5.

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Entró a su casa mientras sorbía por la nariz temblando y se abrazaba más a su abrigo rosa pálido.

Enserio hacía mucho frío afuera, tal parece que el invierno ya iba haciendo aparición.

Cerró la puerta e iba a gritar que ya estaba en casa, pero recordó que sus padres se encontraban en Europa y ya no la escucharían, y seguro Shawn estaría preparándose o estudiando algo para cuando comience la universidad y no lo quería interrumpir.

Ni siquiera sabía si estaba en casa o no.

Bostezó cansada y se dirigió a su habitación a pasos lentos, teniendo frío. Parece que la calefacción está apagada, pero se sentía tan cansada que ni siquiera quería encenderla.

Eran al rededor de las 6 o 7 de la tarde y todo el día había estado fuera de casa con la campaña de Guess, no sabía que iba a demorar tanto o sino le habría dicho a Shawn que vaya con ella a la campaña para que pueda almorzar ahí con todos y no esté solo ahí. ¿Habrá almorzado algo? Se había olvidado completamente de que el chico no conocía la ciudad.

Ella había almorzado muy poco, por alguna razón se encontraba sin apetito ese día y sólo veía como su novio comía mientras ella tomaba su jugo de naranja. Todo lo que comían le daba asco a pesar que eran sus comidas favoritas.

Bostezó nuevamente y subió las escaleras a su habitación mientras veía su celular y sonreía al leer los mensajes de su novio.

Se siente tan bien de que ya hayan arreglado las cosas, la hace muy feliz.

Abrió la puerta blanca de su habitación y dejó su bolso en un sofá blanco que estaba al lado de su puerta. Dejó las llaves en un estante y se quitó sus botas altas mientras buscaba su pijama de unicornios.

Al encontrarla, se cambió y sacó un hedredón más grueso con el qué taparse ese día ya que el clima estaba helando y lo tendió en su grande cama. Se metió en ella y, en segundos, ya estaba totalmente dormida.

(...)

Entró en la casa mientras dejaba a un lado la bolsa en la que tenía un té verde de Starbucks y cerró la puerta.

No pensaba que en estos tiempos hiciera tanto frío en Nueva York, pero en la casa también estaba helando y eso no era normal.

Se dirigió a la calefacción y, sus sospechas eran ciertas, estaba apagada y el clima del exterior era el mismo que ahí. La acomodó para que no hiciera tanto frío ahí adentro y siguió tomando su té verde. 

Se había perdido en la ciudad buscando un restaurante o algún lugar de comida para poder almorzar y, al final, terminó en un Starbucks cerca a la casa, donde se comió un croissant y un capuccino.

Ese fue su almuerzo a las 5 de la tarde, ya que pensó que Camila llegaría a almorzar con él y la esperó hasta esa hora. Pero la chica no apareció y salió a almorzar solo porque tenía mucha hambre.

¿Ya habrá llegado? 

-¿Camila? -llamó mientras la buscaba por la casa. No había ni en el living, ni en la cocina, ni en el parque o en la piscina, así que debería estar en el piso de las habitaciones.

Subió las escaleras y fue directo a la habitación de la castaña, la que le había mostrado el día anterior, y tocó la puerta.

-¿Camila? -volvió a llamar, sin respuesta. Tuvo la duda de si pasar o no, ya que no quería ser irrespetuoso o maleducado, pero debía saber si la castaña estaba o no en la casa a pedido del señor Cabello, que lo había llamado anteriormente desde Europa.

Tomó aire y abrió la puerta lentamente. Cuando se hubo abierto por completo, pudo contemplar que la castaña sí estaba ahí, pero estaba dormida y no con el mejor aspecto. Tenía un enorme edredón sobre ella.

Entro en la habitación y prendió la luz. Sus mejillas estaban muy sonrosadas y, al parecer estaba temblando de frío.

Tenía mal aspecto.

Se acercó hasta la castaña y apartó unos cabellos rebeldes que cubrían su rostro maquillado. Tocó suavemente una de sus mejillas y su frente mientas con la otra mano tocaba levemente su cuello.

Efectivamente, tenía mucha calentura.

Si no quería que empeorara debía hacer algo.

-¿Camila? Levántate, estás con fiebre. -le susurró el chico, moviéndola levemente. La castaña gruñó fastidiada y se tapó más con el edredón.- Te pondré el termómetro, ¿sí? -dijo el chico, sin dejar de agitarla lentamente. La castaña entreabrió los ojos después de unos segundos y volvió a gruñir. Sus ojos estaban irritados.

-¿Qué dices? -preguntó con la voz ronca, mirándolo.

-Que estás con fiebre y te pondré un termómetro. -dijo el chico, saliendo de la habitación de la castaña a buscar el aparato.

Recuerda que en el baño principal había un botiquín y, tal vez, ahí se encuentre el termómetro. Comenzó a buscar entre todas las medicinas y pastillas el pequeño aparato y, cuando dio con su objetivo, lo sacó del botiquín y se dirigió nuevamente al cuarto de la castaña, quién se había vuelto a dormir.

-Creo que sería mejor que te sientes, ¿sí? -le dijo el chico a Camila, suavemente. La chica gruñó molesta y se sentó lentamente en su cama, con la mirada entrecerrada del cansancio y de la fiebre.- A ver... -dijo agitando el termómetro.- Abre ligeramente la boca. -pidió el chico y la castaña obedeció, Shawn le puso el termómetro y la chica movió la cabeza de un lado al otro, lentamente.- Ahora calcularemos 10 minutos.

-Me duele la cabeza. -se quejó Camila, con la voz ronca y a penas entendible, junto a un puchero.

-Síntomas de, lo que parece, una gripe. -dijo Shawn encogiéndose de hombros.- ¿Quieres comer algo? Si luego te voy a dar pastillas, lo mejor sería que comas algo antes. -dijo el chico, antes de volver a salir de la habitación.

-No quiero comer nada. -susurró.- Todo me da asco. -dijo volviéndose a echar en su cama, Shawn la miró señalándola.- No me dormiré, lo prometo. Es que tengo frío.

-No te duermas, eh. Ya vuelvo. -dijo el castaño, dirigiéndose a la cocina a prepararle algo a la castaña, ya que después de las pastillas no podría comer nada.

Él estaba a cargo de la chica, según el señor Cabello, y nada debería pasarle.

(...)

-Camila... -la llamó mientras dejaba el plato de sopa en la mesita de noche del costado de la cama donde la castaña ya se había quedado dormida. 

Al ver que no se levantaba, supuso que la chica estaría muy cansada y, añadiéndole su resfrío, decidió ya no molestarla más. Sacó con cuidado el termómetro y se asombró al ver el número en la parte roja.

39°C

La chica tenía mucha fiebre y esa calentura no era normal para alguien de su edad, así sea una simple gripe o alguna infección. Debía hacer algo para que la chica se sienta mejor, ya que, con esa calentura, tenía por seguro que la chica se iba a sentir realmente mal e iba a tener muchos dolores e incomodidades.

Tal parece que tendrá que ser el doctor de alguien.

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Creo que ahora sí las cosas se pondrán interesantes ya que Shawmila pasará más tiempo juntos, jiji<3

Espero que les guste mucho<3

Gracias por leer, las amoo<3

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