47- Presentación.

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No sé cómo me las he arreglado, pero pude ensayar solo sin la necesidad de practicar con Leyla.

Aunque mentiría si dijera que no extraño bailar con ella.

Cada ensayo con ella era único, no solo porque nos divertíamos, si no porque con ella era todo diferente. Por más que esté cansado cada una de sus sonrisas me motivaba a seguir bailando.

Le doy un último mordisco a mi tostada y tomo un sorbo de jugo. Al hacer esto, Mi madre me mira con el ceño fruncido.

—¿que? —pregunto aún con la comida en la boca.

—primero debes comer y después hablar, Cariño. Es lo que te enseñamos con tu padre —pongo los ojos en blanco y hago lo que ella dice —¿por qué Tan apurado? No creo que llegues tarde al colegio, es muy temprano aún.

—estoy... un poco nervioso — digo sincero.

—¿se puede saber el por qué?

—por dos razones, pero no tienen mucha importancia.

—si que deben tenerla para que te pongas así de nervioso —me señala mi padre —¿a que se debe el nerviosismo?

—hoy tengo una presentación de baile y creo que no he practicado lo suficiente. —hago una mueca con la boca.

—¿y el otro problema?

¿Debería decircelo?

Sé que son mis padres y podrán ayudarme, pero...

No, nada de peros, seré sincero con ellos, tal vez así puedan ayudarme.

—bueno... es una larga historia.

—tenemos tiempo —dice mi padre mirando su reloj y a mi madre respectivamente.

Varios Minutos más tarde, después de decirles absolutamente todo desde el comienzo de clases hasta ahora, mis padres me miran con tranquilidad y ambos suspiran al unísono causándome escalofríos.

—Leyla realmente me gusta más de lo que yo pensaba, y creo que ya es demasiado tarde para recuperarla.

—no tienes que dejarla ir, James. —aconseja mi madre apoyando su mano en mi hombro brindándole tranquilidad —debes luchar por ella, si es que realmente deseas tener algo con ella o si no quieres perderla.

—tengo miedo —me confieso. —pude haber he hablado a perder hasta nuestra amistad por mi culpa, nunca debí haber aceptado esa apuesta.

—cada decisión que uno toma, puede cambiar aunque sea una pequeña parte de tu vida, y puede ser para bien o para mal, pero nunca hay que arrepentirse de ello porque todo nos deja una gran lección.

—tu padre tiene razón, James. —dice mi madre dándole la razón —¿crees que nosotros no teníamos miedo antes de que nos confesáramos el uno al otro? Yo tampoco quería perderlo, pero nos armamos de valor, y lo hicimos. —se toman de la mano —y ahora estamos junto.

  —No puedo asegurarte si con Leyla y tú ocurrirá lo mismo, pero deber intentarlo y arriesgarte.

Asiento con la cabeza, me levanto de la silla y me acerco a mis padres a darles un fuerte abrazo.

Juré No Enamorarme de TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora