Parte 46: Intoxicación.

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Narrado por Ana:

Noto su respiración entrecortada, está hiperventilando. Lo veo apretar sus dedos al asiento, no puedo estar más en estado de pánico. De repente se incorpora y abre la guantera, saca una caja compacta de un color oscuro. La veo abrirla deprisa.

- No mires.- Dice autoritario, mientras saca una especie de rotulador gordo.

- ¿Qué es eso?- me muero del miedo.

- No mires...hazme caso, mira la carretera.- Cumplo su orden, pero aun así puedo ver como se lo clava en el muslo, a través de la ropa, en un ángulo de 90º. Ni se inmuta del pinchonazo, está concentrado en respirar, más bien en conseguir no dejar de hacerlo.

- ¿Qué- es- eso?- Casi grito.

- Me estoy mareando, se me estará bajando la tensión.- Se para a respirar, se escucha un pequeño ruido, le cuesta hacerlo.- Escucha, presta atención.- Está alterado.- He bebido dos copas de vino de alcohol, nada más. No sé que comí para ponerme así. Lleva este envase, es importante que sepan, no se te puede olvidar. Mira la hora, diles a la hora que me lo puse.- Intenta volver a respirar, se rasca el torso con desespero.- La última crisis, fue la de Cádiz, en mi cartera está todos los datos, está en la chaqueta del traje, en los asientos traseros.- Sigue hiperventilando, le falta salirse de la piel, se retuerce- No llores, por favor, no llores.

- No quiero llorar...no lo puedo evitar. ¿No miras como tienes el cuerpo?- Temo que no lo hace para no ponerme peor. Me ignora.

- No llames a Paula.- Apoya su cabeza en el despaldo y mira hacia el techo-. Si cuando hables con el médico, si te dice que estoy muy mal, entonces llama a mi hermana, ella, que llame a mi madre. No avises antes...creo que me la puse a tiempo. No va a pasar nada. Lo estás haciendo bien.- Vuelve a agarrarse al asiento, como si se fuese a caer.- Impresiona si me desmayo, pero es.- Le falta el aire.- normal.

Llegamos a urgencias, por fin. No perdió el conocimiento, pero está mareado, débil. Cuando lo bajan del coche, es cuando veo que está completamente rojo, tanto la cara como el cuello. Hablo con un enfermero. Le doy la inyección autoinyectable y le digo todo lo que me explicó. Tras darle la tarjeta de alérgico y la sanitaria, me pongo su chaqueta, me dio mucho frío, no me cierra, pero...no me está demasiado mal. Huele a él.

Me siento en la fría silla de la sala de espera, la cual está bastante despejada...necesitaba estar con él. Siento una soledad infinitita. ¿Qué le estarán haciendo? El tiempo pasa despacio. No puedo evitar pensar en todo lo vivido en el hospital de Cádiz. Tampoco puedo dejar de pensar en este último mes y medio en el que hemos sido realmente felices, en una espiral de caricias, detalles y sonrisas. Las imágenes se vienen a mi mente a una velocidad de vértigo. Él, solo en vaqueros en mi cocina haciendo café a pecho descubierto. Él, con el portátil en mi sofá. Él, ensayando conmigo. Él, apartando todas las judías de su plato y echándomelas en el mío cuando me descuido. Él, dormido en el sillón, rodeado de papeles. Él, trayéndome el café a la cama. Él, besándome.

No...no le puede pasar nada. Volverá a estar en mi casa, volveremos a estar riendo juntos. Siento todo el miedo del mundo sobre mí, los hospitales me dan miedo. Me dan pánico desde Julián. No, no correrán la misma suerte. No puede volver a pasarme. Lloro.

- Usted vino con Jordi Évole, ¿verdad?.- Dice una muchacha menuda, con bata de enfermera, después de una espera que se me hace enterna.

- Si.- Digo poniéndome de pie.

- ¿Es usted familiar?- parece que no nos conoce, o se tiene muy bien aprendido el código ontológico.

- Soy su novia.- Digo rápido y sin pensar, ni siquiera reparo en que no es así.

Segunda Parte: ¿En qué Estaba Pensando?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora