│Capítulo once│

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No tenía idea de lo que "refugiada política" significaba para Nataly, una mujer que apenas conocía hace un par de minutos; y que sin embargo, parecía identificarse conmigo en ese término

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No tenía idea de lo que "refugiada política" significaba para Nataly, una mujer que apenas conocía hace un par de minutos; y que sin embargo, parecía identificarse conmigo en ese término. Ella comenzó a explicarme las cosas tal y como las percibía.

—¿Es que no te das cuenta Alaia? Te buscan porque tú has descubierto su lado obscuro y nadie más debe saberlo. Sabes demasiado, y eso te convierte en una refugiada política aquí.

—¿Puedes explicarme de qué hablas?

—¿No has hecho ninguna teoría por ti misma? Se nota que has sido criada burocráticamente, te es difícil pensar más allá —dijo con un tono sarcástico—. ¿Tú por qué crees que mataron a tu esposo? ¿Crees acaso que eso es una acción normal de gobierno?

—No, claro que no. Pero Carlos y yo sabíamos que su trabajo era ilegal.
—¿Eso es da derecho a asesinarlo? ¿No crees que merecía al menos un juicio? —no tuve palabras para responder a eso, ella prosiguió hablando en un tono más calmado—. Okay, debo explicar esto desde el inicio ¿Alguna vez leíste sobre el famoso discurso presidencial del señor Wilson I? Aquel discurso que dio cuando se aceptó la ley natal.

—Creo haber leído eso cuando iba en la universidad.

—Bien. Cómo sabrás, las cosas con el caos poblacional se estaban saliendo de control en ese entonces, y no solo aquí, sino en todo el mundo. Fue entonces cuando se instauró la ley natal en 50 países y luego en casi todo el mundo, exceptuando a Italia.

—Sé que soy un poco torpe en esto de la deducción, pero si tomé clases de historia.

—Entonces, lo más importante de ese discurso es la frase "La familia Wilson nos haremos cargo personalmente de esta institución, el tiempo que haga falta.", cosa que se tomaron muy literalmente. Verás: la economía del país se basa en la repartición de bienes, la cual está con base en la ley natal; por lo que, cuando hablamos de administración de recursos, hablamos de OCN, y cuando hablamos de OCN hablamos de la presidencia del país, y eso nos lleva directamente los Wilson.

—Lo entiendo, los Wilson son la familia presidencial porque se encargan de manera personal de la OCN.

—¡Exactamente!

—¿Pero eso que tiene que ver con mi esposo?

—¡Ay linda! Tiene que ver todo —a eso le siguió una pausa excesivamente dramática —. Mira, cuando nuestra situación en cuanto a población y recursos mejore, la ley natal dejará de ser necesaria. Y si la OCN desaparece, también lo hacen los Wilson —comencé a reflexionar profundamente lo que decía—. Y tienes que entender que son gente que no está dispuesta a renunciar al poder con el que nacieron, tienen la vida resuelta y también sus hijos; además de que, esto no es algo que solo suceda en este país ¡Es en todo el mundo! Nadie quiere renunciar ¡Que viva la ley natal! —rio de una manera sarcástica, tenía una personalidad un poco excéntrica.

—Por eso los experimentos son ilegales.

—Exacto, no te creas ese cuento de que es para no desperdiciar recursos —se acercó a mí en un tono más serio—. ¿Crees que tu marido fue el primero en querer hacer algo? No lo fue, pero nunca supiste de los demás porque también están muertos. Las protestas están más fuertes que nunca, ¿Qué crees que diría la gente si les dan la noticia de que existe algo que puede salvarles la vida, pero como fue hecho ilegalmente debe de ser destruido?, ¿suena totalmente ridículo, no?

—Entonces si mataron a mi esposo fue porque nadie debía saber sobre su invento —hablaba con un gran shock y un nudo en la garganta.

—Creo que estás entendiendo las cosas.

Comencé a sollozar mientras comprendía y encajaba las piezas de todo lo que estaba sucediendo. Me costaba trabajo creer en las personas, pero a pesar de todo lo que ella me decía cuadraba perfectamente con todo y eso era aún más doloroso. Lloraba de dolor por su muerte, de mi sensación de soledad pues él se había ido, y de rabia al darme cuenta del mundo en el que estaba parada.

—¿Y por qué dices que estoy aquí yo? —dije después de calmarme.

—No solo tú, todas estamos aquí porque Wilson así lo quiere; simplemente tu caso es un poco más personal.

—¿A qué te refieres?

—En este caso, si no quieres creerme, puedes preguntar a cualquiera. Te haré una pregunta Alaia, ¿Te pidieron papeles parentales, pasaporte o revisaron tu código cuando entraste?

—No, no lo hicieron. Algunos soldados pidieron otra clase de cosas, pero no.

—Son unos bastardos. Bueno, el punto es que no, a ninguna de las que estamos aquí nos pidieron algún papel para entrar; sin embargo, si queremos salir sí. Si deseas salir de este lugar, debes mostrar tu acta de nacimiento, pasaporte, permiso parental, código natal y demostrar que no estás embarazada, y aún con eso, es casi imposible que te dejen salir.

—¿Por qué hacen eso? ¿Qué no debería ser al revés?

—No. Los no natos no le interesan al gobierno en lo absoluto, seguramente eso lo sabes. Este lugar está destinado para que lleguen esa clase de personas —señaló hacía la puerta—. Allá afuera, te venden la idea de que aunque este lugar no es el mejor, es una salvación para todos aquellos sin permiso, y que intentan combatirlo pues mantiene bien a muchas personas que están fuera de la ley. Eso está muy lejos de la realidad, la realidad es que esta clase de lugares existen en todos los países, este por ejemplo lo compartimos con México, por eso hay muchas mexicanas como María. Esta clase de lugares que llamamos "refugios", son dónde el gobierno arroja lo que no quiere, todos esos que vienen aquí dejan de robar comida de los natos y dejan de ser una carga para el gobierno; es como haberse encerrado en prisión voluntariamente. Aquí la mayoría de los niños mueren de hambre o alguna enfermedad, no hay comida suficiente ni servicios de salud; es solo como una muerte más lenta.

—¿Y entonces eso que nos hace a ti y a mí especiales? ¿Por qué me cuentas esto solo a mí?

—Tú y yo tenemos un doble motivo: estamos aquí por nuestros hijos —Nataly miró a su niña que jugaba alegremente afuera— y además porque aquí nadie va a escucharnos. Wilson no te mató porque sabía que vendrías aquí, que este sería tu refugio. Para él ya está todo resuelto: estando aquí ninguna prensa va a escucharte, y aun si lo hicieran, nadie va a creerte pues primero que nada está la idea de que eres una asesina. En mi caso, tengo un trato por mi silencio, así que también estoy atrapada.

—¿Me estás diciendo que simplemente no hay escapatoria?

—Me temo que no.

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