capítulo 23.

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Apenas Harry terminó de bañarse y prepararse para salir, aprovechó el tiempo de sobra para salir de su habitación y dirigirse donde su madre, con la mínima esperanza de hablar con ella por primera vez y poder tratar de entablar una conversación con ella con el propósito de empezar a tener una relación más cercana.

Caminó a su habitación, logró escuchar como una persona se quejaba y tosía con fuerza. Al entrar, noto como su madre sostenía un pequeño bote —claramente de pastillas— y lucía pálida.

Harry se apresuró al notar como su madre tenía un leve mareo, para así lograr ayudarla a sostenerse y recostarla en su cama.

—Estás enferma, ¿por qué no me avisaste? —preguntó Harry preocupado y entrando al baño a tomar una pequeña toalla y remojándola en agua para colocarla en su frente.

Después de todo Harry siempre ha sido un chico amoroso y generoso. Y aunque su madre le había hecho la vida miserable, nunca podrá odiarla. Simplemente su corazón era demasiado humilde para cargar con tal sentimiento.

—Estás muy mal —murmuró Harry tocando sus mejillas y cuello notando la temperatura de este.

—¿Qué haces aquí? Largo, no quiero que arruines mi día de nuevo —soltó con odio apartando las manos de su hijo.

—Quiero hablar contigo, es importante.

—No me interesa todo lo que tenga que ver con inmoralidad. Si quieres hablarme de Louis Tomlinson y sus relaciones homosexuales, mejor largo de mi habitación. Es más tolerable un vagabundo que tú y tu enfermedad —dijo la mujer con asco, refiriéndose a la homosexualidad como una 'enfermedad' claramente psicológica.

—Madre, se lo ruego —contuvo sus lágrimas y tomó la mano de la mujer frente suyo.

—No me llames madre, yo no te considero como un hijo, Harry. ¡Largo! ¡No quiero verte! —el rizado hizo una leve inclinación y salió de la habitación con lágrimas amenazando por salir.

Simplemente no logro evitarlo. La espalda del rizado se apoyó en la pared al lado de la puerta de la habitación de su madre y tapó su boca con sus manos para poder así callar sus llantos, evitando que su madre escuchara y se alertara hasta el punto de querer golpearlo de nuevo, como en los viejos tiempos.

Harry nunca entendería la diferencia de amar a un chico con la de amar a una chica. Todos somos humanos con derecho a amar a alguien, pensaba tratando de tranquilizarse y limpiar sus lágrimas para mejor esperar por Louis.

Harry no se gustaba a sí mismo, se sentía temeroso, agobiado y desesperado ante la crítica situación de su vida, la cual ha sido siempre llena de deseos malignos de parte de sus padres para poder cambiarlo, y convertirlo una mejor persona. Una moral y digna de todo hombre, una donde tenga una familia, sea victorioso, reconocido y respetado ante todo, como un hombre debería de ser.

Pero Harry simplemente no era igual a los demás, él había sido diferente desde pequeño y lo sabía, sabía que algo no estaba bien con él desde el principio.

El hecho de envidiar a sus amigas cuando estaba pequeño, envidiar sus prendas, sus lindos cabellos y sentirse atraídas por los niños, porque son niñas y las niñas tienen que ser lindas y afeminadas.

Y un niño, jugar con carritos, usar ropas oscuras o poco llamativas, llevar siempre el cabello igual y sentirse atraídos por las niñas, porque son niños y los niños tiene que ser fuertes y masculinos.

Todo impuesto por la sociedad, simples estereotipos, los cuales Harry no había cumplido en su familia.

A él no le gustaban las ropas oscuras, no le gustaban los juguetes para niño, no era fuerte ni masculino. A Harry simplemente le gustaban los colores claros —en preferencia pasteles—, amaba el maquillaje y le atraían los chicos.

matrimonio; larryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora