Al llegar ese gran día donde se definiría el resto de mi vida, no podía estar más nerviosa. Me costaba respirar profundo, tenía unas náuseas horribles y mis manos sudaban. Carlos me regaló una pastilla para el mareo, la cual no pude tomar por desgracia, pues tenía contra indicaciones para el embarazo.
El plan era acompañar a Carlos, aun si no podía entrar a la junta con él. Él se encontraría con el señor presidente Wilson, presentaría su proyecto y dependiendo de su aprobación o no... Bueno eso ya veremos.
Mi esposo estaba muy nervioso y apresurado. Corría de un lado al otro de la casa buscando sus papeles, se vistió de traje nuevamente. Y en un punto, me llamó con él al sótano.
Bajé lentamente y lo vi allí con todos sus papeles ordenados perfectamente. Tenía en una caja fuerte con los pequeños prototipos de sus otros experimentos, cuando bajé estaba cerrándola con llave.
—Amor, ven —me dijo y me acerqué a él—. Este pequeño sótano es todo el legado que tengo —dijo con un suspiro—; tú y yo no hemos podido tener hijos por desgracia, así que estos —señaló los planos— son mis hijos.
—Algún día amor.
—Aun teniendo algún día, esta será mi mayor herencia para ellos, lo que su padre hizo toda su vida —sonaba orgulloso—. Es para ellos y para todo a quien pueda servirle.
—Carlos... —dudé en decirle cuando una lágrima rodó por mi mejilla.
—Tranquila —secó mis lágrimas—. Por eso... Quiero pedirte un favor.
Eso me desconcertó un poco. Observé con atención como fue a su mesa de trabajo y tomó un pequeño chip y la llave de la caja fuerte. Volvió a mí y abrazándome me dijo:
—Ten —me dio la llave y el chip—. Esto es muy importante para mí, y tengo la esperanza de que sea importante para los demás también. Por eso quiero que lo cuides por mí. La llave abre esa caja con unos 5 o 6 prototipos, el chip tiene todos los planos de mis proyectos. Quiero que te quedes con ellos aquí y si algo malo me pasa...
—¿Quedarme aquí? ¿De qué hablas?
—Cariño —tomó mis manos—. Sabes que esto puede ser peligroso, y no quiero que nada te pase, no quiero que vayas a la cárcel por mi culpa. Quiero que, si algo pasa: tú corras y digas que en cuanto supiste de los experimentos me dejaste, di que tú no sabías nada, yo declararé lo mismo.
—No, no, no. —negué con la cabeza—. Si algo nos pasa debe ser juntos, yo siempre he sido tu cómplice y no negaré tu existencia en mi vida, y tu existencia implica todo esto.
Mantuvimos una pequeña discusión. Él sostenía que debía huir si es que algo pasaba, que de nada serviría que los dos fuéramos encerrados. Defendí mis ideales de acompañarlo y me di cuenta de que si le decía del embarazo, con mayor razón defendería que me vaya. Cedió a que lo acompañara, pero me puso condiciones.
—Si vas a ir conmigo, prométeme que, si me encarcelan, vas a intentar correr. Salva tu vida.
—Pero...
—Por favor, no podría perdonarme si algo te sucede.
—Está bien —acepté.
—Y —abrió un cajón de su escritorio—, quiero que lleves esto —me entregó una pistola—. Sé que sabes usarla y quiero que lo hagas. Vas a protegerte con esto.
—Carlos, esto es demasiado. ¿En ese caso no sería mejor que la llevaras tú?
—A mí van a revisarme al entrar a la oficina, y este es mi invento, si me encarcelan por él, estoy dispuesto. Pueden argumentar que es ilegal, pero no pueden negar su existencia y no implementarlo, así podrá ayudar a las personas, con eso y tu libertad vale la pena todo.
Nos detuvimos, detuvimos el tiempo para hablar de nosotros. Hablamos de nuestra juventud y Carlos me contaba cuentos sobre nuestra vida futura juntos en ese futuro donde todo salía bien.
Guardé el arma en mi saco escondiéndola lo mejor posible, el chip estaba en una pequeña bolsa improvisada dentro de mi sostén. Me parece imposible poder describir mi estado en ese momento, apenas y podía respirar. Pero a pesar de todo, Carlos y yo fuimos tomados de la mano hasta la casa presidencial.
Todas las decisiones estaban tomadas, no había vuelta atrás. Al salir de ese edificio nuestro destino estaría fijado. Y la situación no podía ser más tensa.
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Código natal ✔️
Science Fiction•Alaia está embarazada, pero su hijo no tiene permiso de nacer, por lo que deberá huir y buscar refugio en una comunidad de mujeres como ella• Hay personas que no merecen ser padres, o al menos eso es lo que la OCN se dedica a decidir. Desde que las...