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-Te estoy diciendo que no has hecho nada. -repitió Camila, con el tono un poco más firme que antes.

Alessandro bufó, mirando a otro lado, serio, pensativo, preocupado y un poco enojado.

Increíble.

Se supone que su novia le tiene confianza y que, cada problema que tienen, se lo contaban y lo solucionaban juntos.

O al menos eso creía.

Ahora parece que las cosas han cambiado totalmente.

-No sé qué más hacer. -dijo, con el tono serio, dando a entender que se había incomodado y con razón. Camila suspiró.

Lo estaba haciendo sufrir. Él la estaba pasando mal y todo es por culpa de la castaña y su confusión.

Se formó un ambiente silencioso, muy tenso en el que nadie habló. Nadie se atrevía.

Camila se sentía muy rara, pero mal.

Mal por su chico, que no merecía preguntarse a cada momento si estaban así de distantes por su culpa cuando él lo único que ha hecho hasta ese día es hacerla feliz. La chica más feliz del mundo con el novio que todas desean.

Y mal por que ahora se sentía diferente cerca a su compañero de casa.

¿Qué le está pasando?

Esa pregunta rondaba por su cabeza desde hace unos días.

-Discúlpame. -dijo, luego de unos minutos de silencio. Alessandro volteó hacia ella, observándola. Seguía siendo la chica de la que se enamoró desde el primer día que la vió. Es... perfecta.- No sé qué me está pasando últimamente, pero no es tu culpa.

-Enserio quiero solucionar esto. -dijo el chico, acercándose a la castaña.- No quiero perderte, por favor.

La castaña suspiró, teniendo el rostro del chico a centímetros suyos, sintiendo su aliento.

Pudo observar sus ojos tristes y sintió una opresión en su corazón.

Estaba siendo muy mala con él, no se lo merece.

Él siempre ha hecho de todo por verla feliz... Ella estaba haciendo lo contrario.

-Solucionemos esto. -dijo, conectando su mirada con la del chico, a quien se le apareció un rayito de esperanza.

(...)

Gruñó mientras se tiraba en la mesa, rendida.

Era imposible, muy imposible.

Mañana tenía un examen de Matemáticas muy difícil y se encontraba sufriendo, más de lo que pensaba.

Tenía el cansancio de haber ido a revisar algunas fotos para las revistas que saldrían en los siguientes días junto a algunas propagandas, y había llegado un poco tarde a su casa, poniéndose a estudiar al instante.

Pero nada se le quedaba en la cabeza. Nada.

Tantas fórmulas inentendibles y tantos problemas horribles... Es demasiado para ella.

¿Las matemáticas no pueden solucionar sus problemas por sí mismas?

Se sentía muy cansada.

-Eh... Creo que deberías ir a dormir. De esa forma no aprenderás nada. -dijo Shawn, con su libro de Anatomía encima de la mesa, leyendo, acompañando a la chica.

La castaña negó.

-Tengo que aprenderme todo esto para mañana. -dijo suspirando, sentándose recta en su silla, cansada. El chico revisó curioso el cuaderno de la castaña.

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