Sábado 20:49
La brisa se sentía muy bien, el atardecer comenzaba a caer y ya empezaba a sentir el alcohol recorrer mi sistema con rapidez mientras la música controlaba mis movimientos, en aquel chalet que medianamente habíamos conseguido alquilar para esa fiesta no tan fiesta. Al final los papeles higiénicos si que fueron una buena idea. La atmósfera se sentía bien y había venido más gente de la que pensábamos. Literalmente, todo el mundo estaba allí, incluidos los Penetrators, Pepsi Max y las "nuevas". Nada más que pensar ese nombre se me eriza la piel. Esperaba que el hecho de que teníamos piscina se ocultara por mucho tiempo, ya que no querría ver sus planos culos pegados a la cara de los chicos pronto.
Realmente estaba comenzando a pensar que el alcohol me hacía más paranoica de lo que ya era. Noora y las demás parecían felices mientras bailábamos juntas. Rápidamente las secuencias pasaron demasiado rápido como para poder verlas con atención, y de repente visualicé a mi amiga Chris liándose con un tipo bajito. Reí como una pirada, y comencé a intentar buscar a alguien cuando me di cuenta de que ya estaba sola. Realmente necesitaba buscar al resto entre la muchedumbre. La noche comenzaba a caer, y yo pasaba entre parejas dándose el lote en el jardín, tambaleándome como pude botella en mano, y cuando ví una melena rubia en el fondo caminé convencida. Sin embargo, cuando le toqué el hombro, resultó ser otra persona y no mi Noora, así que suspiré devastada y decidí sentarme rendida en las escaleras. Todo me daba vueltas, así que decidí cerrar mis ojos con fuerza. No quería comenzar a vomitar, y cuanto más pensaba en ello más ganas tenía de hacerlo.
Entonces algo llamó mi atención, alguien estaba tocando mi cabello. Me giré extrañada hacia mi lado derecho y visualicé a ese tal Dylan de pie junto a las escaleras donde yo permanecía, ofreciéndome una mirada atenta y una sonrisa que le acompañaba. Parecía retirarme el cabello de mi rostro, y sonreí tímida.
–¿Estás bien?–me preguntó gritando cerca de mi oído, debido a que la música impedía escuchar nada.
–S-sí solo estoy asentando un poco mi cuerpo. Un poco mareada–le aclaré, levantando la botella que llevaba en la mano izquierda. Este sonrió mostrando unos perfectos hoyuelos y entonces se sentó a mi lado, cerca pero no demasiado. Comencé a sentirme incómoda y a pensar excusas para levantarme pero mi mente no estaba demasiado preparada para hacerlo así que este procedió a hablar antes de que pudiera hacerlo.
–¿Así que tus amigas y tu sois las dueñas de esta fiesta?–gritó, y yo asentí nerviosa, evitando la visualización directa, y comencé a buscar a mis amigas con la mirada.
–¿Necesitas a alguien? ¿Puedo buscarte a quien quieras–se ofreció respetuoso, y le negué con el rostro.
–Necesito... tomar el aire fresco–le dije rápidamente mientras me levantaba, y comencé a tambalearme entre los cientos de borrachos de turno. Intenté empujarles como pude, hasta conseguir llegar hasta el jardín de nuevo, aunque seguí avanzando hasta el exterior de toda la fiesta, donde pude observar a una pareja darse el lote detrás de uno de los coches, y les miré asqueada. Respiré hondo, y me apoyé en la pared para estabilizarme e intentar tranquilizarme. El aire apagaba mi inestabilidad, la tranquilidad y el silencio le venía bien a mi sistema, pero entonces vi a Chris cuando giré mi cabeza hasta la izquierda, quien permanecía fumando. Este parecía fastidiado, pero no parecía haberme visto. No le había visto en toda la fiesta, por lo que intenté aproximarme hasta él.
–Eva–escuché a alguien decirme por mi espalda. Me giré y vi esos mismos hoyuelos y maldecí. –Te dejaste el alcohol en las escaleras–me aclaró respetuoso como siempre, y me ofreció mi botella, ante la mirada atenta de Chris P. La cogí nerviosa y le asentí, y entonces sentí los pasos de alguien desde nuestra espalda, y me temí lo peor. Tragué saliva cuando noté el perfume de Chris a mi lado.
–¿Quién cojones eres tu?–le gritó, realmente fastidiado. Este arqueó una ceja, y me miró confundido. Entonces le miré e intenté tranquilizarle.
–Chris, para–le amenacé con la mirada.
–Será mejor que me marche–dijo Dylan, observando a Chris con asco antes de marcharse. Entonces me giré para analizar a Chris.
–¿Qué demonios ha sido eso?–le grité, sintiendo la vergüenza y la rabia recorrerme el sistema, además del alcohol, que iba aumentándolo. El hecho de que aquel chico hubiera sido tan dulce conmigo y que Chris le hubiera hablado así me fastidiaba demasiado. –Ha sido bueno conmigo. Es sólo un amigo. ¿Te enteras?–le aclaré, avanzando hasta él amenazante.
–Os he visto en las escaleras. Ya os conocíais ¿eh?–dijo, sonando demasiado celoso.
–Oh, así que ahora no puedo tener amigos, ¿verdad?–
–Eva, no es lo que pretendo decir...–dijo, mirando al suelo.
–¿¡Entonces qué!?–grité realmente enfadada.
–¡Eva! –gritó para intentar hacer que no gritara. ¡No me pruebes!–dijo, haciendo que abriera mi boca para reírme a carcajadas.
–¿Me estás amenazando ahora mismo?–
–Te estás pasando ¿sabes?–me dijo, mirándome de arriba a abajo. –Piensa que hubiera sido al revés...–me dijo, y le miré enfadada. –Quiero decir, ¡hasta habéis organizado una completa fiesta para lanzarle mierda a las nuevas por vuestros malditos celos!–acabó diciendo, y mi rostro cambió.
–¿Sabes qué?–le dije, avanzando hasta su boca. –Tíratelas–le dije amenazante.– ¡A todas ellas!–le grité sonriendo. –Una...por una–acabé diciendo, antes de marcharme dentro de nuevo, sintiendo el dolor de mis propias palabras. "¿Qué cojones estaba haciendo?"
Me volví al interior de la fiesta y parecí haber salido a un segundo plano. Ahí estaba yo, la típica amargada, en medio de toda una panda de adolescentes deseosos de bailar y pasárselo bien. Ya ni siquiera me sentía borracha y me pregunté dónde demonios se habían sentido mi malditas amigas cuando alguien gritó: ¡Hora del baño!