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El timbre de la puerta suena mientras yo estoy terminando de vestirme. Le grito a mamá desde mi habitación que ella atienda y se oye la puerta abrirse, luego la voz de Hoseok saludar a mamá y unos murmuros más de los cuales yo ignoro debido a que ahora estoy centrado en mi imagen. Un jean claro rasgado, un suéter azul marino dos tallas más grandes de lo que debería usar y un saco largo color café con leche. Arreglo un poco más mi cabello, sintiendo como si estuviera preparándome para una cita, me doy una corta mirada más y salgo de la habitación.

Hoseok me había llamado la noche de ayer, poco tiempo después de irme a acostar, para recordarme que diez y media de la mañana pasaría a buscarme. Hay veces donde los sábados trabajo, otras que no. Y hoy es uno de esos donde tranquilamente podría estudiar o pasar tiempo con mamá, de no ser por los planes que ya tengo programados.

Las oscuras orbes de mi compañero se posan sobre mí al verme llegar, lleva su chaqueta de cuero que siempre tiene puesta y parece que poco a poco se irá convirtiendo en parte de él. Jeans oscuros exageradamente apretados que son como si fueran una segunda piel, un suéter rojo y unas Vans negras. Hace una breve reverencia para saludarme con una tímida sonrisa que yo no tardo en hacer el mismo gesto. Mamá nos mira a ambos de una forma juguetona, con un brillo especial en sus ojos. Se la nota feliz, a punto de saltar de alegría. La conozco, sé que quizás ella ahora mismo esté por soltar algún comentario que sería incómodo para ambos, por lo que antes de que eso pase, le pregunto a Hoseok:

—¿Nos vamos?

Él sólo asiente. Hace un momento, cuando aún estaba terminando de arreglarme, hablaba animadamente con mi madre. Ahora parece que le hubieran arrancado la lengua.

Nos dirigimos hacia la puerta, con mi madre detrás para acompañarnos. Ella abre la puerta, el primero en salir es Hoseok y detrás voy yo. Giro para despedir a mi amada progenitora, esa luminosidad en su avejentado rostro sigue sin borrarse, está totalmente encantada y no puedo evitar sentir ternura por eso.

—¿A qué hora regresas?—me pregunta.

—No lo sé, llegaré tarde. No me esperes para la cena.—le respondo. Mi amigo que se encuentra ahora a mi lado, con sus manos escondidas en los bolsillos, anoche me había dicho que iríamos a un bar. El único lugar que me dijo que visitaríamos, lo demás sigue siendo sumamente desconocido para mí.

Es obvio el hecho que le dije que no suelo a ir a esos lugares, rara vez fui durante mi adolescencia. Y la última fiesta a la que asistí fue a la de la maldita foto que tanto me jodió y que aún sigo intrigado sobre el hombre al que estoy besando en ella. ¿Si realmente es Hoseok? No lo sé, estoy dudando mucho con respecto a ello por más que me haya dicho que él no fue. ¿Pero si estaba en el mismo estado de ebriedad que yo y ninguno de los dos lo recuerda? ¡Por dios! Debí haber quedado como alguien que se emborracha todo el tiempo. Lo cual... debo admitir que en las escasas fiestas o bares a los que asistí, es cierto que en parte de ellas me pasé un poco más de la cuenta en copas.

Hoseok me dijo que no me preocupara por eso, tampoco era mucho de ir a esos lugares no sólo por el poco tiempo que tiene, sino también porque no le parece muy atractivo estar entre mucha gente, con la música a tope y terminar con un fuerte dolor de cabeza al día siguiente o afónico por el humo que suelen tirar en esos lugares. Concordamos en una cosa: el olor a sudor, tabaco, marihuana y alcohol, junto con vete a saber qué otra clase de olores más debe haber en esa mezcla, es mortal para tu sentido del olfato. Una vez que lo hueles, el olor te queda impregnado por varios minutos después de salir... sólo para exagerar un poco. Aun así, remarcó que este bar es un tanto diferente y que a veces, muy pero muy de vez en cuando, suele ir allí con una de sus ex parejas con las cuáles lleva una muy buena amistad.

Roses [KiHo/WonKi] [Monsta X]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora