Capítulo XXVIII: ¿Tu?

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Pocos eran los días en los que veía a Javier a través de videollamadas, las noches eran igual de difíciles, había veces en las que ni siquiera podía dormir y esa era una de esas noches tan nefastas.

—¿Qué haces despierta tan tarde? —preguntó Javier desde el otro lado de la pantalla.

—Es difícil dormir sin ti aquí —Amelia pasó sus delgados dedos por la pantalla contorneando el rostro de Javier.

—Yo también te extraño —sonrió—. La gira está por terminar.

—¡Eso es genial! Te tendré de nuevo aquí —gritó entusiasmada—. No sabes lo mucho que te he echado de menos Javi...

—Puedo imaginarlo, siento que eres peor que mi madre. Envías más de veinte mensajes en un día contándome todo lo que haces a detalle.

—¿Te molesta? —preguntó Amelia mientras hacía un puchero.

—Claro que no mujer, al contrario, me encanta, es como si te tuviera a mi lado —su sonrisa se hizo más grande, su rostro enrojeció.

—Te extraño, Javier.

—Yo también te extraño, Amelia, ve a dormir —Amelia sacudió la cabeza para mantenerse despierta.

—No tengo sueño... —susurro.

—¿Que no? Estas mas dormida que despierta, ve a dormir.

—Esta bien, ya voy mamá —se metió entre las cobijas, apoyo la computadora sobre su vientre y bajó un poco la pantalla para que Javier viera que ya se había acostado—. Descansa, Javier.

—Dulces sueños, Amelia. Te amo.

—Yo también te amo —Javier se despidió por ultima vez con la mano y desconecto la llamada, Amelia cerro de golpe el ordenador y se sumió en un profundo y tranquilo sueño.



—¿Tienes que venir todos los días? —pregunto somnolienta, se dejó caer en el sofá y subió los pies al descansabrazos.

—Yo solo hago lo que Javier me a pedido —rio el moreno mientras caminaba con toda la confianza del mundo hasta la cocina y rebuscaba en el refrigerador—. Si quieres quejate con él.

—Jimenez, no soy una niña pequeña.

—Pues lo pareces —habló con la boca llena, tomó los pies de la chica y los bajo para sentarse al lado de ella. Subieron los pies a la mesa de centro.

—Los están cazando, Leo —hablo Amelia en un tono serio, tomó el control y prendió la televisión.

—Han encontrado otro cadáver a las afueras de la Ciudad de México, aún no se sabe quién es el responsable de todas estas muertes —hablo una reportera. En un pequeño cuadro en la parte interior izquierda estaban pasando el reportaje, un cadáver estaba tendido sobre el suelo mojado cubierto con una sábana color blanco.

Ya van al menos cinco cuerpos que se han encontrado en estas circunstancias  ―habló un reportero desde la escena del crimen,

Esto me asquea... —Leo tomó el control y cambio de canal.

—¿Le has dicho algo? ―preguntó la chica sin mirarlo.

—Mira, en este canal están pasando uno de mis vídeos —ignoro a Amelia.

—¿Qué le has dicho? ―alzó la voz

—Pero que guapo me veo... —Amelia le dio un golpe en el brazo e hizo que se miraran— No le he dicho nada, ni le diré nada. Los problemas que tengas con tu familia no me incumben, ni tampoco a él, es mi amigo y no quiero que vuelva a pasar por lo mismo que meses atrás.

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