Capítulo 11

3.8K 309 39
                                    

«El pasado solo afecta si nosotros mismos dejamos que nos afecte, la vida no es perfecta, pero podemos crear nuestro estado de confort y los caminos no son malos, simplemente no sabemos sobrellevar nuestras acciones.»


Hay algunas creencias que dicen que lo que estamos pagando en nuestra vida las acciones desatinadas de una vida pasada, pero, es falso siempre pagamos las acciones presentes, la vida saca factura en cualquier momento sin previo aviso, es como una tarjeta.

La vida es como el crédito. Compras, compras y un día tienes que pagar.

La gente cuando ya no puede sobrellevar sus facturas busca otras vías para reponerse. Me he imaginado como sería mi futuro de hoy en adelante y lo más desolador, es que todo es oscuro, no puedo imaginar más allá de lo que hay en frente de mis narices. 

Cuantas veces no he estado al frente de un psicólogo tratando de explicar ese sentimiento de vacío emocional que tenía cuando era más joven, capaz de sobrepasar a todos sin tener que hacerse cargo de las consecuencias porque así le enseñó mamá. Lo difícil que era despertarse y salir de la cama y caer en cuenta en la realidad.

Como la vez después de la muerte de Amalia, la huida de Erick y el engaño de mi madre, fue tan tentador tirarme a la calle cuando los autos pasaban, eso sucedía siempre que salía, así que evité salir mucho de casa al menos que lo necesitaba y mi mente estuviera enfocada en eso. 

Igual no había diferencia en estar o no. Nadie me iba a extrañar. 

Solo quería sentir algo. 

¿Los problemas tienen una solución? sí, es difícil desahogarse, salir de una depresión, pero se puede, lo malo de esto es a veces la gente al rededor, dando a entender que esa agonía es dramatización o una manera de fingir y llamar la atención, cuando en verdad se les pide ayuda a gritos, porque para uno solo salir de eso es arduo y a veces solo se necesita ser escuchado. Me costó, entender que lo de mi hija no fue mi culpa.

La presión social y el rechazo fue tan fuerte que el sentido vivir se me agotó y por primera vez sentí miedo, miedo por mi misma y de lo que era capaz de hacerme.

Todo problema quizá tiene un fin, solo que a veces se los contamos a las personas menos indicadas y en lugares donde no debemos estar. Eso me dijo mi antiguo terapeuta en medio de una sesión y me quedé analizando.

Canalicé que yo no causé la muerte de nadie, que no era mi culpa, de ahí se empecé. Tenemos muchas vías factibles, no obstante, el miedo nos consume, miedo de comenzar de nuevo lejos de toda esa putrefacción, el miedo de pensar que merecemos algo óptimo, dándole la razón a los demás, cuando no debería ser así. Diferentes situaciones que nos llevan al límite, a veces solo necesitamos justicia en las personas correctas, la ayuda no nos hace débiles nos hace fuertes siempre hay otro camino y la vida da vueltas inimaginables.

Me costó salir de mi propio encierro mental ante eso y en horas tuve mis recaídas en el dolor que logré sentir. Nunca lo voy a negar, los dolores se experimentan de muchas formas y diferentes en cada persona, de magnitudes exorbitantes. 

Y cuando creí haberle ganado a ese cúmulo de miedo que venía sembrando desde niña y haya explotado en el peor momento de mi vida, me encuentro aquí de nuevo, viéndolo de forma diferente con los mismos personajes que actúan distinto, pero, siendo el mismo sentir, miedo.

Nos da miedo a no ganar y la vida se trata de no tenerle miedo a perder. He estado en los dos extrememos y no sé cual es el peor. 

—Melanie —es su voz, es ella. Las manos me tiemblan a más no poder. Mi respiración es irregular. 

Giros Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora