capítulo 33.

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dedicado a lesbianarespetada

Harry miraba la nota con curiosidad, la analizaba y trataba de descifrarla, ya que por alguna razón, él sentía un vacío en su pecho.

La nota decía exactamente:

"Quiero pedirte un favor antes de irme, y ese es que debes tomar las pastillas que están al lado de esta nota. Esas pastillas son muy importantes para tu salud, es importante para los dos, y por eso debes tomarlas, te lo ruego. También quiero decirte que te aprecio mucho, más de lo que te imaginas, Harry. Si pudiera, repetiría todos los momentos que pasamos juntos una y otra vez.

Gracias por todo, pequeño."

Frunció el ceño y abulto sus labios, dejó la nota en su lugar y tomó la caja de pastillas junto con un vaso de agua para tomar una con cuidado ya que Harry odiaba las pastillas y le costaba mucho trabajo poder tomar una. Miró el reloj y notó lo tarde que era, por lo que decidió tomar sus zapatos y un gran suéter para ir a buscar a alguien con quien jugar ya que estaba aburrido.

Harry siempre había sido como un niño, uno el cual necesitaba juguetes, películas animadas y personas para pasar el rato jugando. Un chico completamente inmaduro, berrinchudo e inocente.

Después de abrochar sus botines y colocar su suéter color verde, salió de la cabaña con una reluciente sonrisa con la cual empezó a caminar con energía por los grandes jardines llenos de árboles y arbustos cubiertos con la friolenta nieve.

Se veía tan reluciente, lleno de felicidad y esperanza en él, como si toda la maldad y dolor hubiera desaparecido.

Como si la felicidad aún viviera dentro de él.

Harry tocó el timbre repetidas veces, mientras esperaba que alguien le abriera, jugaba con el pequeño adorno navideño colgado a un lado de la gran puerta de madera y observaba sus botines favoritos con felicidad.

La puerta fue abierta dos minutos después por Lottie la cual no se le veía nada bien, Harry lo había notado al instante.

—¿Lottie? —Harry la miró con curiosidad y esta sólo trato de sonreír—. ¿Estás bien?

—¿Quieres ver mi habitación de lectura? —preguntó evitando el tema.

—Bien, pero pasaré a la cocina por algunos pastelillos —respondió no muy convencido. Apenas entró, corrió hacia la cocina y tomó un tazón lleno de pequeños pastelitos de chocolate y fresa junto con una botella con chocolate líquido. Definitivamente el chocolate era la debilidad de Harry.

Ya en la biblioteca, Lottie leía en voz alta uno de los cuentos infantiles de las estanterías, con Harry a su lado prestando atención y degustando el chocolate líquido con sus dedos.

Lottie detuvo la lectura y apretó el delgado libro con sus dedos. Tenía que decirle a Harry, no podía evitarlo, era necesario. Había convencido al padre de Harry de que ella le diría lo que pasaba con su madre, no quería que su padre lo contase por el simple hecho de que estaba muy mal y no quería que Harry se alterara y quisiera irse así por así.

—¿Por qué te detienes? ¿Quieres un pastelillo? —le preguntó estirándose hacia el tazón y tomando uno de fresa—. ¿Sí?

—Harry, ¿qué sientes por tu madre? —Harry se encogió de hombros y dio una mordida a uno de los postres.

—Siento cariño, eso tienen que sentir los hijos por sus madres, ¿no?

—Pero ella te ha hecho mucho daño, Harry. ¿Por qué querer a alguien que te ha hecho daño?

matrimonio; larryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora