Sábado 17:00
Todo estaba en marcha. Chris me giñó el ojo mientras pasaba con las cajas a mi lado. Todo estaba quedando genial, y su nueva personalidad se estaba recién estrenando. Era algo parecido a una persona completamente diferente y, por una vez, me sentí apoyada por él. Su amplia sonrisa bajo el pleno sol de la tarde quedaba aun mas perfecta en el marco de mi mente. Por primera vez en esos días, podía denominarme mínimamente feliz, mientras decorábamos mi jardín con detalle. Nada podía salir mal. Incluso, se nos ocurrió la asombrosa idea de colocar luces que recorrieran todo el sitio, y debí reconocer que se verían maravillosas en la plena luz de la luna; acabando con una gran mesa de mezclas.
–Está perfecto–le sonreí, cuando lo admiraba con alegría. Sin casi darnos cuenta, habíamos hecho de un aburrido jardín un buen lugar para una pequeña fiesta.
–Gracias a mí–dijo, haciéndome volver los ojos.
–Bien. Ahora toca la parte difícil–dije, admirando aun la escena.
–¿Aún más difícil que todo esto?–dijo, con sus brazos cruzados y algo confundido, haciéndome reír.
–Aun más–dije, suspirando muy hondo. Este me miró con atención, y se acercó hasta mí, para colocar su mano en mi mejilla y pellizcármela posteriormente.
–No pasa nada. Saldrá todo bien–dijo, antes de darme un beso y marcharse para seguir con el plan. Agarré mi teléfono y anuncié la fiesta, incluso a las chicas; excepto a Noora.
22:00
Fue justo cuando comenzaba a subir a mi habitación para arreglarme, cuando escuché una llave en la puerta. "Mierda" pensé. Bajé las escaleras a todo correr, incluso tropezándome en el último escalón. Por el camino hasta la puerta me di cuenta de que unas cuantas botellas de alcohol de la fiesta permanecían en la mesilla del salón, por lo que corrí hasta ellas como una enferma, y las escondí debajo del sofá, cayéndome sobre ellos en el momento exacto en el que mi madre entró en casa y me encontró así. Intenté disimular lo más posible mientras ésta me miraba extrañada.
–¡Mamá! ¿Qué haces aquí? ¿No te ibas con unos amigos a cenar esta noche?–dije, intentando normalizar la situación. Esta frunció el ceño, y soltó las bolsas de la compra en el suelo. Rápidamente me apresuré a ayudarla a colocarla sobre la cocina.
–La cena se ha anulado. Trabajan algunos hoy–dijo, asombrada al verme reaccionar así. –¿Qué te pasa?–preguntó, haciéndome sentir aún más nerviosa, tanto que mientras sacaba una botella de cristal de la bolsa se me cayó al suelo, partiéndola en pedacitos que se esparcieron por toda la cocina.
–Lo siento, lo siento. ¡Ya lo recojo yo!–exclamé nerviosa, mientras me dirigía a buscar el recogedor ante la atenta mirada de mi madre.
–¡Eva! Ven aquí–terminó diciendo, y suspiré antes de entrar a la cocina. –¿Qué pasa? ¿Quieres esconder algo de mi?–
–¡Si! digo...a ver mamá...–dije, intentando idear algo para que así se marchara y dejara la casa sola. –Verás...–comencé a decir, cuando se me ocurrió algo perfecto. –Chris...va a venir hoy...–
–¿Así que escondías...?–preguntó, algo incómoda.
–¡Si!–exclamé sin creerme lo que le estaba diciendo
–...está bien...–dijo automaticamente, visiblemente incómoda ante la situación. –Entonces debería...–dijo, señalando la puerta, ante mi atenta mirada, y mis lloros por dentro.
–Estaría bien si tu...–dije con, posiblemente, la cara roja.
–Entiendo–dijo. –Voy a...llamaré a alguien...–comenzó a decir, algo nerviosa mientras buscaba su bolso. –Me voy–dijo dirigiéndose a la puerta, mientras yo me dirigía hasta la misma. Esta la abrió inmediatamente, para encontrarse con Chris en la misma, quien aguardaba en la entrada con teléfono en mano. Mi madre le miró notablemente nerviosa e incómoda, haciéndome sentir avergonzada a niveles celestiales, mientras que Chris no parecía entender la situación.
–Pasáoslo...bien...chicos–dijo mi madre con un hilo de voz mientras se marchaba a paso agilitado.
–¿Que has hecho?–me preguntó Chris P una vez que mi madre desapareció con el coche, con un rostro desfigurado, provocándome una gran carcajada, en la que expulsé tanta vergüenza.
–No le voy a poder mirar más a la cara–dije, mordiéndome el labio tras reír.
23:58
Rapidamente, la casa estaba llena de adolescentes con las hormonas tan arriba como los que estaban en el baño poniéndose fumados. Realmente, mientras veía la fiesta crecer me preguntaba cómo le iba a explicar a mi madre toda la basura y las luces del jardín. Sin embargo, me importaba el presente, y que todo marchara como la seda.
-Vilde: "Listo"- comprobé en mi móvil. Corrí hasta Chris, quien se servía cerveza.
–Ahora–le avisé, y este marchó en su coche. Miré la cerveza, pero me mantuve. No necesitaba aquello en esa noche, o de otra manera me traería problemas. Mientras aguardaba, me dediqué a la observación. Pronto me percaté de que había invitado a las chicas de cuarto año, y entre sus pelos rubios y su piel clara me hallé yo envidiando.
Domingo 00:15
Cuando ya me comenzaba a agobiar esperando, comprobé el teléfono una vez más. No había nada. Ya empezaba a inquietarme de si todo aquello había sido en vano. Veía a la gente divirtiéndose y no me veía a mi misma. Decidí salir al exterior para tomar el aire, no estaba en mi mejor momento. Giré la esquina de la calle y me metí en un callejón donde me pegué a la pared para respirar aire fresco.
–¿No te gusta tu propia fiesta?–oí decirme un chico literalmente a un metro de mí, al cual no había visto ya que se encontraba sentado. Me exalté de miedo, y cerré los ojos tranquila cuando le vi la cara. No me podría haber olvidado esos ojos tan azules.
–No mucho. Parece que a tí tampoco–dije.
–Tu fiesta no tiene la culpa de que esté aquí, créeme–dijo, siendo simpático. Un silencio extraño se creó en un minuto, y estaba comenzando a preguntarme si debería volver a la fiesta.
–Debo irme–le dije educada.
–Siempre te marchas pronto–dijo, sonriendo, antes de marcharme hasta mi jardín otra vez, donde pude ver una corta melena rubia y se me aceleró el corazón. Estaba en lo cierto. Las chicas permanecían en la entrada de mi jardín, incluida Noora; y parecían discutir. Muy fuertemente.