«Es difícil decir las cosas a los demás porque el corazón te dice una cosa y la mente te dice otra y a veces no sigues a ninguno de los dos.»
En acto nervioso golpeo levemente mis dedos sobre la superficie de madera en espera de mi café, en el reflejo de mi celular observo mi labial rojo intacto y mis pecas, aunque las haya tratado de ocultar en su mayoría se siguen notando.
El sonido de la cafetera se hace presente deteniendo un debate conmigo misma en que debo comportarme y soltar poco de mí. Es la única manera de no vincularme con nadie.
Sirvo el líquido oscuro en mi taza para después sentarme en mi sillón antes que comience el día de jornada.
No le he agradecido a Samara, aunque no pienso hacerlo, creo que ella me conoce muy bien para saber que si lo siento.
Tengo pavor en que me lleguen a preguntar algo sobre esa empresa, ya que no sé nada. Y toda la noche estuve en constantes arrebato con mis pensamientos que me consume por completo y no tuve tiempo de buscar algo al respecto.
Leí en algún lugar que el café aumenta las ganas de fumar.
«Las dos son adicciones y una peor que la otra»
Tengo la abstinencia, pero me falta la fuerza y la gasté.
Absorbo el café hasta que me doy cuenta de que no hay nada. Procurando que no haya ninguna mancha en mi vestimenta
Salgo del bendito edificio, he tenido más de tres llamadas perdidas de la dueña, las he ignorado todas, hasta puse el celular modo avión para que salga fuera de línea.
Le pagaré, cuando cobre el primer sueldo, si es que llego a cumplir el mes.
También creo que un departamento que constantemente huele a humedad, hay moho y se le sale el papel tapiz no es muy acto para pagar la cantidad de dinero que esa señora exige.
Mis pasos son acelerados, sé que no llegaré rápido, pero llevo de ventaja unos veinte minutos, mi sonrisa está plasmada en mi rostro. Para que piense que estoy bien, Lo intento estar.
Me da ganas de volver a mis malos hábitos, siempre cargaba conmigo un recipiente que en sí era jugo con alcohol, lo llevaba conmigo a todas partes, por eso siempre andaba imperativa, feliz con energías hasta que el dueño del local que trabajaba se dio cuenta y me sacaran sin tener una liquidación, pero no lo denuncie porque podían haber hecho lo mismo a mí por daños y prejuicios.
Mi mamá es como una aspiradora de dinero y mi padre aspirante a holgazán de primera, ellos no querían que yo estudiara, por eso ni bien salí me obligaron a trabajar en cualquier cosa.
Nadie me quería por no tener un título.
Y conseguí como asistente dos años en ese local de ropa en el cual me sacaron. Me cansé de ganar dinero para que mi madre se lo gaste en cigarros y mi padre en sus amantes, y me dedique a estudiar en abnegación de ellos. En la universidad me desempeñé al 100% para no ser como ella —pero ahora creo que estoy peor— en ese trascurso de tiempo mi padre se hartó de que mi madre no sirviera como mujer y se fue con su amante. En ese altibajo Conocí a Arquímedes, el chico más dulce, más atento.
Me aproveche de eso, de su paciencia al atenderme como nunca lo hicieron mis padres, me consolaba cuando mi madre llegaba borracha y se sentaba en el sillón de la casa a fumar mientras lloraba. Me quedaba en su casa. Era como la perfección y en físico era todo un adonis. La verdad yo era un asco de persona, quizá lo siga siendo, sin embargo, trato de convencerme que ya no, porque ya no puedo con la culpa.
En otra parte mi madre me decía que iba a cambiar que sería la madre que nunca tuve, le creí y me quede con ella.
Y lo demás es historia.
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Giros Del Destino
Romance"Para que nada nos separe, que nada nos una" -Pablo Neruda. Arquímedes Bernat un déspota, calculador en sus pasos, el mundo para él es como jugar al ajedrez, siempre va a ver un jaque mate y es él quien va a mover la primera pieza. Ve a las mujeres...