Miércoles 20:00
–¡Eva!–escuché a mi madre decirme desde el sofá. Era tan raro oír su voz en casa ahora que no tenía tanto trabajo y estaba siempre aquí que incluso me costaba acostumbrarme. Me dirigí hasta la cocina, y esta se volvió simpática. Sabía que a ella el cambio también le costaba.
–¿Podrías sacar la basura?–dijo, sosteniéndola en una mano. Acepté y la agarré con firmeza. Me dirigí hasta el ropero de al lado de la puerta y me coloqué un gran abrigo de lana. Seguro que estaría nevando. Salí de casa y supe que todo ello era obra del destino, ya que al dar un paso fuera de casa y respirar hondo sentí un poco de paz. Me dirigía hasta los basureros de la esquina, y a medida que avanzaba, pude distinguir una sombra parada frente a ellos. Sin embargo, la escasa luz no me dejaba descifrar su identidad. Avancé por unos minutos, y al acercarme lo suficiente, pude ver el rostro de Dylan, y algo se me removió.
—¿Eva?—exclamó. —¿Qué haces tu por aquí?—dijo, mientras yo pensaba exactamente lo mismo.
—Bueno... vivo en esta calle así que...—dije abrazando mi propio cuerpo para calentarme tras arrojar las bolsas. Este me miró atentamente, y parecía sorprendido con mis palabras.
—¡No me digas!—exclamó, mostrando una amplia sonrisa blanquecina. —Vivo también en esta calle. B-Bueno no creas que soy alguna especie de stalker...—dijo nervioso, intentando mantener la compostura adecuadamente. —Me mudé hace poco tiempo y no sabía que eras una de las vecinas—dijo, bastante avergonzado.
—Supongo que tendré que acostumbrarme a estas quedadas en el basurero—sonreí inmediatamente, y este me devolvió la sonrisa tiernamente.
—Temo que debo irme, pero no dudo que nos volvamos a ver—dijo simpático, y se marchó hasta unas de las casas. Era blanca con una amplia fachada, y al retirarse de mi lado dejó una fragancia que calentó mis fosas nasales. Permanecí examinando su figura atentamente, y cuando me di cuenta de lo extraña que estaba siendo agité la cabeza para seguir con mi camino de vuelta a casa. Ese chico era realmente...
"Eva" -Chris P
"¿Si?"
"¿Podrías venir a buscarme? He tenido un pequeño accidente" Chris P. Mis manos temblaron por un minuto. Retiré mi cabello de mi cara tras mis orejas y mis dedos se movían solos por la pantalla.
"Espero que no sea una broma, porque no tiene gracia"
"Eva, me queda poca batería. ¿Vienes o que?" Chris P.
"Si, si. Mándame ubicación o algo". Le contesté, mientras simplemente me temía lo peor. Era en estos momentos en los que me daba cuenta de lo inútil que era sin un vehículo en mi vida. Agarré mi chaqueta y caminé a puntillas por el salón de mi casa. Ahora tenía que tener cuidado en hacer cosas tan 'normales' como escaparme de casa por la noche con mi madre por allí. Me sentí orgullosa cuando cerré la puerta sin que me viera. Sin embargo, cuando sentí la lluvia mojarme por completo ya supe que todo eso había sido una mala idea. Sin embargo, cuando pensé que nada podía ir peor una gran tormenta se veía venir, y al primer rayo comencé a tiritar de miedo como una niña pequeña. "Taxi" me dije, aunque miré bien en mi bolso, y no tenía suficiente dinero. Comencé a ponerme nerviosa y me arropé en la entrada de mi casa para evitar seguir mojándome como una idiota. Necesitaba un coche, y de repente supe que estaba desesperada. Comencé a caminar y me dirigí hasta la esquina de mi calle, donde me pareció indicarme que vivía aquel chico, Dylan. Llamé a la puerta mordiéndome los labios de la vergüenza por si sus padres me atendían. Odiaba quedar como una estúpida pero tenía que llegar hasta ese maldito lugar de una forma u otra.
Cuando vi sus ojos azules aparecer detrás de la puerta, solté el aire y me tranquilicé.
—Se que va a sonar de locura y sé que puedes decir que no perfectamente y muy comprensiblemente pero... ¿tienes coche verdad?—me apresuré a decirle nerviosa, mientras notaba mi pelo totalmente mojado en mi espalda.
—¡Eva! ¡Te estas empapando! ¿Qué pasa?—dijo sorprendido, y tragué saliva.
—No es nada. Necesito que me contestes—le dije nerviosa
—Si, si tengo—dijo, realmente confundido. —¿Necesitas que te lleve a algún lugar?—Se ofreció simpático.
—¡Si!—exclamé agotada. —Eso sería fantástico—dije nerviosa.
—Está bien, ¿ahora mismo?—
—Si, por favor—dije, muerta de la vergüenza.
—Está bien, voy a por las llaves y salgo por la cochera, ¿vale?—me dijo, confundido pero sin dejar la cortesía que tanto le caracterizaba.
—Vale, ¡gracias!—le grité cuando ya se marchaba hasta el interior.
Justo antes de cerrar la puerta, me lanzó un paraguas, y le sonreí avergonzada mientras esperé paciente a que su cochera se comenzara a abrir. Me sentía la más ridícula del mundo pidiéndole a ese chico tan amable que me llevara de la nada hasta un lugar desconocido en la noche, pero estaba desesperada, y necesitaba llegar hasta Chris lo antes posible. Antes de que le diera más vueltas a la cabeza, escuché la cochera abrirse, y un buen coche negro asomó por la entrada en un segundo.Me apresuré a llegar hasta la puerta del acompañante y me monté con rapidez. Entonces me di cuenta de que estaba empapada y cerré los ojos.
—Perdón, voy a manchartelo todo—dije, roja como un tomate.
—Nah, está bien, es solo agua—dijo, mientras empezaba a avanzar hacia el frente. —¿Y, donde decías que vamos exactamente?—dijo, confundido mientras yo comenzaba a buscar la ubicación desde mi móvil.
—Un amigo ha tenido un accidente, y me necesita—le confesé avergonzada. —Te iré indicando. No está muy lejos de aquí—dije con mi móvil entre mis manos. Este asintió mientras yo me moría de la vergüenza, intentando agachar mi cabeza mientras la lluvia bañaba mis ojos desde la ventanilla. Me concentré en mirar por esta, para evitar pensar demasiado en la locura que acaba de hacer, pero Chris me hacía perder los papeles tanto, que sabía que si volviera a pasar, volvería a hacer aquello y mil cosas más por él.