Carta

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Hija, no sé cómo comenzar así que empezaré desde esto.

Yo no soy de aquí, hace años mis padres y yo nos mudamos a Santa Marta para hacer sucursales y agrandar la empresa maderera, yo soy ciudadana americana. Y me nombre de pila no es Savannah Franch, sino Savannah Hamilton.

Todo era normal, me acostumbré y aprendí el español para poder representar a mi Familia. Todo iba perfecto.

Hasta que conocí un día a Priscila, una gran amiga que me daba consejos, consejos malos y agresivos. Ella llegaba de visita en situaciones desbastadoras y solo causaba disputas. Me decía que todos me iban a dejar y que ella siempre iba a estar para mí, solo quería que se vaya y más persistía.

Mis padres un día me encontraron discutiendo con ella, y para suerte mía y de ellos, yo estaba sola sin nadie.

No entendía porque no la veían si Priscila me miraba con una mirada gélida y vacía y una sonrisa malévola. Me llevaron a el mejor psiquiatra de Santa Marta para que diagnosticaran algo que se iba a convertir en mi ruina.

Melanie, yo tengo esquizofrenia, amor y mis malditos padres Los Hamilton me mandaron a una clínica psiquiátrica porque era una vergüenza para ellos tuvieran a una loca y única heredera de su fortuna como hija. Poco a poco me di cuenta de que estaba embarazada y no te preocupes, no era de ti.

Era tu hermana.

Mi pequeña Susana, yo no sabía qué hacer y no iba a sufrir en mi estado en un manicomio. Las voces eran incontrolables, diciendo que le haga daño a la pequeña criatura, estuve ahí para tener el tratamiento y esa estúpida no volviera.

Una semana antes de dar a luz, me escapé cuando se fue la luz por problemas técnicos porque yo no iba a tener a mi hija en un manicomio.

Y ahí conocí a tu padre, un gran hombre quien me ayudó a tener a mi hija, pero quien carecía de información de que yo tenía esta enfermedad, me ayudó a tenerla, pero sin mi tratamiento ella aparecía, Priscila y me decía que la matara y yo no podía era mi hija, desgarrada cuando Fernando se fue a trabajar, salí y la dejé en la mansión de los Hamilton, yo no quería nada de ellos por dejarme en un manicomio y no un tratamiento desde casa.

Solo quería que yo no la lastimara, quería protegerla de mí.

Les dije que, si me la cuidaban como si fuera su hija yo desaparecía de sus vidas, cambiaría mi apellido y no me volverían a ver. Así que el apellido Hamilton lo cambié por Franch hasta que me casé con tu padre para usar su apellido, Rosell.

Fernando trabajaba, pero su sueldo no era suficiente para pagar mi tratamiento o una clínica así me medicaba de vez en cuando.

Cuando me preguntó que hice con Susana tuve que mentirle, diciendo que la di en adopción para comenzar una vida, la niña quedaría en buenas manos, y quedó en buenas.

Y ahí apareciste tú, traté de controlarme porque no podía hacer lo mismo, poco a poco mi tratamiento iba dejando a la ruina a tu padre, pero él pensaba que me gastaba el dinero en cosas materiales.

Hasta que creciste traté de mantener la cordura y alejar esas voces que decía que les haga daño a tu padre y a ti, diciendo que era mala. Por eso cuando creciste cambié porque tu padre quedó en banca rota y no tenía dinero para comprar mis pastillas. Eso nos alejó.

Tomaba porque era la única manera de tener dormida a Priscila y fumaba para relajarme, para lidiar la tensión emocional que me daba ganas de suicidarme.

Me desquitaba contigo, sin saber que por proteger a una dañaba a la otra.

Cuando tu padre se fue y tú te largaste con Bernat.

Me sentí en el vacío, sentí como mis demonios volvían como podía escuchar sus voces y me torturaban. Cuando te llamé por primera vez solo quería ayuda, tú ya habías terminado con Arquímedes y me mudé a tu departamento contigo amor.

Me sentí feliz, pero cambió cuando Priscila volvió y me dijo que te matara, y yo no pude. Necesitaba un tratamiento urgente y cuando vi la cuenta de tu trabajo no dude en tomar y huir, porque me deba vergüenza que supieras sobre mi enfermedad.

Lo recibí y cambié. Susana descubrió la verdad al revisar un álbum viejo de la familia y me contactó, se hizo cargo de la gran deuda que te robé, le conté de ti, Melanie y quizá por eso cuando te vio en el centro comercial y ver tu nombre, te investigó.

Yo no sabía que ella salía con Arquímedes, fue una no muy agradable coincidencia, y por eso quizá no lo toleró. Lo siento amor, tus abuelos te quieren conocer quienes están realmente arrepentidos, por orgullo no los busqué.

Eres media Heredera de la fortuna Hamilton y Susana está muy arrepentida, pero feliz triunfado lo que le gusta hacer.

Te deseo lo mejor.          

Te ama, tu madre.

Giros Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora