│Capítulo veintinueve│

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Así fue como comenzó mi último trimestre; que coincidía con el penúltimo mes del embarazo de Ángela

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Así fue como comenzó mi último trimestre; que coincidía con el penúltimo mes del embarazo de Ángela. Ahora ya no estaría dando vueltas por todo Texas con Nataly, lo que me daba en cierta manera un poco más de tiempo libre; pero a la vez tenía algunas nuevas responsabilidades en lugar de eso.
Para comenzar, ya no podría levantarme y dar un saltó al comedor para tomar tranquilamente mi desayuno; por el contrario, ahora debía levantarme anticipadamente e ir a formarme desde temprano para entrar a comer. El poder levantarme tarde sin duda alguna fue la cosa que más extrañaba de mi trabajo con Nataly.

Las mujeres en la fila se mostraron muy sorprendidas cuando me vieron formada allí, y no intentaron disimular sus sugerencias y comentarios entre dientes que se iban de una en una por las mujeres formadas. Imagino que pasaban que Nataly y yo habíamos tenido alguna especie de "pelea marital" y me estaba castigando ahora o que habíamos terminado nuestra relación romántico-lésbica. Por eso mismo, les sorprendió muchísimo cuando Nataly pasó más tarde a saludarme desde donde esperaba formada.

Pasaba al comedor junto con las embarazadas y niños pequeños. Mientras quedaban lugares ninguna de ellas trataba de sentarse a mi lado. Una vez nos servían la comida y los demás pasaban, no les quedaba más alternativa que tomar un lugar cerca del mío. Me sorprendió cuan determinantemente me evitaban, como si fuera portadora de una enfermedad contagiosa.

Debo decir que aunque me reusaba a sentirme mal por los comentarios de las mujeres de Texas, era un poco doloroso notar que nadie deseaba estar a tu lado; me sentía cómo en las películas de adolescentes, la rechazada por todos en un movimiento colectivo. Aunque no traté de externar mis vanas tristezas a Nataly o nadie más.

Pero pronto me di cuenta de que en ese lugar existían personas maravillosas que a pesar de todo me querían muchísimo y no me dejarían sentirme rechazada de ninguna manera. En esa misma semana vi como aumentaba poco a poco la compañía en mi mesa.

Primero, Ángela aunque sorprendida de mi presencia decidió tomar el asiento a mi lado apenas entró, con su barriga a punto de estallar y su plato de comida me hacía sentir menos sola. Ella habló conmigo lo más normal, sin preguntar por qué estaba allí o cuestionar que había sucedido entre Nataly y yo, solo me hacía compañía.

Al día siguiente apareció alegremente Amina, la chica que había conocido poco antes en la misma cafetería. Ella se sentó a nuestro lado junto con su juguetón bebé que tomaba del pecho de su madre. Le presenté a Ángela, que estaba encantada con el pequeño niño y con conocer a alguien nuevo.

—¿Te peleaste con tu novia Nataly? —preguntó la menos discreta Amina.

—¿Novia? —se sorprendió Ángela.

—Es un chiste, tranquila —respondió entre risas Amina, feliz de causar una confusión en su nueva amiga.

—No estoy peleada con ella, solamente pensé que era más correcto si tomaba parte de las filas, las labores y esas cosas.

—¿Ya tomaste un turno en el maternal?

—No, aún no lo hago. Pero ya estoy en la lista, creo que debo ir la próxima semana.

—Espero que no te arrepientas de tu idea cuando debas tomarlo.

—¿Por qué? —respondí un poco asustada, a lo que solo recibí una risa de Amina y la mirada baja de Ángela— ¿Qué pasa allí Ángela?

—Nada, nada. Es solo que... —dudó— digamos que puede ser un poco difícil la primera vez.

—¿Un poco? —comentó sarcásticamente la chica con el bebé—. Mira, te lo diré así: ¿Ves a todos estos bebés? Bueno, van a estar todos y cada uno de ellos en el maternal.

—Claro, pero no tengo que cuidarlos a todos.

—Ja. No, quizá no todos, pero si a uno de cada cuatro.

—¿Uno de cada cuatro?

—¿Es una locura, no? Solo cuatro mujeres para cuidar toda la noche a los niños de Texas. Eso es a lo que tendrás que enfrentarte.

Amina estaba dispuesta a seguirme dando detalles de lo cansado y casi imposible que era cuidar a tantos niños que deseaban dormir a lado de su madre, siendo imposible eso. Del efecto domino que se producía cuando uno solo de ellos se despertaba y demás cosas; pero no quise escuchar más, o no me atrevería a ir.

El problema radicaba en que las únicas personas que debían ir al maternal eran aquellas que tenían hijos o estaban a punto de, y se encontrarán en una condición de salud estable. Texas no podía permitirse tener enfermos ni siquiera de una simple gripa, y menos que estos estuvieran cerca de los niños. Además que desde los últimos dos meses del embarazo ya no era necesario asistir, pues los riesgos eran muchos.

Eso causaba que hubiera muy pocos en el maternal, y estos mismos no podían desvelarse seguido o que las labores se cruzarán unas con otras; por lo que solo cuatro personas al día cuidaban a todos esos pequeños. De haberlo sabido antes me hubiera encargado de modificar la frecuencia de esas labores y organizar todo mejor.

No me quedaba mucha emoción por atender el maternal, pero un día tuve que hacerlo. Aunque esa es una historia para un poco más adelante, ahora vamos a seguir con lo de la cafetería.

En la semana siguiente la cantidad de cotilleos en el comedor se aumentaron drásticamente. Ahora no solo estaba mi llegada al comedor, sino que parecía haber comenzado una oleada de cambios en el lugar: Nataly, Raquel y María sorprendieron a todos tomando su lugar en la fila para el desayuno.

Ese movimiento me había sorprendido incluso a mí. Al parecer ellas también habían decidido cambiar sus hábitos y sacrificar sus horas de sueño para ser lo más justas posibles.

—Yo solo hago esto por acompañarte —me susurró Nataly al sentarse a mi lado.

A pensar de sus palabras, en el fondo sabía que también le importaba cambiar la idea que tenían sobre ella.

Por su parte Raquel y María luego del ataque habían decidido ponerse a un nivel igualitario. Reconocían que realmente no tenían ningún motivo para saltarse las filas del comedor o del baño y que el hecho de desempeñar otros trabajos no les daba derecho a tener privilegios.

Creo que la situación podía interpretarse como ceder a los caprichos de la población que no había pedido nada respetuosamente; y sinceramente no sé si tengan razón. Solo puedo decir que se sentía realmente bien hacer las cosas de la manera correcta y escuchar a todos a tus espaldas volviéndose locos.

Ahora sabía que tenía un grupo de personas que habían estado conmigo los últimos meses en buenas y malas, que se habían convertido en más que mis compañeras: mis amigas.

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