Roses [KiHo/WonKi] [Monsta X]

18

⚠A continuación se presentará una escena de abuso. Si usted es sensible a esto o simplemente no le gusta, se recomienda saltearse este capítulo. Muchas gracias.⚠

《♡》

Abro la llave del lavabo, ahueco mis manos debajo del agua que corre y dejo que esta llene ese espacio que hay. Bebo un poco y luego enjuago mi cara. Mis ojos pican debido al llanto de hace un par de segundos atrás mientras corría al baño, al parecer mi cuerpo se negaba a retener las lágrimas un segundo más. Por suerte, pude tranquilizarme una vez cerré la puerta para tener mas privacidad y paz. Sin nadie a mi alrededor que venga a joderme la existencia simplemente por llorar, por tener sentimientos, porque todo lo que ellos hacen me duele.

Cierro el agua, quedándome apoyado en los fríos azulejos de la mesa, observando fijamente mi reflejo en el espejo. Algunos mechones de mi fleco se encuentran mojados y mi cara húmeda. Ojos rojos e hinchados, ni hablar de mi nariz colorada a la que soné varias veces para no atragantarme en mocos. Las mangas de mi suéter, justo en los puños, se encuentran mojadas y pegajosas por obvias razones, totalmente un desastre. Y un asco.

Alguien entra al cuarto, mis ojos van directo hacia esa persona, creyendo que quizás sea el profesor Chae que viene a preguntar si está todo bien puesto a que él salió detrás de mí segundos después del portazo que di cuando me concedió el permiso. La puerta se vuelve a cerrar y me doy cuenta de que se trata de un alumno de segundo de música. Paso de él, dispuesto a irme antes de que la situación se torne más horrible, ese chico que recién acaba de entrar estuvo presente ayer, cuando me estaban tirando huevos.

Doy tres pasos en dirección a la salida, pero me encuentro con él que irrumpe mi camino, estando en el medio. Me mira con maldad y burla, la oscuridad que reflejan sus ojos no me calman en nada, me arrastran hacia la desesperación. Algo va a hacer. Y estoy sólo, sin Hyungwon, sin Minhyuk, sin Hoseok que pueda ayudarme. ¿Y Hyunwoo? No lo he visto en todo el día.

-¿A dónde vas?-murmura con una sonrisa maliciosa que me pone los pelos de punta.

Me niego a responder, sólo intento esquivarlo para por fin salir de allí, pero él vuelve a pararse en frente y cuando me doy cuenta, estoy contra la pared. Mis manos son sostenidas sobre mi cabeza por las suyas con mucha fuerza para que no escape y su cuerpo sobre el mío, con su rostro a tan escasos centímetros. Me mira fijamente, ladeando la cabeza y sus ojos van bajando de mi cara hasta mi pantalón. Entonces sonríe.

Perdí todo el coraje al ver esos ojos volverse más pequeños mientras los muestra con tanta perversión, se me congela la sangre. Quiero moverme, defenderme, quitarlo de encima y correr hasta que lo pierda y así evitar lo que sé que va a hacer. Nuevamente aparecen esas inmensas ganas de llorar. Es cuando me mira otra vez, con esa mirada oscura que me provoca asco donde empiezo a moverme, sin decir una sola palabra, sólo para intentar liberarme por muy inútil que sea.

-Vamos a ver por qué te gustan tanto los penes.-sonríe, bajando una de sus manos lentamente por mi pecho, haciendo que me agitara, que mi corazón lata con fuerza, mientras comienzo a lagrimear.

-¡No me toques!-exclamo moviendo mis piernas, con la intención de poder apartarlo de mí. Mis brazos están presos entre sus manos, pero olvidó que aún puedo defenderme.

Sus dedos se deslizan por mi ropa sin importarle absolutamente nada, yendo con lentitud hasta llegar a la hebilla del cinturón de mi pantalón. Ahí es como si mis neuronas conectaran y me hicieran recordar que mi boca está libre, que puedo gritar y llorar pidiendo ayuda. Lo hago, obviamente, pero él me golpea con la palma con tal fuerza que me voltea la cara. Mi mejilla pica y ya no tengo intención de retener el llanto.