hasta llegar a su intimidad, comenzó a lamer su intimidad, ella comenzó a mover lentamente su cadera y a gemir, Javier pasó por debajo sus brazos y la acercó más a él, ella bajó sus manos a su cabello y lo tomó en un puño.
―Javier ―su cuerpo se estremeció acompañado de un gemido, introdujo dos dedos dentro de ella y comenzó a moverlos sin dejar de lamer. Ella tembló, sus gemidos comenzaron a ser más fuertes, aunque ella trataba de ahogarlos. Con la mano derecha apretó en un puño la cobija―. Javier... ―se separó de ella y subió hasta su rostro, los dos quedaron cara a cara, él siguió con los movimientos y los fue acelerando, ella lo tomó del rostro y lo besó intensamente. Sin aviso alguno Javier la penetró lentamente, ella mordió su labio inferior al sentirlo dentro de ella; comenzó a moverse mientras besaba a Amelia, ella por su parte rodeó su cintura con sus pies y pasó sus brazos por su cuello acercándose más a ella.
El calor se encerró en la habitación, sus cuerpos sudaban como si estuvieran en un sauna; esa noche no se habían entregado solo por deseo o lujuria, se habían entregado por algo mucho más fuerte que eso. Amelia se había sorprendido de lo rápido que él había entrado a su vida, lo rápido que se había encariñado con él e incluso comenzar a amarlo. Javier, por su parte, no creyó que olvidaría a alguien tan rápido, Amelia había aparecido en su vida de una forma inesperada, pero estaba agradecido por eso. Se sentía feliz por haberla conocido aquel día en la plaza; aquella noche habían abierto su corazón, se habían entregado el uno al otro de una forma en la que jamás la habían hecho.
Era la primera vez que Amelia se sentía querida, nadie le había hecho daño aquella noche, nadie había intentado obligarla a nada, y se sentía bien. El sentir aquellas tiernas y delicadas caricias por su cuello, cada cálido beso en su cuello, aquellos ojos marrones que brillaban como nunca, sus cálidos y suaves dedos recorriendo su rostro, cuello, piernas y su torso.
Javier se recostó y ayudó a Amelia a subir sobre él, comenzó a mover su caderas del frente hacia atrás y de arriba abajo, él la tomó de la cintura como si tratará de ayudarla con los movimientos, una de sus manos bajó lentamente a su entrepierna y comenzó a acariciar su zona más débil. Amelia aceleró sus movimientos excitada a punto de explotar.
―Eres demasiado hermosa... ―su voz estaba demasiado agitada.
Con su brazo izquierdo rodeo su cintura y la volvió a recostar en la cama, sus movimientos se volvieron a acelerar y Amelia comenzó a gemir mucho más. Su mano derecha bajó hasta su trasero y comenzó a embestirla más fuerte, una oleada de calor recorrió su espalda al terminar. Amelia soltó agudo gemido que indicaba que ella también había terminado. Los dos se quedaron así por un momento, Javier se apoyó sobre sus codos y acarició el rostro de Amelia. Ella con sus pulgar contorneo los labios de él.
―Quiero que sea tu quien estés a mi lado por la eternidad... ―murmuró Amelia, su pecho subía y bajaba rápidamente― Y quiero que seas la luz que me guié en mi oscuridad... ―pasó su mano izquierda por su cabello y dejó caer una lágrima― No me dejes, por favor...
―Movería cielo, mar y tierra para estar contigo ―murmuró con voz grave―, jamás te dejaré Alondra Islas ―y con un beso, el pacto fue sellado; se metieron bajo las cobijas de la cama, Javier se recostó y ella se acercó recostándose sobre su brazo izquierdo. Minutos más tarde los dos se habían sumido en un profundo sueño.
Unos pocos rayos de luz entraban por las pequeñas aberturas de las cortinas, Amelia se removió entre las cobijas y miró a Javier que seguía dormido, acarició su rostro y él abrió los ojos despacio.
―No quería despertarte ―susurró Amelia apenada―, me encanta verte dormir.
―Deberías tomarme una foto para que cada mañana la veas si no estoy...
―Mmm ―se volvió a mover entre las cobijas y se acercó más a él―. Sus giras suelen ser muy largas, no se si pueda sobrevivir...
―Se pasarán rápido, eso espero... ―besó su frente y ella sonrió―. Cuando menos lo esperes estaré de regreso.
―Por lo mientras, aprovecharé cada segundo del día a tu lado ―como si fuera una niña pequeña Amelia se acurrucó en su pecho―. Cada segundo...
PD. Tranquilas no se mojen xD y no lloren, la verdad con esto último yo casi lloro.
-Nefilim-forever
ESTÁS LEYENDO
Si supieras...
FanfictionQuerida Amelia: Han pasado algunos meses desde que no sé nada de tí, me siento solo, aun asi estando rodeado de amigos. ¿Estas bien? Para serte sincero estoy preocupado por ti, desearía que cada amanecer estuvieras aquí a mi lado. ...