Caminábamos con 5 capas de ropa encima, unos palos para clavar en ña nieve y sombreros de lana que solo permitieran ver. Para llegar a la cabaña, debíamos escalar una montaña cubierta de nieve, por lo que toda preparación era poca.
—¿Ves algo?—me gritaba Vilde mientras intentábamos caminar por la fría nieve.—¡No!—grité.
—¡Creo que ya está cerca!—gritó Chris, justo y cuando alguien que estaba parado enfrente nuestra nos hizo parar de inmediato.
—La cabaña ya está lista—dijo un chico de estatura media, de piel blanca y que nos transmitía un miedo absoluto, ya que se mantenía parado sin inmutarse ni mostrando ningún tipo de sentimiento.
—Eh...vale—dijo Chris, antes de pasar incomoda por su lado, mientras este nos seguía con la mirada.
—¡¿Que cojones?!—grite cuando lo pasamos, haciendoles reír.
Afortunadamente, pronto llegamos a la puerta de la dichosa cabaña. Entramos para encender la chimenea de inmediato y darme una ducha caliente para después tirarme en el sofá con dos mantas encima. Noruega es realmente frío.
—¿Café caliente?—gritó Sana desde La Cocina.
—¡Yo!—gritamos Noora y yo a la vez desde el sofá.
—Chicas, no creeréis lo que acabo de encontrar—dijo, sacando una caja vieja de un armario.
"Ouija"
—joder, ¿es tu abuela alguna especie de vidente o algo?—dije, incorporándome mientras lo traía a la mesa.
—¿Qué cojones es eso?—dijo Sana cuando venía con nuestro caliente café.
—Una ouija—dijo Vilde un tanto miedosa.
—Oh—dijo de una forma despectiva.
—¡let's play!—Gritó Chris divertida, antes de que Sana se levantase del sofá
—¿No juegas?—le preguntó Vilde.
—No, no puedo—dijo algo misteriosa.
—¿Acaso no se lo permite su religión?—preguntó un tanto confusa Vilde cuando esta se marchó.
—No digas tonterías—le dije entre risas. —Venga, ábrela—
Así hizo, y colocamos el dedo sobre el pequeño vaso, sin ninguna esperanza de que se moviera.
—Vale... ¿hay alguien aquí con nosotras?—dijo Vilde, y el vaso comenzó a moverse, haciendo que mis piernas temblaran.
—¡No me jodas!—grité, abriendo mi boca. —¿Has sido tu?—le pregunté a Chris.
—¡No!—nos gritó.
—¿Que no de qué?—gritó Noora, aparentemente asustada.