Capítulo 30

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«Sin duda alguna el amor y el corazón son polisémicos, hay muchas formas de interpretarlo, de mostrarlo hasta de diferenciarlo.»



Cuando tenía 7 años solía meter los brazos dentro de mi camiseta y decía que no tenía brazos, tenía un lápiz de 4 colores y los bajaba al mismo tiempo para ver si salían, llenaba la tapa de la bebida como si fuera un vasito, esperaba tras la puerta a mis amigos para asustarlos cuando entraran, el peor dolor era el raspón de la rodilla y mi mayor felicidad era salir a jugar.

Esa era felicidad y no lo sabíamos y ¿ahora?

Ni idea.

Ni las matemáticas son tan complicadas ni la filosofía tan insegura como los caprichos del destino.

Al final ¿qué es lo que buscamos? ¿Cuándo nos vamos a sentir conformes con lo que tenemos? ¿Seguiremos buscando algo que ni sabemos que es? Nunca sabemos que somos felices hasta que los momentos se vuelvan recuerdos.

Entonces que nos vaya bien en la búsqueda hasta que nos demos cuenta de que todo lo tenemos en frente de nuestras narices.

Hastío es lo que a veces siento por todo lo que perdí.

Fuera fácil poder controlar las manecillas del reloj y hacer lo que se nos antoje con el tiempo, sin embargo, el tiempo es el que se antoja de hacer con nosotros.

Y como viles cebos siempre lo ponemos de excusa.

¿Sigo esperando que el tiempo actúe o mejor lo hago yo?

Antes podía observar los rostros de las personas donde no las había, tipo Pareidolia. Eso fue recién cuando sentí que ya no podía y que al final no iba a encontrar más nada que dolor.

Sus caras me recriminaban y me decían que era mi culpa. Por un momento pensé tener alguna enfermedad mental, pero cuando fui al psicólogo todo era alucinación por la falta de sueño.

Y ahí me recetó un sin número de pastillas a las cuales me volví adicta.

¿Genial?

Me alejé, los juicios por culpa del robo de mi madre me consumían y estuve a punto de perder la libertad. Hasta que la verdad salió a la luz.

Entonces ¿Tengo que volver a esperar la verdad?

¿Pero cuál verdad?

Miles de incógnitas y sin una respuesta exacta.

Quisiera ir donde me lleve mi corazón sin contenerme y hacer lo que me haga feliz, no obstante regreso al mismo lugar.

Siempre lo hago.

De los errores se aprende, siempre se aprende.

Pero yo ya aprendí y ¿Ahora qué?

Han pasado muchas cosas, podía haber hecho más, pero, me estoy enfocando ahora en lo bueno y lo único que me queda.

Viendo como le llega el vestido a Samara de la boda que prácticamente la estoy obligando a ir.

Se vuelve a negar.

Le vuelvo a insistir.

Lo hago porque si ella no va Bernat va a pensar que eso me afecta y que mi amiga va a estar consolándome ¿no es así?

—Cuando era estudiante y trabajaba de mesera un señor se acercó y me dijo: nunca te aferres a los hombres, a las joyas y al dinero para que te des cuenta de lo que verdad anhelas —comenta con un tono precavido Samara.

—Tiene buen punto ¿fuiste mesara? —frunzo el ceño.

—Sí, me gustaba el tener que hacer —se encoge de hombros mientras alza el vestido en su armario.

Giros Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora