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Los golpes en la puerta principal de la casa me sacan de mi preciado sueño. Abro mis ojos, encontrándome con la fuerte luz del sol colándose por mi ventana. Me pongo de pie para seguidamente ponerme al menos la camisa, ya que me encuentro solamente con un par de bóxer. Aún sin estar en mis cinco sentidos debido al sueño, y que quizás es más temprano de lo que creo, camino lentamente hasta salir de mi habitación para finalmente atender al alma engendrada por Satán que vino hasta mi casa a interrumpir mi preciado sueño un día sábado.

—¡Ya voy, ya voy!—exclamo con cansancio al oír que aun no paran con sus golpes, mi voz ronca puesto a que me acabo de levantar y no he dormido muy temprano que digamos.

Abro la puerta finalmente, encontrándome con nada más ni nada menos que Hoseok desde el otro lado, con sus manos en los bolsillos. Esto sí que supera los límites de lo extraño.

—¿Qué haces aquí?—pregunto algo confundido por su repentina visita.

Hoseok saca de su bolsillo un celular en un estado impecable -cosa que se me hace algo extraña, alguna que otra vez lo he visto usando móviles con la pantalla totalmente estrellada-, sin funda, sin nada, junto con un cargador. Miro ambas cosas mientras me las tiende, cuando de la otra mano que tiene en su bolsillo, saca un par de auriculares. ¿Me está dando su celular?

—Te traje esto.—me dice.—No quería que gastes dinero en otro móvil o que estés incomunicado. Mucho menos ahora, que seguramente tendrás que estar en contacto con alguien para que te ayude en algo.

No sé qué demonios es lo que le pintó a Hoseok como para que de la nada se comporte de esa forma conmigo; de una manera tan amable de un día para el otro. Siendo sincero, tengo el dinero suficiente como para comprar un nuevo móvil sin estar preocupado en si voy a tener dinero para comprar comida o para el transporte, porque para mi afortunada obsesión que tengo en tener todo tan separado y ordenado, que incluso lo hago con mi propio dinero.

—No es necesario, puedo comprar otro sin problema.—respondo rechazando el aparato que me trajo.

—No pregunté si lo querías o no, tómalo.—insiste.—Guarda ese dinero para... no lo sé, irte a Las Vegas o a Londres, o incluso para comprarte un local viejo y abandonado para terminar haciéndolo un lujoso teatro y así puedas ser dramaturgo.

Frunzo un poco mi ceño ante lo último que dijo, aquello es algo del cual tengo en mente hacer en algún futuro y que espero que se lleve a cabo.

—¿Cómo sabes que...?

—Tómalo o déjalo.—me interrumpe insistente.

Vaya hombre indeciso, primero me dice que lo tome casi por obligación y ahora dice que lo tome o lo deje...

No me opongo, él tiene razón. Podría guardar ese dinero para otras cosas, ahorrarlo en caso de que por motivos de la vida, me llegue a quedar sin dinero. Tomo el móvil y me dedico a susurrar un gracias, aunque sé que eso no es suficiente. No puedo evitar sentirme un poco mal por todo lo que está haciendo por mí, que en cierta manera es mucho y de gran ayuda.

Esta obsesión que tengo con deber todos y cada uno de los favores que me hacen, no es nada nuevo. De hecho, mi padre es exactamente igual que yo. Hace cualquier cosa para demostrar su agradecimiento, ya sea invitando a la persona a un bar o simplemente haciendo algo por él o ella. Eso es algo que me enseñó, que la gente a veces hace las cosas en busca de obtener algo a cambio y es mejor dárselo para que no terminen desilusionadas. A veces no es así, claro. Y esa forma de pensar es forzada, y depende en qué sentido puede llegar a ser tóxica. Por eso, con el paso de los años, aprendí que es mejor devolver favores únicamente cuando tú realmente lo sientes. Como en el caso de este chico, que es como si le debiera algo más que la vida.

Roses [KiHo/WonKi] [Monsta X]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora