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Hoseok vuelve a apresarme entre sus brazos una vez cierra la puerta, después de que ambos unos quitamos los zapatos al entrar, besándome con necesidad mientras caminamos hasta que choco con una de las paredes de su casa. Suelto un gemido al sentir el golpe en mi espalda, a lo que él se separa y me mira con preocupación.

—¿Estás bien?—me pregunta.

—Sí.—respondo con rapidez, sin perder un segundo más en volver a unir nuestros labios.

Esa desesperación que tengo ahora de sentirlo totalmente, piel contra piel, es la última prueba que necesito para admitirme a mí mismo que Hoseok me gusta. Sus cálidas manos se pasean sin descaro alguno por debajo de mi ropa, acariciando mi abdomen, mi cintura, llegando únicamente hasta allí. Parece como si no quisiera ir más allá, pero no porque él no quiera en realidad. La presión que ejerce contra mí es un claro testigo sobre que si fuera por él, ahora mismo estaríamos sin ropa por alguna parte de la casa. Lo que le impide indagar más allá de mí, tocar donde se le antoje, soy yo. Porque por más que la tensión sexual entre ambos se siente a kilómetros de distancia, tal vez piense que yo no quiera llegar a eso.

Lo que él no sabe es que ahora mismo la espera me va matando poco a poco.

Doy fallidos intentos de querer dominar el beso mientras mis manos van bajando desde sus costados hasta llegar a sus caderas. Luego de ahí voy hasta su firme y gran trasero, donde doy un suave apretón robándole un jadeo al pelinegro. Él se separa de mí. Las respiraciones de ambos es irregular y nuestras mejillas se encuentran algo ruborizadas al traer así al otro.

—¿Tú quieres...?—murmura dejando la frase en el aire, dando a entender cómo seguiría.

Avergonzado, asiento con la mirada clavada en sus belfos hinchados y rojizos.

—¿Y tú?—pregunto.

—¿Seguro? Porque tal vez... bueno, ya sabes...—no hace falta mencionar que se refiere a lo que pasó en el baño de la universidad.

—Eso no me importa ahora, ¿sabes? Ya pasó. No voy a torturarme con el recuerdo. 

Hoseok sonríe y vuelve a besarme, tomando mi trasero con fuerza para levantarme. Enredo mis piernas alrededor de sus caderas con fuerza para evitar caerme, con él sosteniéndome y caminando hacia su habitación con pasos torpes. En ningún momento sin romper el beso, soltando jadeos y gruñidos de vez en cuando.

Me deja caer suavemente sobre el colchón de su cama, con él encima de mí justo entre mis piernas. El peso de su cuerpo sobre el mío junto con el calor que irradia en estos momentos hacen que suelte un bajo gemido entre el beso. Sus manos se meten dentro de mi camisa provocándome cosquillas con el roce de su piel contra la mía, esta vez sin vergüenza ni nada que se lo impida. Ahora que sabe que yo quiero hacerlo, que tiene permitido tocar donde él quiera, no va a perder esa oportunidad.

Siento sus dedos tomar uno de mis pezones y apretarlo con fuerza, yo suelto otro gemido. Hoseok deja un camino de besos hasta llegar a mi cuello, donde no pierde un segundo más y ya está besando, lamiendo y mordiendo aquella zona con desespero y amor a la vez. Ladeo más la cabeza, dándole más acceso cuando no tarda en comenzar a mover sus caderas, dando falsas embestidas contra mi cuerpo, moviéndonos al unísono. Siento su dura y gran erección rozarme a la perfección. Me centro en sus labios, en sus movimientos, fundiéndome en el calor y el placer que ahora mismo me está haciendo sentir. Jadeo, gimo, busco más contacto con el chico que tengo encima, desesperado por mí.

Hoseok se separa para quitarme mi suéter junto con mi camisa, por lo que me levanto un poco para poder facilitarle el trabajo. Sus orbes tan oscuras como la noche brillan con total intensidad y lujuria al ver mi piel expuesta, mirando cada rincón de mi torso. Desde mi abdomen plano y marcado, hasta mi pecho lampiño, ligeramente tonificado y con dos botones rosados, erectos, esperando pacientes a ser atacados por su boca.

Roses [KiHo/WonKi] [Monsta X]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora