│Capítulo cuarenta y tres│

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Quité mi mano por debajo de la suya de inmediato

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Quité mi mano por debajo de la suya de inmediato. Nataly se sorprendió, parecía además que en sus ojos había miedo. Sigilosamente acerqué mi mano al lugar donde estaba la pistola, no planeaba tomarla, pero tenía miedo que ella tratara de quitármela cuando le dijera lo siguiente.

—¿Vas a decirme la verdad sobre él porque apareces hasta ahora?

—No sé de qué me estás hablando —sus ojos expresaban otra cosa: miedo, había sido descubierta.

—Bueno cambiaré mi pregunta.

Me levanté escondiendo la pistola detrás de mí, me acerqué a la cuna de Dante para cubrirla con mi propio cuerpo, tenía miedo de que ella de nuevo intentara algo en contra de mi bebé. Nataly me miró inmóvil moverme sin decir nada.

—¿Cómo es que siquiera te atreves a preguntar qué fue lo que pasó si lo sabes perfectamente?

—Alaia, me estás asustando ¿Qué estás diciendo?

—Mira: he confiado en ti todo este tiempo. Fuiste la única persona que me ayudó y quise seguir contigo aun cuando eso me ganara el odio de todos los demás. Nunca he pensado nada malo de ti por más que me advirtieron y ahora me siento tan estúpida por haberlo hecho.

—Pero sí... yo no hice nada. Solo he tratado de ayudarte y nunca he pedido nada a cambio.

—¡No me mientas! —subí la voz, controlándome para no despertarlo.

Mi desesperación me llevó a apuntarle a Nataly. Ella se hizo hacía atrás por instinto, y me miró asustada.

—Eres la única persona ¡La única en el mundo! Que sabía dónde tengo guardado el chip —había sido descubierta y lo sabía—. Así que déjate de tonterías, deja de decir que eres mi amiga, que no me obligarías a nada y todas tus demás mentiras. Dime la verdad ahora.

—Está bien, te diré la verdad —su voz se puso firme nuevamente y enderezó su postura—. El día que llegaste aquí, recibí una llamada de los Wilson una hora antes de que aparecieras. Te lo dije: fui la abogada de los Wilson por mucho tiempo y cuando me mandaron aquí lo hicieron para previniendo que pasara algo así una vez. Para que ellos pudieran controlar todo lo que pasaba adentro. Fue perfecto para ellos, pues además de todo... Diana confiaba en mí.

—¿Y por qué?

—¿Por qué Diana confía en mí? —preguntó y yo asentí—. Ya lo sabes, éramos compañeras.

—No me quieras engañar de nuevo Nataly: no sé si ustedes tienen algo o no, pero definitivamente esa chica está enamorada de ti.

—Está bien, está bien —suspiró—. Fuimos pareja un tiempo. Unos... cinco años cuando estábamos en la escuela. Ella sigue intentando volver conmigo.

—Y tú te aprovechas de eso para tener un "puesto importante" aquí.

—Quizá... sí —admitió.

—Sigue tu historia.

—Wilson me marcó, me contó todo lo que estaba haciendo para inculparte, dijo que no faltaría mucho para que llegaras aquí. Me contó como mandó a robar todo lo que tenías en casa y que mi trabajo ahora era averiguar si aún tenías evidencias de lo que había pasado.

—Entonces tú le dijiste que tenía el chip.

—Sí. Él me dijo que debía quitártelo, pero yo no quise. Me ofreció salir de aquí, dijo qué podría volver a mi antigua vida si se lo daba.

—Por favor ¿Ahora dirás que querías ser buena conmigo?

—Puedes o no creerme, pero es en serio. Tú —se acercó, yo me alejé —, de verdad me agradas. No quería robarlo e irme con él solo así. En fin, él siguió insistiendo; yo seguí dando largas y excusas. Le dije que estaba planeando como robarlo aun sin resultados.

—¿Y luego?

—Wilson comenzó a presionarme cada vez más. Hablé con él prometiendo que apenas naciera tu hijo podría convencerte, pero no quería seguir esperando. Me amenazó diciendo que le pagaría el boleto de salida de Texas a alguien más si es que yo no me atrevía pronto; no creí que lo cumpliera, pero lo hizo.

—¿Te das cuenta lo que hiciste? No solo fue a mí, ya se habían llevado a esa pobre chica y yo... con la pistola ¡Dios!

—No imaginé eso. No se suponía que esos tipos harían algo además de llevarse el chip, ni siquiera tenían instrucciones de hacerte daño o algo por el estilo. No sabía que tú tenías un arma escondida ¿Cómo se supone que imaginara esto? ¿Por qué demonios tienes una pistola, Alaia?

—Eso no es importante ahora, las cosas que pasaron ya no pueden cambiarse. Dime ¿ahora qué?

—Alaia... puedes o no creerme, pero realmente me importas. Si no me lleve el chip en todo este tiempo fue porque quería convencer al señor Wilson de dejarnos ir a las dos. Prometí mil veces que tú te quedarías callada, que ya no tendrías evidencias de cualquier manera, que guardarías silencio eternamente con tal de darle una buena vida a tu hijo —pude notar como en su cuello se marcaban las venas y su frustración podía sentirse—. Pero no conseguí nada. Él no confía en tu silencio y me temo que aun si me dijera que sí, solo lo haría para matarte justo en la salida.

—¿Y qué hago ahora, Nataly? —dejé salir mi frustración y permití que se acercara a mí para abrazarme.

—Alaia. No sé si has estado escuchando las voces afuera, pero todo el mundo está organizándose para sacarte de aquí. Si se sacan de aquí me voy contigo, lo juro. Eres mi única amiga en el universo y no quiero perderte. Pero no puedo hacer nada más.

—¿Y el chip?

—Es tuyo. Tú decides que hacer con él.

—¿Y si se lo entregara a Diana?

—Puedes hacerlo. Pero no va a servir de mucho. Ella puede soñar todo lo que quiera con llevar a cabo los inventos, pero dime algo: el invento de tu esposo es para tener un terreno fértil ¿no? ¿De qué se supone que va a servirnos eso si aquí no hay ni una gota de agua? Sé que había más planos y borradores de proyectos, pero, si tu esposo que los conocía a la perfección nunca pudo realizarlos ¿Cómo se supone que un montón de extraños puedan terminarlos y recrearlos? Me temo que todo eso es un simple sueño. 

 

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