Parte 3: Sentir

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Narrado por Ana:

- ¿Repetimos?- Parezco ninfómana, pero le necesito.

- PUFF...me levante a las 6 de la mañana, estoy reventado.- Este hombre es tonto.

- Venga ya...que hice un viaje muy largo. Puedo ser yo la parte activa...- ¿Estaba suspirando un revolcón?

- Es que...no me apetece.- ¿Cómo no le va a apetecer, si está excitado?.- Entonces por qué estás así.

- Ya te dije, va por libre, y si tienes la mano ahí, que esperas.- ¿Lo mato?

- Tú te lo pierdes.

- No lo dudo, pero no quiero.- sacude la cabeza. 

- Vale.- Me quedo callada, no sé que decirle. Jo...yo quería.

- Gracias.- ¿Gracias por qué? ¿Por no obligarlo? Me altera.

- No, hombre, no pasa nada.- Se ve que era hombre de disparo único.

- Puedo preguntarte algo? Siguiendo con las preguntas?

- Claro.- Mucho mejor, donde va a parar. Pienso con ironía.

- Tienes 28 años, no?

- Si. Por? No digas esto, y menos a Silvia, que la pique mucho con la edad de Andreu. Pero 6 años de diferencia, no es nada. ¿Por qué me preguntas la edad, si sé que la sabes?

- Me preguntaba como puedes ser tan ingenua con 28.

Me besa, lento, tan lento como al principio. Con lengua, recreándose. Alza las manos y me enmarca la cara. Sino estaba buscando el beso perfecto, lo parecía. Aprieta su cadera a la mía suavemente, sigue besándome, mientras lleva las sus manos a mi cuello. Yo envuelvo su torso con mis brazos. Meto mis manos por debajo de su ropa, tiene la piel erizada, ¿sería del frío?

Deja de besarme, para besar mi cuello. Se pierde entre las sabanas para hacerlo, me da por sonreír. Me besa lento, con ganas, con ternura. Siento sus manos en mi tripa, alza mi blusa, me la quita, suave, no tiene prisa. Cuando aparta la camiseta se recrea en mi cuello. Se incorpora más, sin dejar de besar y lamer mi cuello. Aprovecho para quitarle la camiseta. Él se agarra a mis costados cuando se la quito. Se agarra como si yo fuese de cristal, y pudiera romperme. Aun así, me duele un poco un costado, supongo que uno de sus bocados anteriores me hicieron un cardenal. Baja sus manos, y también baja él. Desaparece de la superficie, se oculta entre las sábanas, me quita los pantalones. Me besa lento las rodillas, las piernas y el interior de los muslos, sin apartar sus manos de mí. Yo solo puedo suspirar e intentar no dejar de respirar. Sube y saca la cabeza, le escucho respirar agitado, debió faltarle el aire ahí abajo, con tanto suspiro.

Vuelve a besarme, también se le daba bien besar pausado. Él decía que nos conocíamos poco, puede que sea así. Pero yo conocía a la perfección su boca, sus movimientos. Era uno de los mejores amantes que había tenido. Sigue besándome, tiene una mano en mi cadera y la otra en mi cuello. El roce de su piel con la mía, era fuego, por muy despacio que fuera. 

Dirige su boca al lado de mi cuello que no está ocupado por su mano. Noto su aliento en mi cuello, me encojo un poco y se me escapa un pequeño suspiro, me muerdo el labio para que no se me escape otro. La mano que tiene en su cadera se mueve. La dirige a mis bragas, morderme el labio no sirvió para nada, no puedo respirar con normalidad y vuelvo a suspirar. De repente, noto su aliento en mi oreja y su mano en mi sexo. Muerde suavemente mi oreja, yo vuelvo a encogerme y a jadear. El gruñe muy muy suave en mi oído. Me entra una calor abrumadora. Con toda la tranquilidad del mundo, agarra el filo de mis bragas, vuelve a bajar. Besa cada parte de mi pecho y de mi barriga, hasta que consigue deshacerse de mi ropa interior.

No retira sus manos de mi piel en ningún momento, no deja de besarme. Yo le necesito. Bajo mis manos por su espalda, le bajo los calzoncillos. Mis manos van directamente a su miembro, que no puede dar más de sí.

Acaricia mi pecho con el anverso de su mano, ¿Cómo un gesto tan simple, puede ponerme tanto? Lleva su boca a mi pecho, yo grito su nombre entre jadeo y jadeo. No lo estoy gritando por placer, que también, sino porque le necesito en mí. Él lo sabe. Agarra mi culo, encuadra mi cadera, apoya su otra mano en el colchón a la altura de mi cabeza. Está a punto de entrar en mí. Para.

Rebusca debajo de la almohada, yo lo había olvidado, estuvimos a punto de hacerlo a pelo...Estábamos demasiados inmersos en caricias, en el roce de nuestras pieles, en el micro clima que se ha encargado de crear, en la respiración del otro, en los susurros, en los besos. Demasiado ocupados en sentir, como para haber prensado en nada más.

Se lo pone solo, vuelve a besarme. Por un momento pienso que me volverá a dar otra embestida, como la vez anterior. Pero me equivocaba. Me abraza, obligándome a estar un poco en vilo, pues tengo sus brazos entre el colchón y yo. Le noto entrar, sumamente despacio, sigue besándome, después suspira en mi boca. Como viene siendo costumbre, cuando esta en lo más profundo para y me aprieta contra él unos segundos, aparta mi pelo y besa mi frente antes de moverse. Pega su frente a la mía, aunque no veo nada, apuesto que tiene los ojos abiertos, mirándome, aunque no me vea.

-Jordi, yo...-Susurro enlazando mis manos alrededor de su cuello, mientras continúa besándome.

- Calla, no digas nada.- Me interrumpe.

Fue diferente. Fue sentimientos, fue caricias, fue besos, fue pasión, fue ternura, fue SENTIR.

Segunda Parte: ¿En qué Estaba Pensando?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora