Odio Amarte

Capítulo 11

"Tanto que ver pero mis ojos cerré. 

Tanto que escuchar pero mis oídos tapé. 

Tanto que decir pero solo callé.

Hasta que por fin entendí. 

Siendo ciega, sorda y muda.

¿Cómo poder vivir?

Así mis oídos destapé, mis ojos abrí. 

Y todo lo que pensaba. 

Mi boca comenzó a decir..."

No.

Arranco el papel de mi cuaderno y lo arrugo para tirarlo a un costado de mi escritorio. 

No es malo, pero no me convence para presentar en la exposición. Quiero escribir sobre cómo me siento en este momento, escribir sobre los cambios que están ocurriendo, sobre como finalmente estoy liberando a mi verdadero ser pero no se me ocurre como, es decir, es significativo para mí pero los poemas más populares hablan de amor... He escrito sobre muchos sentimientos pero jamas amor. ¿Cómo escribir de amor? Si nunca me he enamorado. 

Jamás se me cruzo por la cabeza siquiera en ver a algún chico con ojos de amor, todo este tiempo me creí desmerecedora de ser amada por alguien, llegué a sentirme tan poca cosa que ni si siquiera existía en mi la idea de que alguien pudiese enamorarse de mí.  Lo más cerca que he estado del amor ha sido esa chispa de ilusión que cree con Niall. Una chispa que desapareció porque claramente era imposible que alguien como él se fije en alguien como yo.

Escucho como gotas de lluvia comienzan a golpear en la ventana y es cuando me percato de que ya amaneció ¡Mierda! me pasé toda la noche frente al cuaderno intentando escribir algo, veo la hora en mi celular y, a menos que tenga un jetback, llegaré tarde evidentemente. 

Mierda, mierda, mierda. 

Debido al clima, uso unos jeans azul claro, una remera-top azul oscura, una chaqueta de mezclilla con mangas negras y unos converse a juego con las mangas. Arreglo mi cabello y cuando ya estoy lista tomo mi bolso y bajo. Mis padres no están pero me dejaron el desayuno el cual guardo en una bolsa y salgo de mi casa corriendo.

Es en este momento en el que me arrepiento de haber rechazado la invitación de Scarlett de pasar por mi todos los días. Es que estos momentos de caminata de mi casa al colegio y de vuelta, eran los únicos ratos al aire libre que pasaba sintiéndome segura y me gustaba disfrutarlos aunque sean unos minutos.

No llueve torrencialmente, pero las gotas que caen mojan mi chaqueta y provocan que charcos se formen a las orillas de las calles. Una ráfaga de viento choca contra mi y meto mis manos en los bolsillos de la chaqueta mientras acelero el paso ¿Usar paraguas? Lo haría, si no hubiese olvidado recogerlo por salir apurada.

Cuando llego a la cuadra del colegio veo que de frente a mí se acerca un auto a una velocidad muy alta y cuando pasa por mi lado provoca que sus ruedas hagan presión en los charcos y que estos salpiquen, mojándome completamente. Quedo estática en el lugar por la sorpresa y el frió que me paraliza por un momento y cuando logro reaccionar atino a levantar una roca y tirarla hacia el vidrio trasero del auto mientras le grito: -¡Idiota!

La verdad no creí que la roca lo alcanzara y aun así, no creí que lo trizaría completamente.

El auto para en seco en el asfalto resbaladizo, provocando que se incline un poco y comienza a retroceder.

La adrenalina que sentía se esfuma de repente y entro en pánico así que por inercia comienzo a correr hasta entrar al colegio.

-¿Qué te sucedió? –Me pregunta Scarlett cuando llego a nuestros casilleros.