Si supieras...

Capítulo XXV: Una enana con un bate.

—¿Me estas acosando? ―Amelia dejó un menú frente a Javier y este sonrió.

—Me gusta la comida que sirven aquí... ―Le dedicó una sonrisa mostrando sus dientes, Amelia trató de ocultar su sonrisa― ¿Algo que me recomiendes?

—Mmm... ―se llevó la pluma a la boca con la mano izquierda y la derecha debajo de este brazo―. Hay spaghetti con calabaza, tortitas de papa con una porción de ensalada ―la mirada de Amelia se volvió seria, se recargó en la mesa y se sentó junto a Javier.

—¿Qué pasa? ―Javier miró por la ventana pero no pudo ver nada. Amelia fue bajando hasta quedar debajo de la mesa―. Amelia...

—¿Sigue allí fuera? ―«Mierda, como demonios me encontró. ¿Por que te vio en el aeropuerto será? ¡Cómo sabía en qué parte estoy!»

—¿Quien? ―Javier se había recostado en el asiento doble y la miró preocupado.

—Hay un hombre, es alto, tiene el cabello oscuro y tiene lentes de sol... ―susurró Amelia, tomó el rostro de Javier y lo acercó a ella―. ¿Sigue ahí? ―Javier se sentó y miró por la ventana.

—Pantalones de mezclilla y una playera color negra? ―Preguntó Javier.

—Si, ¿porque?

—Por que esta en el mostrador ―Amelia dio un pequeño salto golpeándose la cabeza con la mesa, Javier le dio un pequeño golpe con el pie.

—Buenas tardes señor ―saludó él.

—Hola... ―respondió Javier nervioso

—¿Ha visto a esta chica? ―Amelia suponía que traía consigo una foto o algo así, pero en el poco tiempo que llevaba viviendo en Madrid había cambiado varias cosas en ella.

—Hmm... ―Javier volvió a darle un golpe y Amelia lo abrazó del pie como si fuera una niña pequeña― No... Pero si la veo te diré donde se encuentra.

—Que raro. En la barra me dijeron que estaba debajo de esta mesa... ―Amelia vio como las rodillas se flexionan, un rostro lleno de furia se asó fuera―. Estas muerta ―susurró.

—No... ―Amelia se aferró más a Javier.

Amelia despertó mirando a su alrededor, Javier no estaba en la cama, en su lugar había un hoja doblada por la mitad.

«Tuve que ir a una entrevista con los chicos, espero no tardar mucho. Te quiero»

Amelia se levantó de la cama de mala gana, caminó desnuda hasta el baño y se encerró en este, abrió el cajón de su gabinete y sacó una prueba de embarazo.

—Tienes que dar negativo... ―murmuró para ella misma, espero diez minutos y miro la prueba con miedo―. Bien... Que bien ―tomó la prueba y la tiró al bote. Se metió a la regadera y comenzó a ducharse. Cuando salió de la regadera caminó hasta la habitación y sacó ropa interior limpia, se miró en el espejo completo y tocó su vientre «Te verías hermosa...» pensó en lo que Javier le había dicho, se puso el uniforme de la cafetería, se arregló y salió de la casa.

―Buenos días, Amelia... ―saludó Fernanda, Amelia le sonrió.

―Buenos días, Fer ―Fernanda subió su mano izquierda alegre―. ¿Es de verdad?

―¡Si! ―comenzó a brincar emocionada.

―¿Cuando fue?

―Ayer en la noche, estábamos cenando y pues... Amelia, estoy tan feliz...