Misión imposible

147 8 3
                                    

–No puedo creer que haya dejado que me convencieras –se queja en cuanto estamos frente a la casa de Leo– Es una completa locura

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

–No puedo creer que haya dejado que me convencieras –se queja en cuanto estamos frente a la casa de Leo– Es una completa locura.

Leo vivía a unas cuadras de la heladería, mientras tiraba de Lara por la calle intentando convencerla ya habíamos llegado.

Era tal como la recordaba, una casa americana con un jardín enorme. Aún tenían el cartero con las estatuillas de dos duendes enamorados. Recuerdo que me resultaban terroríficos cuando era chica.

Mamá
Stephanie dónde están? Se suponía que traerían helado de postre para todos!!!! No que se lo comerían ustedes solas!!!!!!😡😡
Leído

–¿Quién es?

–¡Dios! Mi mamá –veo el mensaje– Olvídamos comprar el helado.

–¿Lo ves? Es una señal –se exaspera– Debemos irnos. Tu mamá nos matará.

–Es helado, no el fin del mundo –la tranquilizó.

–Esto es una locura. Ni siquiera se debe acordar de mí ¿Qué le dire? –comienza a dar pasos sin sentido y me pone aún más nerviosa– Dime algo Steph, estoy volviéndome loca!

–Pasaremos y veremos si está y sino nos iremos y punto –intento tranquilizarla, nunca vi tan vulnerable a Lara.

–¿Stephanie? ¿Qué haces aquí? –pregunta una voz masculina mientras sigo intentando hacer razonar a mi prima.

Me voy vuelta y veo a alguien que daba por muerto.

–Augusto Keanton –formulo en voz alta.

Si Lara pensaba que Leo no se daría cuenta de quien era ella, yo jamás podía creer que Augusto, él mismísimo Augusto Keanton me recordara y aún menos mi nombre. Nadie sabía mi nombre, todos me llamaban la amiga de Ali, sin mencionar como me llamaba Augusto cuando aún iba con nosotras al colegio: cuatro ojos.

Maldito, desgraciado, manipulador y repugnante Augusto Keanton.

–¡Ey! –formulan mis labios pero mi cuerpo aún permanece inmóvil.

–¿Augusto? –dice mi prima sacándome del transe– Woah! Estás...

Parece que es familiar lo de quedarse sin palabras.

–¿Hermoso? –sonríe.

–Iba a decir alto y...grande...

Si la pubertad nos llega a todos, con Augusto había hecho maravillas. El término "grande" de Lara era la forma sutil de decir que sus brazos eran los de un nadador, su abdomen podría servir de tabla de surf y que incluso para alguien como yo que lo odiaba con toda la profundidad de mi alma, si, Augusto Keanton lucia extremada y dolorosamente sexy.

–¿Lara?

Dios, las presentaciones sorpresa no acabarían nunca.

–Leo, que casualidad –dice Lara y extiende su más hermosa sonrisa. Ambos se saludan con cordialidad, como dos antiguos amigos que fingen quererse cuando todo es en verdad extraño.

Tú & YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora