Tú & Yo

Geranios

Sábado
No supe más de Teo. Mi teléfono se sentía vacío sin sus mensajes por la mañana, pero mi decisión había sido la mejor. Y aun así me sentía vacía. Teo se merecía más de lo que podía darle, no quería estar con él si aún seguía pensando en otro chico, porque pese a que yo no bese a Mike, si lo había disfrutado y no lo había detenido.

El lunes comenzarían las clases y me sentiría todavía más sola. Hace una semana me preocupaba cómo sería ser la novia de Teo Di Saucedo cuando llegara al instituto y ahora me pregunto cómo será cuando lo cruce por los pasillos y ni siquiera me salude. Quizás lo haga, él no es de ese tipo de persona pero me evitará, él y todos los demás.

Alex fue el único que si respondía mis mensajes e incluso vino a verme y pasar la tarde conmigo.

Mamá no dijo nada de que me quedara el resto del día en mi cuarto y tampoco pregunto que había sucedido o si había arreglado las cosas. Creo que no era tan tonta como para creer que Teo me había perdonado el viernes a la noche cuando fue por mi a su casa. De todos modos, ella no pregunto nada, sé que aguardaba a que yo hablara en algún momento pero no quería hacerlo.

Había olvidado la fiesta de inicio de curso, no es como si antes me hubiera importado mucho pero ver a Teo pasándolo bien como si nada hacía que mi pecho doliera.

Domingo
Alison no me había vuelto a hablar. Le envié varios mensajes hasta que envió uno diciendo que la dejara en paz, que no quería volver a verme. Supongo que me lo merecía en el fondo ese día quería causarle dolor, el mismo que ella me había causado.

–¿Cómo estas? –me pregunta Lara.

–A punto de ponerme a llorar porque te vas –le respondo dramatizando un llanto fingido– No sé que haré sin ti ahora que vuelves a la universidad.

–No me refería a eso Steph –dice preocupada.

–Estoy bien...estaré bien –no tenía porque mentirle, era mi prima y me conocía– Además...fue mi decisión y fue lo mejor.

–Bien –dicen sin estar del todo convencida –Mi teléfono estará disponible para ti cualquier día y a cualquier hora ¿Lo sabes? –me asegura y la abrazo.

–Lo sé –susurro a su odio sin despegarme de ella. Al fin actuaba como mi hermana mayor, como siempre lo habíamos sido y se iba lejos de mí haciéndome sentir más sola que nunca. Odiaba esa parte de encariñarme con las personas, porque cuando ya no están te sientes tan perdido.