Capitulo 22

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– ¿Me vas a contar porque tuviste un mal día? – Preguntó Matteo.

­– Prefiero no hablar de eso.

– Esta bien. Pero déjame subirte el ánimo. ¿Te invito una malteada?

– Bueno, está bien. – No tenía nada mejor que hacer, y no quería volver a casa aun. 

– Vamos que aquí cerca conozco un lindo lugar, donde son muy ricas.

Fuimos a la cafetería que dijo Matteo, era algo pequeña. Pero era un lugar tan acogedor que era imposible no sentirse a gusto. Matteo fue por las malteadas y yo fui a buscar una mesa.

­– Toma tu malteada. – Dijo Matteo sentándose frente a mí.

– Gracias.

– ¿Ya te sientes mejor?

– Algo, la verdad gracias por tu compañía.

– Soy el mejor compañero que podrías tener.

– Sí, claro.

– ¿No me crees? – Dijo acercándose mucho a mí, con esa sonrisa tan característica de él. Eso me puso nerviosa y en un intento de reacción lo empuje suavemente pero termine empujando también su malteada y ensuciandolo todo.

– Perdón, perdón... No, no. –Dije mirando hacia todos lados buscando con que poder limpiarlo. – Perdóname de verdad, no me di cuenta. Pero mira eso no es difícil de quitar, o si. No se pero...

– ¿Estás segura? No pareces muy segura. Mejor yo arreglo esto, aunque me manchaste mucho.

– Si, enserio perdón no me di cuenta – Dije con una pequeña risa nerviosa. – De verdad.

– ¿Segura? Bueno no pasa nada. – Dijo, y al instante metió su pitillo en el licuado, y comenzó a lanzarme licuado.

– ¿Qué te pasa? – Solté una carcajada. – ¿Qué? Ahora te vas a vengar.

– No que te pasa, no es una venganza. Tranquila – Dijo mientras seguía arrojándome todo el licuado. Y riendo a carcajadas.

Iba a meter también el mío para arrojarlo.

– No, ya tranquila. – Me interrumpió. – No le hice caso, y le arroje licuado. Él se estaba preparando para tirar más.

Solté una carcajada y me cubrí. – Oye no más, ¿Tregua? Y mejor límpiate antes de que te ensucies más.

– Está bien – Dijo tomando unas servilletas y limpiándose.

– Ven espera, déjame ayudarte ­– Dije entre risas mientras me acercaba a él. Cuando estaba ayudando a limpiarlo estábamos cerca, y nuestras miradas se quedaron fijas y las risas se extinguieron solo estábamos viéndonos fijamente. Pero cuando ambos despertamos del trance y nos dimos cuenta de que había sucedido nos sentimos incómodos. El ambiente se puso algo tenso.

– Mira también hay que limpiar la mesa – Dijo tomando más servilletas.

– Si – Dije incomoda ­– Oye, creo que es mejor que me vaya ya a mi casa.

– Si, tienes razón. ¿Te molestaría si te acompaño?

– No. 

Y nos fuimos hablando bastante a gusto. Matteo cuando no hablaba como un presumido era bastante agradable. Sentía que estaba viendo al verdadero Matteo y eso me gustaba.

– Gracias por acompañarme.

– Fue un placer, y espero que estés bien. Y que se te haya subido un poco el ánimo.

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