35

1.2K 156 47
                                    

Me doy la vuelta sobre la cama, sintiendo el peso de un brazo rodeando mi cintura. Mi nariz roza con la de alguien que tengo a mi lado, al abrir los ojos, me encuentro con Hoseok aún durmiendo a mi lado con tanta tranquilidad y tanto calor desprendiendo, que me acurruco un poco junto a él, disfrutando de la paz. Cierro mis ojos por un momento, aspirando el aroma que aún tiene impregnada en su piel cuando siento su mano que va a parar a mi cabello, acariciándolo, bajando poco a poco hasta llegar a mi espalda. Ahí se queda quieto. Lo miro, sus ojos despiertos me observan con un brillo en ellos de alegría y ternura, junto con una dulce sonrisa en su rostro.

—Buenos días—me dice con la voz baja, ronca debido a que recién acaba de despertar.

—Hola—sonrío, volviendo mis ojos más pequeños debido a ésta acción.

—¿Cómo estás?—pregunta ésta vez, con un ligero rubor en sus mejillas.

No voy a mentir, mi cuerpo está tan adolorido como si hubiese hecho ejercicio luego de haberme desacostumbrado a una rutina diaria. Eso, sumando un leve dolor punzante en mi zona baja, hacen que apenas quiera moverme.

—Me duele un poco todo—río con algo de pena—. Pero bien.

Hoseok se estira, soltando un bostezo. Se queda un segundo mirando al techo hasta que finalmente se pone de pie. Aún desnudo, sin ninguna tela que cubra su blanquecina piel. Con algo de cuidado, me siento en la cama, observando cada movimiento que hace. Toma sus bóxers que descansan en el suelo, exactamente en el mismo lugar donde los dejó anoche. Gira a verme y me dice:

—Iré a preparar el desayuno y te traeré un analgésico. Quédate aquí, vendré enseguida.

Se marcha de la habitación, dejándome solo. Me vuelvo a acostar, mirando el blanquecino techo que hay sobre mi cabeza. El leve recuerdo de lo que pasó durante la noche se hace presente. La temperatura de mi anatomía sube debido a la vergüenza que siento al pensar en ello. Por costumbre, mi mano va a parar a la mesa de luz que tengo al lado para buscar mi móvil, sin embargo, sobre ésta no hay nada. Entonces me acuerdo sobre que el celular está en uno de los bolsillos de mi abrigo, que se encuentra en el living. Suspiro. Debería ir a buscarlo para avisarle a mamá dónde estoy y por qué no estoy en casa, así evitaría más preocupaciones. Pero la fatiga me gana en estos momentos y prefiero esperar a que Hoseok regrese en mi lugar. Ya me disculparé con ella luego.

El pelinegro entra a la habitación cargando una bandeja con dos tazas de café, un vaso con agua y un tazón con frutas cortadas diez minutos más tarde que los pasé dando vueltas en la cama o jugando con las sábanas. Se sienta a mi lado, dejando el objeto que trae sobre su regazo. Me tiende primero el vaso con agua junto con un analgésico. Ante esto, yo vuelvo a sentarme apoyando mi espalda contra el respaldo de la cama. Tomo el recipiente junto con la pastilla para llevarme ambas cosas a la boca.

—Tienes suerte. Era el último que había—comenta.

Dejo el vaso con el agua que sobró sobre la mesa de luz que tengo a mi lado. Hoseok me da la taza de café. Siento la cálida cerámica contra mi piel, causándome placer debido a la temperatura perfecta. La agarro con las dos manos, para sentir el calor con ellas y le doy un corto sorbo. El líquido caliente quema mi lengua y luego mi garganta, aunque de todas maneras no me quejo. Suelo tomar el desayuno rápido para comenzar lo más pronto posible con mis responsabilidades o dejar todo listo antes de irme a la universidad. Esta vez prefiero ser paciente. Disfrutar de esto con calma, charlando con el chico que tengo a mi lado.

 —¿Qué harás hoy?—me pregunta viéndome fijamente.

—Probablemente pase la tarde con mamá recorriendo la ciudad—respondo—. ¿Por qué?

Roses [KiHo/WonKi] [Monsta X]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora