Entre Hermanos (Terminada)

Capítulo 36.

(POV MELANIE LEE BAKER)

Su auto olía a moras del bosque, era un olor realmente relajante pero aún estaba tensa, no dejaba de mirarlo por el rabillo del ojo y se veía tan elegante y perfecto pero era mi director y yo estaba en un auto con él. Me causaba terror pensar que alguien pudiera saberlo.

Al llegar al restaurante baje del auto antes de que él pudiera dar la vuelta y abrirme la puerta, mi cara se sentía caliente y quería en lo mayor posible evitar que mi sonrisa saliera porque Nathan en cambio no paraba de sonreír, como si hubiera ganado un premio y ese pensamiento me hizo sentir realmente mal. Un chico de unos dos metros de alto y perfecto traje de gala nos atendió y nos llevó a la mesa que Nathan había reservado, miré hacia todos lados y era el restaurante más elegante al que había ido, todos los presentes eran gente muy refinada y muy bien vestida, yo en cambio tenía puesto un Jean ajustado y una blusa holgada con una chaqueta de cuero, que en realidad creía que era cuero falso pero aún así, me sentí mal al entrar con Nathan que estaba vestido de etiqueta.

-¿Y la señorita que desea pedir?- una voz me sacó de mis pensamientos y de mi mirada puesta en un candelabro gigante.

-¿tu ya pediste?- Nathan asintió con una sonrisa burlona en su cara -¿Qué pediste?

-un filete con salsa de.. de- miró al camarero esperando que completará su frase.

-De piña señor, también pidió puré de papá y ensalada agridulce.

-Eso pedí

-Ok, entonces tráeme lo mismo pero en vez de el puré de papa cualquier tipo de arroz- le entregué la carta -Gracias.

Nathan seguía con su sonrisa burlona pero sus labios se veían perfectos, mi mirada perdida ahora se perdía en los labios de Nathan, mis pensamientos se alejaron cuando escuche su voz.

-y bien, ¿vas a contarme porque corrías a casa con tanto enojo?

-Si estaba muy enojada como ya lo dijiste

-y porque lo estabas

-No creo que te interese saber la razón

-Claro que me interesa, me interesan tus problemas- su sonrisa era perfecta

-Eres el director, no el consejero- trataba de no verme tan obvia, no quería que supiera que me estaba volviendo loca con su presencia- y ¿porque me trajiste aquí? esto es demasiado.

-Es porque me caes muy bien- respondió rápidamente.

-a mí me cae bien mucha gente, pero no por eso voy a invitarlos a cenar a el lugar más caro de la ciudad, es completamente innecesario.

-bueno, es porque me pareces muy guapa.

-Conoces muchas chicas guapas a las que no invitas a esto, tiene que ser algo más- lo retaba con la mirada.

-Si pero son todas tontas, tu madurez me gusta.

-¿Mi madurez?- justo antes de que él pudiera responder llegó la comida, se veía deliciosa y yo realmente tenía mucha hambre y eso por más que quisiera no podía ocultarlo, empecé a comer si decir más.

Nathan me observaba con atención mientras comía, su sonrisa ya no era burlona más bien era enternecida.

-Señor Carter, me alegra verlo- una voz atrás de mí hizo que parara de comer.

-Señor McKenzie, ¿Cómo está?- sonrió pero esta vez era hipócritamente, Ian estaba aquí.

-Muy bien, mis notas han mejorado ¿Lo notó?- esa voz, Ian estaba detrás de mí y yo solamente rezaba porque no me reconociera por detrás, mi cuerpo estaba tenso y aunque tenía un poco de comida en la boca no podia masticarla, no quería hacer ningún movimiento.

-Si lo noté, lo felicito sinceramente

-Muchas gracias

-y ¿Qué haces por aquí?- Nathan me miraba de reojo y parecía asustado, me sentía mal, tenía ganas de vomitar y probablemente estaba pálida.

-Vine a cenar con mis padres, aunque yo le parezca un bruto o algo asi, mi familia tiene una posición, no se le extrañe verme por aquí señor Carter.

-No para nada Mckenzie, siempre me pareció de estrato alto, en sus relojes caros se le nota- Nathan levantó las cejas expresando burla hacia el. 

-Claro, bueno hasta luego señor y señora Carter, que disfruten su cena- al oírlo decir eso voltee para verlo, no pude evitarlo, mi cara estaba realmente asombrada y probablemente muy roja porque sentía el calor subir por mis mejillas, Ian me veía con una sonrisa burlona, él sabía que era yo .

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