El día en la universidad, para comenzar a contarles esto, realmente empezó como la misma mierda. No sólo por el hecho de que hasta ahora, lo que me tocó vivir esta mañana fue lo peor que me han hecho -y ya hablaremos de eso-, sino que desde un primer momento me desperté con el pie izquierdo.
A ver, tampoco es que sea la persona más afortunada del mundo y con un autoestima que roza el cielo, recordemos que yo de pequeño detestaba el colegio por mi sobrepeso, la inseguridad que sentía de que me dijeran algo y lo rechazado que soy actualmente por la sociedad en sí por mis gustos sexuales. Es tedioso el hecho de vivir esto día tras día, e incluso para ustedes leer toda la tortura. ¿Pero qué se le va a hacer? Después de todo, esa es la vida de nosotros: las víctimas de bullying.
Ojalá esto fuera como el trabajo: molestas un día, descansas otro y así sucesivamente. Pero, lamentablemente no es así. Y sí, sé perfectamente que ojalá nadie sufriera lo mismo que nosotros, pero hay veces en las que uno prefiere que las cosas sean como las acabo de mencionar: tener aunque sea un respiro. Lamentablemente, eso no sucede. Mucho menos cuando también te atacan de manera virtual, donde parece que todo es un ciclo sin fin.
Retomando el tema a lo que quería ir anteriormente: creí que estaría alejado del cyberbullying una vez tuviera un celular nuevo cuyo número sólo lo tenían Hoseok y Hyunwoo. Los únicos dentro de la universidad, claro. Pero, desgraciadamente, todos al parecer consiguieron los dígitos de mi móvil y no hay más que insultos hacia mí por una foto de esa época en la que estaba gordo, viniendo por parte de cuarenta personas. Supongo que dejar mi celular apagado en todo el día es una muy buena opción, puesto a que prefiero dejar pasar esto por un tiempo antes de tomarlo otra vez e ignorar lo que me han dicho, fingir que nunca lo vi y seguir con mi día con normalidad... o al menos lo que pueda.
Honestamente, no sé cómo lo han conseguido, pero ahí lo tienen. Lo obtuvieron y están aprovechando la más mínima oportunidad en escupir cualquier cosa con tal de dejarme mal o tirarme hacia abajo.
Y lo más triste de todo esto, es que poco a poco lo van consiguiendo.
No es fácil, desde luego. Por muy fuerte que seas mentalmente, en algún punto vas a caer, y caer, y caer hasta que ya crean que es suficiente o hayas tocado fondo. En el caso de mis compañeros, ellos deciden cuándo ponerle un fin. A veces dura días, otras meses y otras hasta que tomes la iniciativa de irte. Ya sea de la universidad o del mundo.
Así como consiguieron bajarme el ánimo ni bien abrí los ojos para comenzar el día, lo están haciendo ahora cuando ni siquiera he puesto un pie dentro del recinto, justo en la puerta de entrada. Risas, insultos, tomates que se estrellan contra mí hasta reventar. Bañado en huevo y harina, como si fueran a enviarme al horno para hacer un pastel de Kihyun o algo por el estilo. Todos a mi alrededor grabando el precioso espectáculo los que no hacen nada, riéndose como si fuera una comedia, yo inmóvil conteniendo las ganas de llorar.
Se siente como que todos están en mi contra, que el mundo entero está allí para hacerme la vida imposible. Pero no, serán sólo... ¿ocho personas las que atacan y diez las que observan? No lo sé, más o menos. Y se siente como si el país entero estuviera allí.
—¡Gordo!—oigo a alguien gritar.
Bien, quizás lo esté un poco más. Es cierto que me descuidé estos días y subí algún que otro kilo, teniendo en cuenta que no era muy delgado que digamos en mi pre-adolescencia.
—¡Eres un asco, gay de mierda!—un chico me tira otro huevo que revienta contra mi ropa.
Está bien, no soy la persona más guapa de la tierra. Lo acepto.
A cada golpe que siento, mi cuerpo duele cada vez más, al punto que siento que en nada van a hundirme la piel. Buenos moretones tendré más tarde.
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Roses [KiHo/WonKi] [Monsta X]
FanfictionYoo Kihyun es un estudiante de Teatro en la Universidad de Artes de Seúl, del cual desde muy pequeño supo que ser homosexual está bien. Hasta que descubrió que él lo es y comienza a cuestionarse a sí mismo, sintiendo miedo de que la gente descubra s...