Llegó la noche de celebración que, a pesar de su carácter, no me causaba gran entusiasmo. Aún con ello me arreglé para la ocasión, e hice una gran cena para 5 personas. La idea originalmente era salir a un bar, pero por obvias razones no era lo mejor para mí beber alcohol o rechazarlo de manera sospechosa.
Cociné lo mejor que pude, siempre me ha agradado, pero por alguna razón, en esta ocasión particular toda idea me parecía mala. Compartí mi frustración con Dinah y accedió a otorgarme su día libre para cocinar. Pasamos una gran parte de la tarde en la cocina, afortunadamente Carlos había salido esa tarde y pude hablar ampliamente con ella.
-Creo que estoy embarazada.
-¿Qué? -bajó la voz- ¿Ya se lo has dicho a Carlos?
-No tienes que hablar bajo, estamos solas -saque la bandeja del horno-. Y no, no se lo he dicho.
-¿Y qué esperas? -leyó mi mirada como era su costumbre- Siempre dices que no tienes puesto tu futuro en ese aparato suyo ¿no me digas que estás esperanzada a que funcione?
-Pues sí, lo estoy. No tengo otra opción -hice una pausa-. Además, de otra forma, no estoy lista para afrontar una plática sobre abortar a nuestro hijo.
-Sabes que así son las cosas, Alaia.
Eso es cierto. Siempre me he mentalizado a la idea de que los anticonceptivos debían ser mis mejores amigos; o si no, pasaría mucho tiempo en la clínica abortiva de la ciudad.
Desde niña tuve suerte de sobrevivir, de que alguien me adoptara en lugar de mandarme a asesinar. Era un reto conseguirme el permiso, y por más influencias que se movieron, fue un fracaso. Recuerdo que dejaron de pagarme la universidad diciendo que sería un desperdicio, sin el permiso nadie te dará trabajo, decían: y tenían razón.
Me hice a la idea de vivir con personas que no eran mis padres; me hice a la idea de pagarme los estudios; me hice a la idea de que probablemente no tendría trabajo, o al menos no uno que pasara de mesera o prostituta. Y a pesar de todo, jamás me hice a la idea de abortar a mi propio hijo.
-Tengo un ligero destello de esperanza en los ojos ¿no lo ves?
-Pues yo no lo veo -dijo mirándome de pies a cabeza-, debe estar muy en el fondo, quizá en la córnea -añadió con una sonrisa.
-No es gracioso.
-Tienes cara de velorio, querida. No me juzgues por no notar esa diminuta esperanza.
-El trabajo de Carlos es maravilloso. Lo he visto probarlo en el jardín y funciona.
-Que repare tu césped no va a salvar a la humanidad -se asomó por la ventana-. Además, ni siquiera lo hizo bien, todo está seco.
-No es su culpa. Si algo no soy es jardinera -de verdad que no lo soy-. El punto es, que el aparato sirve y muy bien.
-Si cariño. Pero tú y yo sabemos que esto es ilegal. Pueden aceptar el proyecto y todos felices; o él, tú y hasta yo podríamos ir a la cárcel solo por haberlo sabido. Y créeme que allí nadie te va a preguntar si quieres abortar a tu bebé o no; lo primero que harán será llevarte a la clínica -después de ver mi expresión pálida, cambio su tono serio a uno más juguetón como es su estilo-. Y aun así estoy aquí, para que veas que buena amiga soy.
Dinah era de ese tipo de personas que hay pocas: son sinceras. Son directas de tal manera que te duele escucharlas, pero sabes que lo que te dicen es cierto. A veces para amenizar sus comentarios, cuando sabe que ha dicho algo hiriente, hace una broma. Odiaba eso, era un recordatorio de que no se iba a retractar de lo dicho, que no podía pues estaría mintiendo.
-¿Crees que deberíamos huir? -dije casi como una súplica.
-No, querida. Tú más que nadie conoces a tu esposo. Sus convicciones son fuertes y no sé si tú las puedas romper, o si eso le hará feliz. Sabes que huir no es fácil -se acercó a susurrarme-. Si vas a huir hazlo tu sola, esta noche.
-¿De verdad dices eso?
-Linda -me miró a los ojos-. No dudo que Carlos te ame, ni que ame a ese niño; pero, pregúntate ¿de verdad él sería feliz? Toma en cuenta que dejaría atrás sus grandes sueños para él y la humanidad.
-¿Y solo él importa? -comencé a sollozar- ¿Qué hay de mí?
-Tú llevas a ese bebé en el vientre. Tú decides que va a pasarle a los tres, cariño -secó mis lágrimas con la manga de su sudadera-. Lamento decirte, que tu felicidad va ligada a la de ellos. Lo mejor sería hablarlo con él.
Su sinceridad dolía, pero era completamente correcta siempre. Probablemente aun si Carlos decidiera huir juntos, en el mejor de los casos viviría infeliz en silencio. Y sobre mis hombros estaría el pensamiento de que él no es feliz gracias a mí.
-¿Podemos ir por una prueba de embarazo? -dije finalmente.
Dinah y yo caminábamos en silencio, cosa que me torturaba por los pensamientos de mi mente. Si ella estaba callada, algo realmente serio estaba sucediendo.
La farmacia no estaba lejos de casa, pero cada paso era un escenario más que se formaba en mi cabeza. 315 pasos: comencé a contarlos para evitar pensar más. Entonces llegamos.
Me sentí como una niña pequeña o una adolescente específicamente al pedir esa prueba. Titubeé al realizar mi pedido. Estoy segura de que el vendedor supo que el embarazo no era precisamente una buena noticia al ver mi rostro, pude notar esos discretos ojos de lástima al decir "Aquí tiene".
No conté los pasos de regreso, pero seguramente eran menos porque esta vez fui corriendo. Me quedaba menos de dos horas para que Carlos volviera. Menos de dos horas para tomar decisiones acerca de tres vidas.
Dinah esperó fuera del baño con una enorme curiosidad y una preocupación significativa. Yo me encargué de la prueba y salí a hacer la espera juntas.
Vi como la pequeña pantalla me daba mensajes nada consoladores "Su resultado se está procesando" "Aguarde 1 minuto" "Para mejores resultados, mantenga la prueba horizontalmente".
El pequeño instructivo era cuanto menos curioso. Señalaba que en caso de estar embarazada se podía optar por continuar el embarazo, si es que se contaba con permiso parental; y de lo contrario podía interrumpirlo en mi clínica más cercana.
Y finalmente, luego de los minutos más eternos de mi vida... "Embarazada 5-6 semanas". Lástima que entre sus mensajes no llevara palabras de aliento.
No hizo falta que Dinah dijera nada. Pude notar que ni ella misma sabía si felicitarme o echarse a llorar conmigo. Por el contrario, decidió solo abrazarme y consolar mi llanto en silencio.
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Código natal ✔️
Fantascienza•Alaia está embarazada, pero su hijo no tiene permiso de nacer, por lo que deberá huir y buscar refugio en una comunidad de mujeres como ella• Hay personas que no merecen ser padres, o al menos eso es lo que la OCN se dedica a decidir. Desde que las...