Ve sola

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Viernes
7:45 No tiene mensajes nuevos /apagar teléfono.

–¡Stephanie Perales levántate ya de la cama! –grita fuerte mi mamá y cuando me llamaba por mi apellido era porque estaba en problemas– ¡Sal de la cama ya! Estas allí desde el miércoles, ni siquiera te bañas.

–Solo necesito dormir otro poco –me cubro con la manta para no verla.

–No entiendo que es lo que te sucede ¿Discutiste con Ali? Nada puede ser tan grave como para dejar de bañarte –vuelve a insistir y no le respondo.

No había discutido con Ali, pero tampoco quería hablarle.

Mamá me quita la manta de un tirón y comienza a jalarme de los pies para arrastrarme fuera de la cama.

–¡Mamá! –reclamo e intento aferrarme a mi cama pero ella tiene más fuerza.

–Te ducharás y te vestirás como una persona normal –dice mientras me arrastra al baño.

–Ok ok me baño ¿bien? –le digo y deja de arrastrarme.

Intento fingir que todo está bien para que mi mamá deje de preguntar el porqué de mi no querer salir de la cama.

–¡Al fin! ¿Estás viva? –dice Ali al teléfono cuando respondo.

–Si, aún respiro –le digo y me tiro en la cama. Mi mamá había salido a hacer las compras y no estaría viendo que volví al viejo habito.

–Necesito que vengas a casa, mis papás volvieron a pelear y será mejor si estás conmigo, al menos cuando estás ellos dejan de gritar y fingen ser normales.

Los papás de Ali se habían separado varías veces, pero habían vuelto de forma definitiva esta vez o al menos eso parecía. Cuando la mamá de Ali quedó embarazada de Tomas, el hermano menor de Ali, ellos decidieron volver pero las cosas seguían mal. Así que Ali cada vez que quería escapar de ellos venía a casa o bien me quedaba yo en la de ella. Pero hoy no tenía ánimos de ser el salvavidas de Ali de nuevo.

–Tienes que venir ¡Por favor Steph! En verdad te necesito –insiste en cuanto le dije que no me sentía bien para ir.

Acepte la invitación de Ali, no podía seguir en casa tirada en la cama solo porque un chico al que conocí hace un par de semanas no le importo.

No era el fin del mundo, lo sabía, pero se sentía muy parecido.

Había tenido esperanzas y estas son la perdición de hombre. Creí que por primera vez le había importado a alguien, que le gustaba, me había invitado a salir, había coqueteado conmigo, todo había resultado perfecto y simplemente desaparece sin decir nada. No podía hacer eso, debía decirme porque, no había hecho nada malo para que dejara de hablarme de un día para el otro.

Iría a buscarlo, a preguntarle si todo estaba bien, al menos me debía eso.

Fui sola al Bosque, era viernes y seguramente estaría allí trabajando. Para cuando llegue la valentía con la que había ido se había esfumado.

Respire hondo y me repetí porque había ido hasta allí antes de entrar. Él estaba en el mismo sitio que la otra vez, sirviendo cervezas y guardando el dinero rápido para volver a atender a otro cliente.

Volví a pensar en que decirle, quizás estaba ocupado y no tendría tiempo. Pero solo había una manera de saberlo.

–Hola –digo una vez que me acerco y aguardo a ver su reacción.

Parecía sorprendido pero tampoco tanto, era algo indiferente. Me devuelve una media sonrisa y parece que solo obtendré eso de él.

–¿Cómo estas? –pregunto de forma ya algo forzosa ante su silencio.

Tú & YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora