Capítulo 28

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«Eres mi perdición y tentación imposible de decirle no, eres todo lo que puedo elegir y lo único que me puede dañar. Lo sabes y te aprovechas, eres un bocado de maldad que tienta a cualquier paladar. Eres todo, porque no tienes definición.»






Después de un tiempo aprendí en enfrentar la realidad para que se haga más fuerte mi estabilidad.

Una endecha del alma.

Siempre he pensado que no necesitamos de alguien que se parezca a nosotros sino a una que la complemente mentalmente.

Que el estar solo es mejor, pero no.

Hay días que comparo el amor con la ambigüedad, porque hay muchas formas de entenderse o interpretarse de diversas maneras. O simplemente estoy equivocada.

La peor cosa del mundo es cuando alguien te hace sentir especial y de repente, algo sucede y entonces hay que actuar como si no importara, como si nada hubiera pasado como si no se conocieran. Bueno hay cosas peores, mucho que si las enumero no me alcanzará la vida.

La vida no alcanza para todo lo que tenemos en mente y si lo hacemos nos consumen al límite de no vivirla. Por eso disfrutar el momento, aunque todo mundo lo diga hay que hacerlo. 

Si me pongo a pensar, la vida es un momento largo para la eternidad que es el espacio tiempo. Somos un segundo en un sinfín de horas que nosotros no viviremos, quizá otras personas y diferentes amores o quizá no porque no lo van a aprovechar.

¿Qué es la vida? ¿respirar? ¿sentir el pulso en la muñeca? O ¿merodear por la tierra sin un propósito? Más bien es equivocarse, rectificar y no volverlo hacer, vivir sin horas, sin lugar y simplemente gozarlo, hasta que un día digas: viví y mucho, disfruté y para ser sincero no me arrepiento y no es para un día decir: ¿en qué desperdicié mi vida?

Bueno y eso trato, no desperdiciarla. Tratar de luchar por lo que quiero, necesito. Puedo decir que viví bien, pero no tanto para decir: joder que vida tuve. No de cosas materiales, sino de sentirse satisfecho hasta con uno mismo.

¿Me siento satisfecha conmigo misma?

Si, lo hago, sin embargo, algo falta.

Dejo las pastillas que la doctora Cristal me recomendó en el cajón de medicamentos, sé que no la necesito, pero mi parte débil querrá tomarla en un momento de estrés que podré sobrellevar sola, y eso no debe ser así.

Termino de preparar la comida, mientras me limpio las manos con un trapo de cocina, el timbre suena. Al abrir la puerta el olor a limón invade mis fosas nasales mientras una cabellera rojiza deslumbra en el pasillo.

—Melody —Samara entra con un postre de limón con un olor exquisito. —Estefan dijo que iba a traer la tarta de papa

Avisa entrando, meneando su cabellera al compás de sus movimientos, Samara se volvió muy amiga de él después de lo sucedido y hoy ella quiere que interactúe con su nuevo amigo, el cual hace semanas dejé en un restaurante.

Puede ser quimérico el intentarlo, pero siento que los demás... bueno, no soy los demás.

—Bueno mientras sea gay —suelto con un tono vil. Ella deja su tarta de limón en el refrigerador y me mira con

—Basta me haces recordar que quise con él —se queja con un mohín y comienza a manosear la comida.

—No quiero ser su amiga —sentencio y me siento en la isleta mientras me pongo a jugar con una servilleta. Mi cabello está más largo que de costumbre y lo tenerlo suelto, quiero cambiar de apariencia, sin embargo, el labial rojo es mi color caracterizador y favorito por así decirlo. No puedo cambiarlo.

Giros Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora