«Quisiera tenerte y no soltarte, quisiera amarte y no dejar de quererte, quiero tanto, siempre quiero, pero nunca hago nada al respecto.»
Siempre me han gustado las personas que brillan por si mismas sin necesidad de encajar con algo, pero siempre era pura contrariedad, tanto de intentar de brillar por mí misma me perdí en algo que no era, olvidando quienes me apoyaron en el ayer y tratar de ser algo que no soy.
Y me arrepiento tanto que un simple perdón es como una palabra entre todas las que me faltan.
Tenía un ejemplo muy grande, alguien quien posee unos ojos grises y tormentosos, voz burlona, sonrisa petulante y labios provocadores.
El tiempo es un obstáculo para querer, porque si lo haces hazlo en el instante y si pides tiempo estarías dándole a un extraño el amor de tu vida, nadie sabe qué sucederá en un lapso de distancia.
Porque si quieres perdonar hazlo, si quieres amar, hazlo, si quieres conocer a alguien inténtalo ahora.
¿Qué estamos esperando?
Sostengo fuertemente la perilla de la puerta con la mano temblorosa y trato de controlar todo el nerviosismo de mi cuerpo para apaciguarlo. Mi corazón late desenfrenado contra mi pecho, que siento que en cualquier momento se saldrá.
Es que siento que me han mentido mucho y no sé si me dirán la verdad, aunque quieren ser sinceros.
Abro la puerta para encontrarme a Madelein y Antony, trato de sonreírles y le doy el paso de entrada. Ella luce un casual vestido añil y Antony un traje, es el momento que no se no que hacer ni que decir.
—Pueden sentarse —añado al silencio que comienza a tornarse un poco incómodo. Mis manos tiemblan un poco al pensar que cualquier palabra que no sea convéncete puede dañar esta cena, me abruma.
—Gracias —dice con acento Madelein anclando sus ojos a los míos y no estoy segura de que sentimiento hace rutilar su mirada verdosa. Es una mezcla de asombro, cariño y dulzura. Como si intentara de no estropear también la situación.
Ya está la comida servida, no sé cómo estén acostumbrados o si está al tacto de una sirvienta, pero soy simple y orgullosamente me crie así.
Y simplemente no sé si decir algo más o comenzar a comer o hacer lo que ellos hagan antes de cenar. Juego con mis dedos para calmarme recordando lo que me ha dicho la doctora Cristal para tranquilizarme y lo hago. Respiro lento y pienso que va a salir bien.
—Bonito lugar, Melanie —comenta Antony tratando de apaciguar el ambiente tenso. La comida está intacta, nadie e incluso yo la hemos tocado.
El sonido doloroso que mi tráquea hace al pasar saliva con ansiedad hace que me distraiga. —sí —trato de sonreír, pero creo que termino haciendo una mueca. —espero que les guste, yo lo cociné —saco al tema la comida ya que nadie la ha probado.
En lo personal, no lo hago por el nudo en mi estómago.
— ¿Y a qué te dedicas? —se dirige a mi Madelein. Sus globos oculares verdes, como los de mi madre me escrutan esperando alguna respuesta.
—Soy economista —digo un poco orgullosa y melancólica porque eso une cuando vivía con Arquímedes.
—Eso será muy beneficioso —arguye Antony con una sonrisa cálida. —alguien tiene que ayudarnos ya que Susana quiere ser modelo y se ha enfocado en eso
—Aquí ha triunfado —comunico un poco dubitativa. —y espero que lo haga internacionalmente
—Lo logrará —sentencia Madelein mientras suspira. —pero si te interesa la empresa familiar no hay ningún problema —asiento con la cabeza sin saber que decir, el hecho de no conocerlos bien y que me entreguen su base de crecimiento me hace sentir fuera de lugar.
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Giros Del Destino
Romance"Para que nada nos separe, que nada nos una" -Pablo Neruda. Arquímedes Bernat un déspota, calculador en sus pasos, el mundo para él es como jugar al ajedrez, siempre va a ver un jaque mate y es él quien va a mover la primera pieza. Ve a las mujeres...