XXXIII

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     —Me contó Louis que lo perforaste hasta donde no tenía agujeros. —Harry frunció el ceño luego de haberse sentado en el asiento frente a Gemma.

     —¿Louis te contó eso? —Gemma asintió con una gran sonrisa.

     —Sí. —Harry negó.

     —¿Cómo se atreve? —murmuró y frotó sus manos contra su rostro. —¿Es que acaso no puede quedarse callado por una vez en su vida? —Gemma negó.

     —No, como ves... bueno, en realidad no es su culpa. —Harry la observó después confundido.

     —¿A qué te refieres? —Gemma se encogió de hombros.

     —Tengo mis encantos. —el rizado puso los ojos en blanco y se paró de su asiento.

     —Eres una completa idiota, deja de meterte en nuestra vida. Iré a ver Louis, ni sé porqué estoy metido en tu oficina si no te soporto. —se dio media vuelta y salió de allí mientras Gemma observaba sus movimientos divertidamente.

     —Es un aburrido. —bufó y siguió con su trabajo.

Harry caminó lentamente mientras miraba a su alrededor, raro. No veía a la castaña desquiciada que siempre aparecía en medio de su camino y le hacía la vida imposible en tan sólo un minuto... o un segundo. Frunció el ceño al no tener rastro de ella, es que en verdad quería restregarle en la cara nuevamente que Louis era suyo y de nadie más. Que ella no es nadie, que su nariz es parecida a la de un tucán y que era sumamente grande.

Hizo un puchero y se dispuso a seguir su camino. Llegando ya a la oficina tocó tres veces la puerta de ésta con sus nudillos. No respondía, segundos después escucha unos murmullos y acercó más sus oídos hacia el lugar cerrado. Era una voz femenina y muy conocida.

Volvió a tocar tres veces la puerta para segundos después encontrarse con una castaña despeinada y sonriente. Frunció aún más el ceño al verla con su traje desabotonado. Dio un paso adelante seguido de abrir sus ojos como platos y entreabrir su boca.

Eso tenía que ser una broma de parte de la chica. Claro que sí, pero en la forma que estaba Louis no respondía eso, de hecho lo obviaba aún más, su pecho estaba desnudo y su cinturón desabrochado, tenía besos regados por todas partes y mordidas en su cuello. Su rostro decía que no era una broma, Louis estaba sonriendo mientras lo miraba, eso sí era cruel.

Con ganas de llorar, se giró y salió de allí mientras escuchaba la carcajada maligna de Eleanor. Ni se inmutó a entrar a la oficina de Gemma y despedirse, sólo corrió hacia el elevador y salió del edificio.

[…]

     —Harry... Harry cariño, ¿dónde estás? —Gemma había llegado y llamaba a su hermano mientras ponía su bolso en uno de los muebles de la sala. —Harry, quiero que me cuentes todo sobre cómo Louis perdió la virginidad por su parte trasera. —caminó hacia las escaleras. —Por favor necesito escucharlo de tu boca, sonará más profesional y más delicado. —no dudó dos veces en abrir la puerta del cuarto de su hermano y entró encontrándose con un Harry llorando mientras se comía un bote de helado.

La rubia frunció el ceño y caminó hacia él lentamente.

     —¿Y ahora qué? —preguntó bufando mientras se sentaba a su lado. —No me digas que Fionn hizo una de las suyas, otra vez. —Harry tomó otra cucharada gigantesca de helado y luego habló.

     —¡Louis me engaña con esa ninfómana narizona de cuarta que sólo piensa en sexo y sólo sexo, sexo, sexo! Aún no puedo creer esa escena... Dios mío quiero morir. —soltó un sollozo mientras Gemma lo rodeaba con sus brazos mientras su ceño se iba frunciendo. Tomó otra cucharada de helado. —Y este helado de chocolate está malditamente amargo. —soltó un suspiro y la rubia se sintió rara. Harry parecía una adolescente en su período de menstruación.

La maravillosa jugada de Gemma Styles ∽ L.S©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora