│Capítulo dieciséis│

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Había información de que dos mujeres nuevas acababan de llegar, por eso Nataly y yo tuvimos que ir a recibirlas al maternal

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Había información de que dos mujeres nuevas acababan de llegar, por eso Nataly y yo tuvimos que ir a recibirlas al maternal. Sería la primera vez que recibiera a alguien luego de mi llegada. Estaba asustada y emocionada, aunque sabía que no era un gran trabajo, me pareció que una calurosa bienvenida era lo mejor para alguien que estaba pasando por un mal momento.

Mi compañera dijo que hacía falta agua y algunas otras cosas para esa recepción, ella se dirigiría al almacén a traer las cosas antes de alcanzarme, le había dejado a su pequeña a Carmen para ir más rápido. Me asusté por un minuto ¿Recibir a alguien sola? Sin embargo, ella me tranquilizó aclarando que María y Raquel me acompañarían en ello, ellas ya estaban allí.

Al momento de mi llegada, antes de poder ver a las dos mujeres, María me dio la información que tenía sobre ellas:

-No vienen juntas, al parecer solo fue una casualidad que se encontraran en la puerta y entraron las dos. La castaña no parece estar embarazada ni trae a ningún niño, es un poco extraño, pero no ha querido hablar. La rubia debe tener unos tres o cuatro meses de embarazo según Raquel.

-¿Qué debo hacer con ellas?

-Solo pregunta un poco de su estado para saber dónde ubicarlas. Seguramente tú y Nataly les den una breve explicación del lugar antes de que anochezca.

-Entiendo, gracias María.

La mujer castaña era bastante grande, refiriéndome a su estatura y peso, me parece imposible distinguir si estaba embarazada. La mujer rubia era un caso totalmente distinto, me parecía conocida, pero no lograba ubicarla en mi cabeza. Me detuve un poco a pensar intentando saber de dónde la conocía, hasta que la ardilla de mi cabeza comenzó a trabajar ¡Era la mujer de la clínica! Si, si, claro, era esa mujer limándose las uñas que estaba en la clínica de abortos.

-¿La conozco? -me acerqué a ella para confirmar.

-¡Si! La vi en la clínica y usted se levantó diciendo que debía haber otra solución usted es la señorita Alaia, bueno, señora ¿no es así? -hablaba emocionada.

-Si, lo soy. ¿Usted era la que estaba sentada a un costado de mí?

-Si, si, lo era -confirmó con una sonrisa-. Cuando usted salió con todo ese orgullo tan empoderada y decidida, todas nos quedamos calladas un minuto y luego... ¡Luego fue impresionante! Algo nunca antes visto.

-¿Qué ocurrió?

-¡Se fueron! Seis de las que estaban allí sentadas se fueron, tomaron sus cosas diciendo "Sí, sí, hay más opciones" y se levantaron con una sonrisa en el rostro.

-No vi nada de eso en el noticiero, solo estaba la parte de como me fui yo.

-Es cierto, yo tampoco encontré nada en las noticias sobre ese evento tan impresionante. Sin embargo, yo también decidí irme y quedarme con mi bebé, por eso estoy aquí.

Las nuevas noticias que traía esa mujer me parecían algo impresionante, jamás imaginé que una simple frase causara ese impacto. La mujer parecía muy risueña y mantenía ese porte de elegancia que noté desde la primera vez que la encontré, lucía unos guantes blancos, un vestido acampanado, lindas sandalias y un sombrero enorme: parecía una dama de los años 40 con una pequeña barriguita resaltante en su figura esbelta.

-¿Puedo preguntarle algo? -le dije.

-Si, claro -respondió con una sonrisa.

-¿Usted no tenía ya un niño pequeño?

-Si -respondió quitando su sonrisa-. Mi decisión no le calló muy bien a mi marido, dialogamos un poco sobre el asunto, pero no cedió totalmente. Dijo que lo mejor que podía hacer era dejarme visitar a mi hijo en Navidades o cuando pueda salir de aquí.

En ese momento las movilizaciones de Raquel y María pararon: miraron a la mujer con lástima; y me miraron a mí, sabía que yo era la responsable de infórmale que no volvería a salir. Estaba consciente de que debía decirle, sin embargo decidí posponerlo cambiando de tema y esperando que Nataly se los informara al llegar.

-¿Cuáles son sus nombres? -les dije.

-¡Oh cierto! Me llamo Ángela -me respondió la mujer rubia dándome la mano-, mucho gusto.

-Yo soy Ruth.

-Es un gusto -respondí-. ¿Está embarazada?

La mujer solo miró hacia abajo y no dijo nada. Estaba pensando que debía hacer en esa situación ¿Había sido muy directa? ¿Qué error estaba cometiendo? El momento fue interrumpido por Raquel que se ofreció a revisar a Ángela con su embarazo.

-Todo está bien Ángela.

-¿Si? Me alegra mucho.

-¿Cómo te sientes tú? Caminaste mucho, ¿Te duele algo?

-No, no, todo bien. Solo tengo mucha sed.

-Es impresionante, normalmente las mujeres llegan hechas un desastre luego del largo camino y el sudor; en cambio, tú pareces una perfecta muñeca aún.

-Que amable -respondió acomodando las arrugas de su falda.

En ese momento Nataly entró con su montón de botellas de agua apresurada. Estaba sudando y jadeando, parecía haber corrido.

-Lamento mucho la demora, ¿Cómo se encuentran las nuevas?

-Todo bien, Nataly -respondió María.

En ese momento Ruth subió la cabeza y miró a Nataly con una enorme furia. De inmediato sacó un pequeño cuchillo de su bolsa con sigilo y se arrojó contra ella.

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