Me levanté de la silla, mi corazón parecía salir de mi pecho y todo mi cuerpo estaba temblando. Debí solamente pensarlo, pero en cambio, lo dije en voz alta "Debe haber otra opción". La enfermera se desconcertó y todas las mujeres de la sala voltearon a mirarme. Salí finalmente de ese lugar con olor a látex, sangre y medicina; que, como única diferencia con un hospital normal, era que allí el llanto de los bebés jamás llegaba a ser escuchado.
Esta vez no me fui corriendo, caminé tranquilamente con dirección a mi casa. Venía hablando con mi bebé; debí parecer una completa loca ante los ojos de los transeúntes. Le estaba contando sobre su padre, haciéndome la fuerte frente a él, le conté como planeaba protegerlo. Tenía en mente ir a casa, debía recolectar una maleta y tomar el dinero que teníamos ahorrado para así irme a Texas lo más pronto posible.
Texas era el lugar para los refugiados: ciertos problemas legales a lo largo del tiempo, lo convirtieron en rezagado, ahora simplemente el estado no podía interferir allí. Se decía que la mitad era lugar de no natos y la otra parte de delincuentes huyendo.
Derecho a nacer seguramente podría ayudarme, seguro tienen un refugio, comida o algo así. Jamás había estado a favor de ese grupo de rebeldes, ni de ningún otro; sin embargo, ahora parecía necesario replantear mis ideales y visión política. Si bien no parecía ser el mejor lugar para criar un niño, muchas mujeres se veían en esa necesidad y al menos tenía la certeza de que nadie podría quitármelo u obligarme a abortar allí.
Tocar mi vientre y saber que allí dentro estaba creciendo mi bebé, me tranquilizaba de una manera que no había imaginado antes. Después de un evidente shock por lo ocurrido anteriormente, tocarlo era un momento de paz; me ayudaba a dejar de sentirme sola. Llegué con esa tranquilidad a mi hogar, pensando en ese mundo perfecto, me había olvidado de mi presente y mi futuro estaba por cruzar la puerta.
Metí la llave en la cerradura con esa sensación de que nada había cambiado; mi esposo no estaría esperando, pero si lo estaría esperando yo por el resto de mi vida. Cuando la puerta se abrió, me regresó a la realidad: mi realidad en que las cosas no eran como cuando salí de casa en la mañana, y jamás volverían a serlo.
Parecía que la casa entera había sido saqueada. Los cajones estaban fuera de su lugar y el contenido de ellos esparcido por todo el piso de la sala, los retratos estaban rotos y habían volteado los sillones de cabeza abriéndolos por debajo. Evidentemente entraron buscando algo. No quiero ni recordar cómo estaba mi habitación. De ella solo tomé uno de los retratos rotos y rescaté la fotografía en ella, era la de mi boda.
En la caja fuerte del sótano estaban todos nuestros ahorros, la misma ubicación de los planos y prototipos de los experimentos de Carlos. En el sótano no quedaba nada: de los planos y sus inventos solo había cenizas, el humo sofocaba el lugar aún y el dinero había desaparecido. Mis ojos se llenaron de lágrimas nuevamente y salí de allí lo más pronto posible, ya que el humo podría afectar a mi bebé.
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Código natal ✔️
Sciencefiction•Alaia está embarazada, pero su hijo no tiene permiso de nacer, por lo que deberá huir y buscar refugio en una comunidad de mujeres como ella• Hay personas que no merecen ser padres, o al menos eso es lo que la OCN se dedica a decidir. Desde que las...