Los siguientes días solo me servían para reafirmar el hecho de que todas las personas en Texas me odiaban secretamente. Tomé la decisión de no aclarar los rumores sobre la muerte de Nataly; no era como si yo dijera que había muerto, simplemente dejaba que creyeran lo que más les pareciera conveniente.
Casi todas las mañanas escuchaba algún insulto proveniente de las filas en el comedor, en las duchas, la cafetería o las habitaciones. Pero no importaba, no me interesaba lo que esas mujeres pensaran de mí o de Nataly.
Por un tiempo me encontré en ese estado de negación, diciendo que era una tontería hacerle caso a sus palabras, pero luego comencé a ver las cosas del otro lado. Me daba cuenta de que yo me sentiría exactamente de la misma manera si todos los días me tuviera que formar temprano o de lo contrario no comería, hacer mis tareas asignadas, limpiar, cuidar a mi bebé, etc.; mientras que una chica llegaba y simplemente se proclamaba la jefa.
También entendía su odio hacía Nataly. Ella siempre había pertenecido a ese mundo privilegiado: primero era esa exitosa abogada que condenaba a cualquier niño por dinero, y ahora era la administradora y de cierta manera la jefa de todas.
A pensar que ninguna de ellas trataba de darse la oportunidad de conocernos como personas, aún podía entender su postura. Comencé a tener más y más ganas de conocer a las chicas de Texas, eran las personas con las que seguramente convivirá el resto de mi vida y apenas sabía el nombre de una decena de ellas, o menos.
Pasó casi un mes cuando Nataly seguía en cama. Creo que no hace falta decir que estaba harta de su confinamiento. En esos días su pequeña niña no quería salir a jugar o dejar a su mamá un segundo, temía que un monstruo pudiera atacarla en su ausencia. Yo la visitaba por las tardes y le ayudaba a lo que necesitara, aunque en realidad Raquel atendía todas sus necesidades; yo sobre todo hablaba con ella, como las amigas que éramos.
Sabía que Diana se pondría como loca cuando se enterase de que su mejor amiga había sufrido una lesión; sabía que ni siquiera le importaría el hecho de que habíamos logrado abrir el nuevo edificio tal como se esperaba. Y eso fue exactamente lo que pasó.
Llegó con sus camionetas habituales y me recibió con una cara desagradable cuando notó la ausencia de la única persona que le interesaba ver.
—¿Dónde está Nat? —me preguntó sin mirarme a los ojos.
—En cama —le respondí.
—¿Está bien? —cambió su tono a uno más preocupado, volteando inmediatamente a verme para preguntar.
—De hecho no muy bien —le contestó Raquel—. Sufrió una caída mientras se hacían las reparaciones en el nuevo edificio. Pero tranquila, solamente necesita un poco de descanso, ya casi se ha recuperado, puede caminar con ayuda y creo que en una semana o dos...
Sin darle oportunidad de terminar la oración, Diana se lanzó corriendo a la habitación de Nataly. Le dijo a Raquel y María que la acompañaran para revisarla y a uno de los tres hombres que cargaban las cosas, le ordenó que la siguiera para poder cargarla y limpiar su cama o demás cosas. Nos dejó solamente a mí y a dos de los cargadores.
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Código natal ✔️
Science Fiction•Alaia está embarazada, pero su hijo no tiene permiso de nacer, por lo que deberá huir y buscar refugio en una comunidad de mujeres como ella• Hay personas que no merecen ser padres, o al menos eso es lo que la OCN se dedica a decidir. Desde que las...